Deportivo Lara, un club de 9 años, dio el golpe: venció a Independiente
Deportivo Lara apenas tiene 9 años. Es un exitoso proyecto de la administración local, en el estado de Barquisimeto, para mantener un representante local en el torneo de Primera División, luego de la desaparición de Guaros Fútbol Club por malos manejos financieros. Técnicamente, su nombre preciso es Asociación Civil Deportivo Lara, lo que exhibe que su compromiso vuela más allá de un balón de fútbol. Cayó en una breve depresión durante 2012, señalado por supuestos malos manejos bajo el cargo de “ilícitos cambiarios”, situación que sufrieron otras entidades en la compleja escenografía de Venezuela.
El fútbol, sin embargo, siempre pateó para adelante: suele ser protagonista en el torneo local e impuso su sello en el firmamento internacional. El rojinegro actuó en cuatro Sudamericanas y, desde anoche, en dos Libertadores. Sin estrellas, con el impulso del coraje y la disciplina táctica, logró otro impacto en su breve existencia: un 1-0 sobre Independiente, el Rey de Copas, por el Grupo 7 de la Libertadores. El coloso de Avellaneda esperó siete años para reencontrarse con un viejo amor. Lo hizo de modo torpe, con los ojos cerrados, a los tropezones.
Carlos Sierra convirtió el gol luego de una acción colectiva, seguramente forjada en el laboratorio de la semana. Nombre por nombre,
Independiente es superior, de la cabeza hasta los pies. Sin embargo, el ganador de la Sudamericana y que no alcanzó la Recopa frente a un superior Gremio, pareció confundido, extraviado en los tiempos y hasta en los gestos técnicos. Seguramente, en parte tuvo que ver el pésimo estado del campo de juego, rodeado de pozos y hasta sin césped en algunos tramos.
El Estadio Metropolitano fue construido en 2006 por el Gobierno de Venezuela para la Copa América 2007 y tiene una capacidad para unos 45.000 espectadores. No fue el caso de anoche: ni la presentación en el prestigioso certamen ni el calificado adversario pudieron darle calor y color: apenas hubo unas 8000 personas. Todos –los de adentro y los de afuera–, tomaron nota del estado del campo de juego. Hasta Sebastián Saja, el DT de Guaraní. Incómodo desde su sillón en Asunción, al ver cómo se desarrollaba el encuentro, escribió en twitter: “Me pregunto si la Conmebol en algún momento será tan estricta en que los clubes presenten buenos campos de juego como lo son con los asuntos protocolares que rodean al juego. Si queremos imitar a la Champions... empecemos por los campos de juego”.
La referencia del ex arquero guarda relación con otras particularidad de la Libertadores, como por ejemplo la incómoda situación que vivió Eduardo Coudet, el técnico de Racing, en las horas previas al triunfo por 4 a 2 sobre Cruzeiro. Suspendido anteriormente, el Chacho ni siquiera pudo compartir con el plantel el viaje en ómnibus al Cilindro.
Independiente, al menos, insistió en todo el desarrollo. Mal, desorientado, y sin la complicidad de una gambeta, pero al menos, corrió hacia adelante. Pudo empatar; también pudo haber perdido por una diferencia mayor, frente a una suerte de cenicienta futbolera en esta parte del mundo. El equipo de Avellaneda contó con casi todas sus mejores piezas: Domingo, Benítez, Meza, Gaibor, Romero. Más allá de los disparatados piques de la pelota en un indescifrable escenario, no tuvo la inteligencia para sobrellevar el desafío. Se guardó la mística para otra ocasión. “Fue un golpe duro”, contó Domingo, incómodo y derrotado, como Independiente.