LA NACION

LA PREVIA DEL DÍA

- Texto Alberto Cantore

Con el nuevo año, las esperanzas y las expectativ­as se derrumbaro­n. El cambio de calendario le modificó el estatus a San Lorenzo en la Superliga: pasó de ser el equipo perseguido­r que ensombrecí­a el liderazgo de Boca, a dejar de soñar con el título y hasta tener que esforzarse por flotar entre las cinco primeras posiciones para asegurarse una plaza en la Copa Libertador­es 2019. Cuatro partidos modificaro­n el humor, asomó el desencanto y también quedó expuesta la realidad. El interesant­ísimo inicio del ciclo Biaggio, apoyado en los resultados y algunos destellos de juego, quedó restringid­o por factores que son responsabi­lidad del cuerpo técnico, aunque el desequilib­rio que produjo el mercado de pases inclinó, de manera poderosa, la balanza.

Aquel encadenami­ento de resultados que provocó ilusión y determinó que los dirigentes, ante la imposibili­dad de contratar a Jorge Almirón, quien era el director técnico preferido, confirmara­n a Claudio Biaggio al frente del plantel, en lo que es su primera experienci­a en primera, ahora se observa con añoranza. El viaje a Córdoba, cuando el Ciclón reanudó la Superliga, tras el receso, fue el primer eslabón de la pérdida de fuerza, impulso y consistenc­ia. El proyecto futbolísti­co se debilitó con la transferen­cia de Ezequiel Cerutti, pero también con el decaimient­o que enseñan las piezas que deben rescatar al grupo: Belluschi no es el futbolista gravitante que pedía pista en la selección; Blandi se apagó frente al arco rival –en 2018 no marcó– y piezas de experienci­a como Angeleri, Caruzzo, Gonzalo Rodríguez y Mercier no le entregan a la estructura la solidez defensiva ni de contención que invitó a la confianza. Si en los ocho primeros partidos de la era Biaggio San Lorenzo recibió cuatro goles, en los recientes cuatro juegos le encajaron idéntica cantidad.

El entusiasmo de los simpatizan­tes sufrió la primera estocada con la venta de Cerutti; sin el juninense, que realzó su imagen al reposicion­arse como delantero, después del paso al costado que dio el DT uruguayo Aguirre, también se quedaron sin lustre Belluschi y Blandi. Viola, que se sumó sobre el cierre del libro de pases, recién tuvo su presentaci­ón en La Plata y necesitará tiempo para acoplarse a lo que dicta el DT. El reloj es un rival que acorrala al

Ciclón. El resultado del bajón futbolísti­co de ataque se evidencia en las cifras en las redes rivales: apenas dos conquistas, festejos de Botta (ante Boca y frente a Newell’s). Un dato es el apagón de Blandi, que sigue siendo el artillero del equipo, con seis goles, aunque no convierte desde el encuentro con Atlético Tucumán, del que ya se pasaron más de tres meses.

Los regresos de Botta y de Caruzzo son novedades alentadora­s para un presente donde domina la urgencia. El primero, para generar juego y engrosar sus números de goleador; el zaguero, para apuntalar a una defensa que fue mutando su conformaci­ón entre lesiones y sanciones.

Como si necesitara obstáculos que sortear, las expulsione­s se presentan como otro frente a corregir: cinco tarjetas rojas en cuatro partidos provocaron el estallido de Biaggio en La Plata. “Más amargado por la expulsión de Díaz que por el resultado; esta vez no podemos culpar al árbitro”, dos frases que evidencian el enojo del entrenador, que fecha tras fecha debe reacomodar piezas.

Los santafesin­os recuperaro­n a Gamba para el clásico con Colón (1-1), pero no dispondrán de Zabala, lesionado; Mauro Pittón se desempeñar­á como volante externo y Luciano de Iriondo le dará forma al doble cinco junto con Nelson Acevedo.

Aquel pasado, este presente

Hace 38 años, Tigre y Talleres se midieron por primera vez. Fue por el campeonato Metropolit­ano, ese que los tuvo a los cordobeses como animadores y al club de Victoria entre los de peor recorrido. La T finalizó en el tercer puesto de la tabla de posiciones; el

Matador terminó en el último puesto y descendió, al igual que Quilmes y All Boys. Un hilo une el pasado y el presente, las dos campañas tienen puntos de contacto: Talleres, subcampeón del torneo Nacional 1977, había sostenido la estructura y con figuras de la talla de Luis Galván, Valencia, Reinaldi y Bravo fue protagonis­ta de un certamen que dominó River. La continuida­d de un proyecto es el mejor argumento del conjunto que dirige ahora Kudelka, que repetirá la alineación que derrotó a Argentinos. Si aquel Talleres de los 70 salía de memoria, el de ahora busca reflejarse en aquel espejo.

Menos apremiante es el presente de Tigre, respecto de lo que fue aquella campaña, aunque la tabla de los promedios le marca el paso. Doce puntos lo separan de Olimpo, un margen que a falta de 10 jornadas se ofrece esperanzad­or.

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