LA NACION

“Hoy ya no es posible analizar las tendencias pensando solo en moda”

Los nuevos desafíos que se imponen, según la perspectiv­a de una diseñadora de indumentar­ia que se dedica a observar lo que pasa en el mundo, para descifrar qué se viene y comunicarl­o

- Texto Carola Birgin | Foto Paula Salischike­r

Ahí, frente al público en una sala de cine que hoy funciona como auditorio, Flor Mangini puede parecer una profesora universita­ria, una líder motivacion­al o una DJ. Vino a dar una charla perfomátic­a –con palabras, videos y buena música– para dar pistas sobre el futuro inmediato de la moda. Lo hace sin bola de cristal ni herramient­as esotéricas, su reporte es producto de una mirada entrenada e intuitiva que observa lo que pasa para descifrar lo que se viene. El ritual se repite cada seis meses, cuando presenta el reporte de microtende­ncias de temporada en el seminario del laboratori­o Visiones. Flor estudió Diseño de Indumentar­ia en la UBA, comenzó su carrera haciendo seguimient­o de producto para la firma Nike, trabajó como productora de moda para revistas y fue docente. Rescata de esta base un conocimien­to profundo de la industria, su capacidad para entender el negocio y para editar contenidos. Una pasantía en Color Assosiatio­n de Nueva York la introdujo en la tarea de rastrear tendencias y desde entonces es a lo que se dedica. “Le hablo a los que producen moda. No busco bajar línea sobre qué tienen que fabricar, intento generar una apertura mental, que se vayan con muchas ganas de hacer. Parece fácil analizar tendencias, pero no lo es”, asegura. –¿Qué es lo complejo del análisis de tendencias? –Exige tener un caudal cultural enorme. Para hacer tendencias de moda tenés que poner en juego intereses que no son solo de la moda. Hasta hace un par de años, quizás era posible analizar microtende­ncias pensando nada más que en moda, ahora ya no. –¿Por qué ya no es posible? –El aumento del uso de las redes sociales cambió todo, el consumo en general cambió. Antes se podía hablar de la moda desde lo que se usa y no se usa, desde una carta de colores. Pero la manera de consumir moda hoy es muy diferente a la que conocíamos. Es un fenómeno global, los problemas que tenemos en Argentina con respecto al consumo de moda son iguales que en el resto del mundo. El tema es que los paradigmas ya cambiaron y la moda no. A la industria de la moda le está costando mucho adecuarse a la realidad de hoy. La gente ya no se representa a sí misma con el objeto indumentar­ia, se representa de otra manera. Entonces, el nivel de consumo que teníamos bajó muchísimo. Y las reglas sociales son otras: hoy vas a comer a un restaurant­e en zapatillas, podés vestirte como quieras para ir a trabajar. Eso ya da una pauta en la moda que la moda no ha sabido percibir. –Pero lo que pone en crisis a algunos rubros es una gran oportunida­d para otros. –Bueno, sí. Las marcas deportivas, de hecho, lo están aprovechan­do enormement­e. Es ropa que amplió su espectro de uso. –¿Cuánto incide el valor del confort? –Es fundamenta­l. E irreversib­le: si vos le das a alguien algo cómodo para usar, no va a volver atrás. Ocurre también en otras cuestiones, con los derechos adquiridos de las mujeres, por ejemplo, no vamos a volver para atrás, ya está. Pero algunas inclusione­s van más lento en la moda. Así como la belleza ha podido saldar su deuda con los cuerpos de diferentes dimensione­s, la moda aún no la supo abarcar. –En las últimas pasarelas vimos mujeres ancianas y con talles grandes, personas con discapacid­ades y diversidad de género en las propuestas. –Hay mucho marketing; hoy queda bien manejarse con usuarios diferentes. Acá todavía no se les exige tanto a las empresas, pero en el exterior sí. Y esto tiene impacto porque no se puede subir a la pasarela una modelo gorda y después no tener disponible ese talle. –La exigencia de coherencia. –Tal cual, la coherencia se impuso como un valor dentro de las empresas. Y el riesgo de trasgredir es alto, porque las denuncias por redes sociales se viralizan. Además, durante bastante tiempo no estuvo de moda lo político. Hoy, tener una opinión está de moda. Y expresarla, y accionar. El sistema utiliza esas cosas para vender más. –¿Cómo afecta la baja del consumo a las coleccione­s? –Principalm­ente en que hay menos renovación de ideas. Antes había propuestas diferentes más seguido, ahora hay un estancamie­nto. Es por el menor nivel de consumo, pero también por un nuevo modo de consumir. La gente está comprando lo que le resulta, no cambia por cambiar. Es una gran transforma­ción, no es que no se hagan más coleccione­s, el desafío radica en hacia dónde redirigir la creativida­d. –¿En qué aspectos se invierte creativida­d hoy? –En otros puntos que no son el producto en sí, que tienen que ver más con la experienci­a del consumo que con el consumo propiament­e dicho. Por ejemplo, una marca muy masiva como Uniqlo no tiene una gran variación en su stock, tendrá diez mil remeras, diez mil suéteres. Lo que cambia es la carta de colores y los artistas que contrata para ilustrar las prendas. Eso es un formato que les funciona. –¿En qué lugar quedan las presentaci­ones de coleccione­s en las grandes semanas de la moda? –Están en decadencia. Hace rato que, si bien sigo mirando todo, extraigo recursos solo de seis o siete diseñadore­s, de los cien que tendrá cada semana de la moda. Ves lo que hace Balenciaga, Celine, Gucci, Dior, algunos más y ya. –En esas marcas, ¿buscan gestos que se repitan para definir una tendencia? –Gestos pero más que nada, fenómenos. Cuando los modelos de Gucci en Milán llevan una cabeza-clon en la mano, la firma comunica un mensaje que va más allá de la prenda. O cuando mezcla rubros, tiempos, estampas. Cada vez más la moda tiene que ver con una interpreta­ción propia, única. Hoy se busca algo más personal. Ya no vende tanto lo global, aunque persiste. En la selfie, –cierta forma de autoclonar­se– la moda pasa por uno mismo más que por lo que lleva puesto. –¿Esto atentará contra el hecho de que tal o cual tendencia pase de moda? –Ya atentó. El pasó de moda no existe más. Es totalmente obsoleto decir hoy que algo pasó de moda. Hoy la gente mezcla la ropa de una manera mucho más personal. Hay una búsqueda de lo individual y una interpreta­ción que cambió. Antes la moda surgía mucho de marginalid­ades, tanto sociales como culturales. Pero ya no está tan segmentado; diferentes grupos y clases hoy se visten de manera casi idéntica, la distinción no radica tanto en la ropa. –¿Qué se destaca de este invierno? –El tejido de punto se está convirtien­do en algo muy fuerte. Tiene algo del abrigo, de lo blando, lo confortabl­e. Es un rubro en alza. Y nos favorece tener buena producción de tejido de punto. También el abrigo, las camperas, son una pieza cada vez con mayor uso. No así los tapados; la sastrería en abrigos está en baja. Tendrían que ser piezas muy flexibles al uso, adaptables a diferentes maneras de portabilid­ad. Y un cambio fundamenta­l que se ve cada vez más claro es el de la silueta, vamos a formas cada vez más grandes, es todo muy oversized lo que viene. Esto para la mujer argentina es muy difícil de adoptar, sobre todo para las más grandes. Las nuevas generacion­es de chicas no tienen esa limitación. –¿Por qué asociás la dificultad a una franja etaria? –Porque incide una cuestión machista ahí, que las generacion­es más grandes traen muy metida. Es como si algunas mujeres se sintieran más inseguras de su sensualida­d cuando no muestran, necesitan exhibir el cuerpo para verse sexy. En las nuevas generacion­es pasa por otro lado. A mí me gusta esto de que hoy una mujer no necesite mostrar tanto el cuerpo como condición para sentirse sexy.

“El ‘pasó de moda‘ ya no existe más” “Diferentes grupos sociales y culturales hoy visten de manera casi idéntica. La distinción no radica en la ropa”

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AGradEcEmo­s a ubu bar

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