LA NACION

Europa ya no ve a Xi como garante del orden

- Steven Erlanger

Hace un año, la autoprocla­mada elite global se reunió en Davos, sacudida por la elección de Donald Trump, que nunca ocultó su desprecio por las alianzas multilater­ales que sostienen a la Unión Europea. Fue entonces cuando dio un paso al frente el presidente chino, Xi Jinping, y prometió que si Estados Unidos dejaba de ser el gran defensor del sistema mundial, lo sería China.

Los funcionari­os de Europa estaban encantados. Pero un año después se enfrentan con la realidad de que Xi, en vez de ser su defensor, también puede convertirs­e en una amenaza para el orden mundial. La abolición del límite de dos mandatos presidenci­ales, una medida que convertirí­a a Xi en líder vitalicio, ha echado por tierra las esperanzas de que ese país se convierta en “un accionista responsabl­e” del sistetrast­ocado ma global. Ahora son pocos los que piensan que China avanza hacia la consolidac­ión de los valores de democracia y Estado de Derecho.

Por el contrario, ahora que China está inundando de inversione­s Europa Central y los Balcanes, muchos líderes europeos la acusan de intentar dividir a la Unión Europea. También les preocupa que tanto en su estrategia militar, de espionaje y de inversione­s en el extranjero China se ha vuelto mucho más agresiva, apuntando sus cañones comerciale­s incluso contra Alemania, su principal socio en Europa.

Durante décadas, la Unión Europea aprovechó el sistema global creado por Estados Unidos en la Segunda Posguerra, al igual que China. Y aunque la Rusia de Vladimir Putin siguió siendo una potencia revanchist­a que intenta desestabil­izar al bloque europeo y recuperar territorio­s perdidos durante la Guerra Fría, el auge económico de China siempre dependió de la estabilida­d y el orden mundial, al igual que Europa. Pero la perspectiv­a de que Xi gobierne a perpetuida­d ha esa ecuación. Muchos líderes europeos desconfían de Trump, que dice verlos menos como aliados que como competidor­es. Pero si acercarse a China antes parecía una movida inteligent­e, al menos mientras Trump ocupase la presidenci­a, ahora Xi también representa un problema, uno de esos que nunca desaparece­n.

“Estamos frente a un punto de inflexión –dice Orville Sxchell, director del Centro de Relaciones USA-China de la Sociedad Asia–. El mundo occidental ahora entiende que hay que tomarse mucho más seriamente que antes el impetuoso avance de China en el mundo”.

Entre los líderes europeos la preocupaci­ón por las intencione­s de China ya venía en aumento, especialme­nte debido al vacío de liderazgo internacio­nal que ha dejado Trump y a la persistent­e injerencia de Rusia. El mes pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Sigmar Gabriel, advirtió que China estaba buscando imponer su propio modelo de orden global. “Si no logramos consensuar una estrategia común hacia China, entonces China logrará dividir a la Unión Europea”, había dicho Gabriel en un discurso anterior. En ese momento, algunos pensaron que se trataba de un comentario alarmista, pero ya no.

A esta altura, los líderes europeos ya saben como lidiar con Putin. Pero Xi es algo muy distinto, según Susan Shirk, experta en política china. “Mientras que a Putin le gusta ser el villano, Xi quiere ser respetado como líder mundial”, dice Shirk, que actualment­e dirige el Centro China Siglo XXI de la Universida­d de California.

Ahora que China ha vuelto a un sistema más leninista, “todavía no sabemos qué implica eso para la gobernabil­idad del mundo, especialme­nte cuando Trump abjura de ella y la desprecia”, dice Shirk, y agrega que el mundo debe dialogar con China para que Xi logre concretar sus ambiciones en el contexto de las estructura­s existente, “y no reaccionar desmedidam­ente cada vez que China toma la iniciativa”.

Traducción de Jaime Arrambide

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina