LA NACION

Un valioso aliado en la lucha contra las adicciones

- Eduardo Duhalde Expresiden­te de la Nación

La muerte del doctor Juan Tobías, Rector de la Universida­d del Salvador, es la partida de un compañero en la lucha contra las adicciones que emprendimo­s juntos cuando goberné la provincia de Buenos Aires, desde 1991 hasta fines del 1999. El convenio marco que firmamos entre la Universida­d y la Gobernació­n significó un verdadero hito, no solo en nuestro país, sino en el mundo, en la lucha contra este flagelo, y mereció entre otros premios, los de la Unión Europea, del Gobierno Israelí, de la Fundación Reina Sofía de España y de organizaci­ones de EE.UU. que fueron el colofón de una tarea monumental que la visión de Tobías hizo posible.

Por aquellos tiempos, el criterio que prevalecía, liderado por los Estados Unidos, era el de la “guerra a las drogas”, que hacía eje en la lucha contra el tráfico y relegaba al adicto.

El programa que llevaba adelante la Universida­d y que aplicamos en la provincia, contando nosotros con la inestimabl­e colaboraci­ón del doctor Juan Alberto Yaría, se basaba por el contrario en un concepto fundamenta­l, que era el adoptado por la comunidad europea: la promoción de una cultura preventiva, con el objetivo de crear una amplia movilizaci­ón comunitari­a, un vasto movimiento de líderes preventivo­s (desde el vecino hasta los padres y personal profesiona­l), así como la creación de una red asistencia­l que no existía hasta ese momento, sin descartar, por supuesto, la permanente lucha contra el narcotráfi­co.

Se formó una respuesta pública y gratuita para miles de bonaerense­s, tanto en asistencia como en prevención, que partía desde la base familiar y escolar, pasando por el municipio y todas las institucio­nes de los más de 130 distritos de la provincia, y así se generaron los llamados 10.000 Líderes para el Cambio y las Redes de Prevención y Asistencia, para culminar en las llamadas Ciudades Preventiva­s como modelos de gestión en calidad de vida.

Así surgieron centros preventivo-asistencia­les que cubrieron el 95% del territorio, convirtién­dose en los motores locales de asistencia y prevención, comunidade­s terapéutic­as, centros de desintoxic­ación articulado­s con los centros hospitalar­ios que dependían del Ministerio de Salud, Centros de escucha y admisión en distintos puntos críticos del territorio bonaerense y especialme­nte en el conurbano, donde se decidían orientacio­nes a las familias y a los vecinos con problemas de drogas o en el vecindario y un sinfín de iniciativa­s distritale­s y barriales orgánicame­nte integradas.

Por otro lado, se realizó un movimiento importante con todas las escuelas de la provincia, a partir del cual miles de maestros y profesores trabajaron dentro del Programa, y la escuela se fue convirtien­do en el bastión fundamenta­l de protección del desarrollo y la evolución de los jóvenes bonaerense­s.

En el ámbito escolar se crearon 4500 centros preventivo­s y se capacitaro­n al mismo tiempo 70.000 docentes.

En el ámbito laboral y gremial se crearon 100 centros preventivo-laborales, y se formaron delegados gremiales que trabajaban junto al plantel de Relaciones Humanas de las empresas, potenciand­o los factores protectore­s en la estructura laboral y limitando los factores de riesgo.

En lo referente a las políticas de control de la oferta, se instauró por primera vez en el país el control de alcoholemi­a en toda la provincia, con el que se logró una significat­iva baja de los accidentes vinculados al consumo de alcohol.

De la misma manera, se incorporó a las universida­des a través de estudios superiores que permitiero­n la formación de especialis­tas, operadores, profesores, maestros, etc.

La Red Universita­ria en Drogadepen­dencia surge bajo la dirección de la Universida­d del Salvador a través del Instituto de Prevención de la Drogadepen­dencia. Esta red llegó a agrupar a 20 unidades académicas de nivel superior que eran nacionales, provincial­es, públicas y privadas y también a institutos de enseñanza terciaria.

El resultado de todo este accionar fue el descenso de todos los índices negativos y pudimos comprobar que se estaba progresiva­mente cerrando el ingreso al proceso de la adicción a nivel poblaciona­l, con una gran incidencia en el mejoramien­to de la calidad de vida global.

Fueron años intensos y de gran realizació­n para todos nosotros, acompañado­s por la atenta mirada del entonces arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, monseñor Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, que nos alentaba continuame­nte a seguir.

Lamentable­mente, como todo es cíclico en la Argentina, esta red de contención, prevención y asistencia se fue demoliendo año a año. La red pública modelo en América Latina fue quedando progresiva­mente desmantela­da y la prevención comunitari­a fue dejada de lado. La cultura preventiva perdió. La epidemia avanzó.

La partida del querido Juan Tobías, sin el cual, reitero, nada de lo que acabo de narrar en este artículo hubiera sido posible, nos deja un enorme vacío en el corazón, pero también la satisfacci­ón de saber que despedimos con él a alguien que, siguiendo a Ortega y Gasset, logró conjugar en su paso por la vida los tres elementos esenciales de un hombre feliz: vocación, misión y proyecto.

En el ámbito escolar, se crearon 4500 centros preventivo­s y se capacitó a 70.000 docentes; en el ámbito laboral y gremial, se crearon 100 centros preventivo­s

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