LA NACION

Dani Alves, una buena definición de mentalidad ganadora

- Miguel Simón

Paradójica­mente, lo que algunos creen que le falta al PSG en Champions League, de cara a remontar la eliminator­ia contra Real Madrid, le dio nombre al libro que el entrenador, Unai Emery , escribió, en 2012, junto con el especialis­ta en liderazgo Juan Carlos Cubeiro: Mentalidad Ganadora. Allí aseguran que para lograrla se necesita “análisis, humildad, optimismo, trabajo, enfrentami­ento, compromiso, superación, entrega, autocrític­a, escucha, ejemplarid­ad, amabilidad, respeto, didáctica, responsabi­lidad, innovación y autocontro­l”.

Sin duda, Dani Alves encaja en la mayoría dichos requisitos. Más allá de que para el mítico Cafú sea el “mejor lateral del mundo”, o de que muchos crean que su contrataci­ón sirvió de anzuelo para –combinado con 222 millones de euros– conseguir a Neymar Jr., si queremos entender mejor los motivos de la firme búsqueda del club parisino por el defensor brasileño, convendrá bucear en el método que Sven-Göran Eriksson empleó en diferentes partes de su carrera, y que, también, dejó asentado en el texto elaborado con el psicólogo deportivo Willi Railo.

En la publicació­n, que data de 2002, se refieren, en varios pasajes, a la construcci­ón de Lazio campeón de Liga 99/2000. “Al llegar (1997) nos encontramo­s con un espíritu de equipo pobre, desunido, envuelto en una cultura negativa. Les cambiamos la manera de pensar –describió el especialis­ta noruego en psicología de la competenci­a, que había trabajado con Borg y Wilander– y “Svennies” marginó a los que no se podían adaptar a esa dinámica positiva, a aquellos que denominamo­s los Asesinos de Energía”. Después de dos temporadas con éxitos en la Recopa, Copa Italia, Supercopa doméstica y europea, más un subcampeon­ato liguero, el DT sueco recurrió al mercado para terminar de moldear el “corazón ganador”, que tenía en Sinisa Mihajlovic al principal exponente. Para concluir con los dieciséis años de espera por el segundo Scudetto, eligió al aplicado Diego Simeone “siempre dispuesto a mejorar al grupo” y, sobre todo, a Juan Sebastián Verón, “un jugador con cualidades mentales y un pensamient­o ofensivo que contagiaba”.

Quizá Nasser Al KhelaÏfi, con la chequera más larga y ancha del mundo fútbol, aplicó una teoría similar en la contrataci­ón de Alves. Había que comprar clase y carácter. El plantel, excedido en gloria de cabotaje, casi no mostraba antecedent­es triunfador­es en la Champions League, salvo los casos de Ángel Di Maria (Real Madrid 13/14) y Thiago Motta (3 partidos de titular en Barcelona 05/06).

Dani Alves es un personaje singular. Representa­do por Dinorah Santa Ana, ex esposa y madre de sus dos hijos, se ha convertido en una activísima estrella de Instagram, con 18,3 millones de seguidores. Un refugio mediático en el que brilla su melomanía y la relación sentimenta­l con la modelo tinerfeña Joana Sanz. La música es parte de su vida cotidiana y familiar. Su hermano mayor, Ney, es el líder de la banda “Forró (ritmo del nordeste de Brasil) na Hora”. Difícil de reemplazar y olvidar en Cataluña, donde ganó tres Copas de Europa y se constituyó en el socio ideal de Messi, precisa más de un ambiente para exhibir sus 35 títulos (más otra final de Champions con la Juventus), los mismos que hasta hoy suman Ryan Giggs y Kenny Dalglish, con los que compone el trío de mayores acumulador­es de trofeos en la historia.

Por estos días, Unai Emery, que ya sabe que Neymar Jr. no estará en una de las exigentes citas para las cuales había sido adquirido, debe estar repasando a diario las cientos de frases inspirador­as que aparecen en su libro de 253 páginas. Si quisiera ahorrar tiempo de lectura, le bastaría con observar a su alrededor. De hacerlo, aunque sea con una rápida mirada, minimizarí­a cualquier comentario venenoso y se convencerí­a de que ningún equipo en el que esté Dani Alves puede ser considerad­o frío, ni perdedor.

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