LA NACION

China aumenta el gasto y no pierde pisada en la carrera armamentis­ta

La Asamblea anunció una suba del 8,1% para hacer frente a las hostilidad­es en el Pacífico y la rivalidad con EE.UU.

- Adrián Foncillas

PEKÍN.– China incrementa­rá su gasto militar el 8,1% para lidiar con los “profundos cambios en el panorama de la seguridad nacional”, afirmó ayer el primer ministro, Li Keqiang, en la apertura de la Asamblea Nacional Popular o Parlamento chino.

Es tradición ya que la cifra del presupuest­o militar que inaugura el cónclave anual sirva para avivar la amenaza china mientras el país se esfuerce en subrayar la naturaleza defensiva de la inversión y el compromiso con la paz. La liturgia se repitió ayer.

El aumento responde al entorno crecientem­ente hostil. Pekín acumula conflictos territoria­les con media docena de países en el mar del Sur de China y con Japón por las islas Diaoyu/Senkaku en el este. Y sufre la presencia militar atosigante de Estados Unidos en el Pacífico, donde ambas potencias se han citado para dirimir primacía global.

La cifra permite interpreta­ciones enfrentada­s. Unos subrayan que es la mayor del último lustro (7,6% y 7% fueron las anteriores), supera la previsión de crecimient­o económico (situada en el 6,5%) y viene acompañada de una actitud cada vez más beligerant­e. Una mirada sosegada aconseja relativiza­r la amenaza. Los 142.000 millones de dólares que gastará China son una cuarta parte de los que invierte Estados Unidos. El gasto chino en Defensa supone el 1,9% de su PBI mientras el estadounid­ense alcanza el 3,3%, según el Instituto Internacio­nal de Investigac­ión por la Paz de Estocolmo. Washington, que gasta más que la suma de los siguientes siete países, aprobó el pasado una subida del 10% de su presupuest­o militar con una economía que apenas ronda el 2,4%. El grueso va destinado a la marina y su destino lógico es el patio trasero chino. El objetivo de la inversión, aclaró Donald Trump, es que “Estados Unidos vuelva a ganar guerras”. Y la semana pasada, el presidente ruso, Vladimir Putin, presentó un nuevo arsenal nuclear que había avivado los temores globales a una carrera armamentis­ta.

Los aumentos pasados habían decepciona­do al estamento, que los juzgaba escasos en un contexto de crecientes tensiones en el continente y con Japón jubilando su ejemplar Constituci­ón pacifista. El último, por el contrario, es excesivo para Tong Zhao, experto en seguridad del Centro Carnegie-Tsinhua. “China ya es lo suficiente­mente fuerte como para que nadie quiera amenazarla. No necesita seguir incrementa­ndo su poder militar, sino empezar a solucionar la percepción de amenaza que tienen otros países sobre su auge”, comenta.

Pekín ha presentado en los últimos meses su primer portavione­s de fabricació­n local (el anterior era chatarra ucraniana para el desguace sometida a una esforzada labor de lampisterí­a), un destructor con misiles guiados y sus cazas J-20. Son los frutos de la modernizac­ión de un ejército que apabulla en cantidad y flaquea en calidad.

Xi Jinping, presidente chino, pretende estrechar la inmensa brecha que media aún entre el poderío militar y su influencia política y económica global. Entre sus medidas figura la dolorosa jubilación de 300.000 soldados y el relevo de buena parte de la apolillada cúpula militar. También ha llevado su campaña contra la corrupción a un sector tradiciona­lmente impune, donde la compra en masa de los cargos provocaba dudas fundadas sobre la competenci­a de sus mandos en un escenario bélico.

La urgencia de modernizar el ejército se une a la de mejorar los salarios de un gremio que ha quedado muy atrás de la pujante clase media. “Una parte muy importante del presupuest­o de Defensa irá a compensar las bajas inversione­s del pasado y será usado principalm­ente para mejorar el equipo y el bienestar de las tropas, tanto en sus condicione­s de trabajo como en su vida”, señaló este fin de semana Zhang Yesui, vocero de la asamblea.

El Parlamento chino es el mayor del mundo y uno de los más prescindib­les: se limita a sellar lo que llega del partido. Sus casi 3000 delegados, que nunca han vetado una ley o presupuest­o, enterrarán este domingo el límite de los dos mandatos presidenci­ales para que Xi pueda continuar en el poder más allá de 2023.

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Ap Oficiales del ejército chino, ayer, en la Asamblea

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