Una batalla que podría poner un freno al crecimiento mundial
Después de deleitar a los conservadores con recortes impositivos y menores regulaciones durante todo un año, el presidente Donald Trump terminó impulsando el tipo de restricciones comerciales que aterrorizan a muchos economistas y a los líderes republicanos del Congreso. Los críticos advierten que la guerra comercial que Trump parece dispuesto a librar podría tener un efecto búmeran que sumiría a Estados Unidos y al mundo en la recesión.
Trump expresó que impondrá aranceles al acero y al aluminio importados de todos los países extranjeros, y dijo que “las guerras comerciales son buenas, y fáciles de ganar”. Pero muchos economistas dicen lo contrario y aseguran que la perspectiva de una guerra comercial podría golpear la expansión económica de la que Trump tanto se jacta.
“Las industrias que compran acero y aluminio, por no mencionar a los exportadores agrícolas, emplean muchísimas más personas que las industrias que el presidente pretende proteger”, dijo Peter A. Petri, economista de la Escuela de Negocios de la Universidad Brandeis. “Nadie sabe si finalmente esto se llevará a cabo, pero lo cierto es que en negocios, la inversión depende de una política previsible, y el caos incesante pasa factura, por más que sobre las políticas que tuitea el presidente terminen prevaleciendo cabezas más sensatas”.
Los aranceles de Trump probablemente favorezcan la inversión nacional estadounidense y hasta cierto punto la creación de empleos en ese sector industrial, pero seguramente también hagan aumentar el precio para los consumidores y generen presión sobre otras industrias que dependen fuertemente de los metales, como los autopartistas y los fabricantes de bebidas.
Según los economistas, es poco probable que los aranceles en sí mismos afecten el crecimiento o la inflación de manera significativa.
Sin embargo, lo que preocupa a varios economistas, especialmente en Wall Street, es la posibilidad de que Trump lance una guerra comercial más amplia. Los razones de seguridad nacional que invoca para aplicar los aranceles podrían provocar una rápida represalia de socios comerciales como Canadá, que se verá mucho más afectada por las medidas que China.
Economistas de Goldman Sachs señalaron que “probablemente generará una escalada de tensiones comerciales, sobre todo porque se espera que las medidas se apliquen a un amplio abanico de paí- ses, incluyendo algunos aliados de Estados Unidos. Para los próximos meses prevemos más turbulencias comerciales”.
Los aranceles también podrían suscitar la condena de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un enfrentamiento que sería particularmente dramático si Estados Unidos decidiera ignorar los veredictos del grupo, que fue relegado por la administración Trump.
Mark Zandi, economista en jefe de la agencia Moody’s Analytics, dice que si esos problemas crecen en espiral en todo el mundo, “se podría plantear un escenario especialmente sombrío, que terminaría en una guerra comercial mundial. Los efectos económicos de una guerra semejante podrían ser graves y terminar en una recesión global”.
Otros economistas advierten que ese escenario sigue siendo improbable. “Como consecuencia de los gravámenes, lo esperable son algunos contra-aranceles sobre nuestras exportaciones de productos alimenticios quizás en China”, dice Jared Bernstein, un execonomista de la administración Obama.
Desde el inicio de su insolente campaña presidencial de 2016, Trump considera que para estimular la economía es fundamental “ganar” en el comercio, es decir, reducir los déficits comerciales bilaterales, especialmente con China, el socio comercial que más le preocupa.
El presidente argumentó que la reducción de los déficits comerciales funcionaría en tándem con la reducción de los impuestos y las regulaciones federales, para generar un shock de crecimiento.
El año pasado, Trump tomó medidas para congelar o reducir las regulaciones, y en diciembre firmó una ley de rebajas impositivas por un billón y medio de dólares. También dio los primeros pasos para reorientar la política comercial al retirarse del Acuerdo Transpacífico y embarcarse en una crispada renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta).
Pero si bien el crecimiento se aceleró, el año pasado el déficit en bienes y servicios creció a 566.000 millones de dólares, la cifra más alta desde 2008. El déficit de bienes con China alcanzó la suma récord de 375.000 millones de dólares.
Los aranceles anunciados por Trump son un recordatorio para el establishment republicano de que la teoría de Trump sobre la economía a veces está en las antípodas del conservadurismo tradicional del libre mercado, por más que tengan puntos de contacto.
El diario conservador The Wall Street Journal calificó los aranceles como “la pifiada política más grande de su presidencia”.