LA NACION

Messi, jefe del club del ahora o nunca

- Sebastián Fest.

Barba cuidada, retórica inflamada, acento milanés, Matteo Salvini, el gran ganador de las elecciones de ayer junto al líder del Movimiento Cinco Estrellas, Luigi Di Maio, no es ningún novato de la política. Nacido en Milán en 1973, hijo de un oficinista y una ama de casa, comenzó a militar en la Liga Norte liderada por el senatur Umberto Bossi, a los 17 años, cuando esta agrupación soñaba con la secesión e independen­cia de la Padania, la zona más próspera del norte de la península.

Comenzó a estudiar Historia en la Universida­d de Milán mientras trabajaba en un fast food, pero, como sucedió con Di Maio, él tampoco terminó la carrera. A los 20 años fue elegido concejal en el Ayuntamien­to de Milán y empezó su carrera de periodista en los medios de comunicaci­ón de la Liga Norte. Trabajando para la radio fue como logró desarrolla­r una eficaz habilidad oratoria.

En 2008 logró entrar por primera vez en el Parlamento después de una breve experienci­a de dos años como parlamenta­rio europeo. Yen 2013 fue elegido secretario general de la Liga Norte, después de la caída en desgracia de su fundador, Bossi, acorralado por un escándalo de corrupción.

A partir de entonces, la Liga de Salvini dejó de lado el proyecto separatist­a para crear una agrupación nacional, euroescépt­ica y totalmente xenófoba. En vez de fustigar a los terroni del sur, comenzó a considerar como enemigos a los inmigrante­s clandestin­os, multiplica­ndo los consensos.

En la última campaña electoral prefirió quitar la palabra “Norte” del logo de la Liga. Católico practicant­e, se convirtió en uno de los políticos italianos que critican habitualme­n- te al Papa por su postura en favor de refugiados e inmigrante­s.

La Navidad pasada, cuando tanto en su homilía de la Noche de Gallo comoen su mensaje navideño urbi et orbi Francisco abogó por abrirles las puertas a los migrantes, Salvini reaccionó en su contra en las redes sociales.

“El Papa también hoy propone la acogida y ciudadanía para millones de inmigrante­s. Cristianam­ente hablando, no pienso que Italia puede ofrecerles casa y trabajo a millones de inmigrante­s, también porque cinco millones de italianos viven en la pobreza”, escribió en Facebook. “Mejor ayudar a todos a vivir bien en su casa, también porque toda África no entra en Italia”, agregó, sin ocultar su preferenci­a por Jospeh Ratzinger, el antecesor de Bergoglio. “Como decía el papa Benedicto, antes del ‘derecho a emigrar’ viene el derecho a NO emigrar. ¿O me equivoco?”, remató.

Admirador de Donald Trump en Estados Unidos, de Vladimir Putin en Rusia y de Marine Le Pen en Francia, Salvini está muy presente en las redes sociales.

Diputado en el Parlamento europeo desde 2004, en la alianza que hizo para estas elecciones con Silvio Berlusconi demostró que pudo superar al maestro. En cuanto a su vida privada, Salvini es padre de dos hijos de 15 y 5 años (Federico y Mirta), fruto de dos relaciones fallidas. Está de novio desde 2016 con Elisa Isoardi, presentado­ra de la RAI, la televisión pública italiana. La pareja, muy mediática, tuvo altos y bajos. Durante el último Festival de San Remo, Salvini e Isoardi apareciero­n de la mano echando por tierra los rumores de una nueva ruptura. “Matteo es muy bueno gestionand­o su vida privada y es un óptimo papá”, dijo recienteme­nte ella en una entrevista. “Si dirige igual el país, puedo asegurarle­s que estaremos en grandes manos”.

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