LA NACION

El sueño americano de las nuevas generacion­es

- Javier Saúl

El centenar de jugadores que llegaron al fútbol de Estados Unidos en el último mercado de pases tiene una particular­idad: el promedio de edad. Los casi 25 años transforma­n a estas incorporac­iones en el grupo más joven de fichajes en la historia de la MLS. Y si se restringe el análisis a los arribos sudamerica­nos, la media baja a poco más de 21 años. Territorio fértil hace una década para las jubilacion­es de privilegio, el fútbol estadounid­ense ahora piensa a futuro: se buscan jugadores con poder de reventa para que los millones de dólares que se abonan por la transferen­cia se conviertan en una perfecta inversión. La regla del jugador franquicia, que tuvo a David Beckham como bandera, sigue vigente. Pero el contrato de moda es el jugador joven designado –YDP, por sus siglas en inglés–.

Mientras Beckham, ya retirado, busca poner en la cancha a su equipo de Miami para las próximas temporadas –solo resta definir el nombre y destrabar la polémica por la ubicación de un estadio que los vecinos quieren lejos del downtown–, en Nueva York reciben a Alejandro Romero Gamarra como la apuesta de los Red Bulls. A los 23 años, el ex Huracán suelta una sonrisa tímida al ver los carteles que avisan que “Kaku es más grande que Kaká”. Más allá del humor, la afirmación podría formar parte del nuevo estado de cosas. Siguen llegando futbolista­s consagrado­s, pero los cimientos de la MLS del futuro se construyen de la mano de juveniles destacados de la Argentina, Colombia, Uruguay, Perú o Venezuela. En Atlanta, todos los flashes están detrás de Ezequiel Barco, el YDP de los 15 millones de dólares. Por eso, por estos días lamentan su ausencia para el próximo mes producto de una distensión del cuádriceps de la pierna derecha. Barco, de 18 años, es una baja sensible para el esquema de Gerardo Martino.

Gracias a la apuesta por la calidad y por una juventud que sirve como revulsivo, ya queda poco de aquel juego de palabras que utilizó un periodista británico de The Sunday Times, quien en 2007 llamó a la MLS como “Much Lousy Soccer” –algo así como “un fútbol pésimo”–. Pese a la dura competenci­a con otros deportes, el fútbol fue ganando terreno, el promedio de espectador­es en los estadios va en aumento y logra llamar la atención con contrataci­ones que conforman equipos donde conviven consagrado­s y promesas. Eso sí, ya suenan las alarmas por la falta de confianza hacia los chicos de las academias locales. Juveniles a los que la competenci­a les llega desde el exterior. Deben lidiar con el sueño americano en su versión Sub 23.

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