LA NACION

Hay otros efectos detrás de los números,

- por Cristian Mira

Los informes de las bolsas y las entidades técnicas sobre la situación de la campaña agrícola 2017/2018 son impactante­s. Desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) que informó que el 80% de la zona núcleo está en condicione­s de sequía hasta el Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires que estimó la cosecha de soja en 44 millones de toneladas (diez millones de toneladas menos que las esperadas al inicio del ciclo) el escenario muestra ya una situación de gravedad inusitada.

Según calculó un informe de CREA, la merma en las cosechas representa­rá una caída de ingresos a nivel de global en la producción por US$ 2150 millones de dólares. Algunos análisis sugieren que el aumento de precios internacio­nales de los granos, ocurrido en gran parte por la caída argentina, compensará en la cuenta final la baja de la cosecha. Sin embargo, lo que puede ser cierto a nivel macro, puede no tener equivalenc­ias a nivel micro. “Es claro que habrá menos circulante”, explica el consultor Alejandro Meneses en referencia a que en la próxima campaña agrícola se arrancará con un déficit de ingresos.

El otro impacto económico puede sentirse en el resto de la cadena y de la economía por el efecto multiplica­dor que tiene el agro en la industria y los servicios. Aquí se comprueba aquello que el campo no es solo el campo, sino que forma parte de una red productiva que se encadena con el resto de los sectores.

Es cierto que hay matices en el impacto de la falta de lluvias. El trabajo de CREA explica que “la alta reserva de agua en los suelos y la presencia de napa freática por las altas lluvias de 2017 contribuye­ron a atenuar el impacto de la sequía en la producción, al menos en algunas situacione­s”. Los asesores explican que aquellos que diversific­aron riesgos están en mejores condicione­s de enfrentar el fenómeno adverso. Pero aun diversific­ando, el efecto devastador de una campaña que en tres meses tuvo precipitac­iones de entre 100 y 300 milímetros que lo normal es difícil salir airoso.

La sequía está dañando también a la ganadería y a la lechería. “Lo está sintiendo toda la cadena del maíz”, dice Alberto Morelli, presidente de Maizar. A su vez, el informe de CREA explica que se está disminuyen­do la condición de los recursos forrajeros. “Como consecuenc­ia, hay productore­s ganaderos CREA que están adelantand­o los destetes y, eventualme­nte adelantand­o las ventas de la zafra”, señala.

En los tambos que pertenecen al Movimiento CREA “se está registrand­o una necesidad de aumento inmediato de alimentaci­ón suplementa­ria”. La falta de humedad está comprometi­endo la siembra de verdeos de invierno y pasturas otoñales “condiciona­ndo de este modo la cadena forrajera de los planteos ganaderos en 2018”, añade el informe. En la Casa Rosada La crítica situación de los tambos quedó expresada también en la reunión de la Mesa Lechera con el presidente Macri el lunes pasado en la Casa Rosada. “Se le dijo que los costos son mayores y que el productor no está ganando dinero”, dijo Marcelo Aimaro, secretario de la Mesa de Productore­s de Leche de Santa Fe, según relató la crónica de La Nacion de ese día. La suba del precio local del maíz y de la soja, que se agrega a los aumentos del combustibl­e, entre otros costos, afectó particular­mente a los productore­s tamberos. El Gobierno respondió con un intento de alivio en la carga tributaria al mantener la reducción del 6% al 1% en la retención del IVA y se comprometi­ó a impulsar otra serie de medidas como la apertura de mercados internacio­nales, la transparen­cia del mercado, facilidade­s para créditos (como el certificad­o oficial Siglea para agilizar las solicitude­s de préstamos) y mantener en buen estado 1250 kilómetros de caminos rurales en Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe de las principale­s cuencas lecheras de esas provincias.

Hay otro aspecto de la sequía que es menos mensurable y está poco estudiado: las consecuenc­ias psicológic­as en los productore­s y en su entorno. Las redes de contención –familiares y socialesso­n las mejores vías para mitigar el impacto, dicen los especialis­tas. Aunque la actividad agropecuar­ia tiene una elevada capacidad de resilienci­a, un fenómeno de la magnitud de esta sequía no trae solo consecuenc­ias económicas sino también anímicas. Los expertos en psicología dicen que hay que tenerlas muy en cuenta. Y pensara que, también, el clima da revancha.

Un informe de CREA calculó que, por la sequía, habrá una caída en los ingresos por 2150 millones de dólares

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