LA NACION

El futuro de la expresiden­ta desde ahora se llama juicio oral

- Hernán Cappiello

C ristina Kirchner cambiará su banca legislativ­a por el banquillo de los acusados y el recinto del Senado por una sala de juicio oral en los tribunales de Comodoro Py 2002. Aunque la mudanza no será inmediata.

Hay tres grandes juicios orales que asoman en el horizonte de la expresiden­ta: uno es una megacausa por corrupción y otros dos son casos de alto voltaje por decisiones políticas de su gobierno. Los jueces de los tribunales orales temen más a estos últimos que al primero. La expresiden­ta le teme más al primero que a estos últimos.

La causa que acaba de elevar a juicio el juez federal Claudio Bonadio es la que se inició por la denuncia de Alberto Nisman antes de morir, en lo que la Justicia ya consideró un homicidio. En esta causa Cristina Kirchner está acusada de encubrimie­nto agravado y va a juicio con Héctor Timerman, Carlos Zannini y Oscar Parrilli, entre otros acusados.

Cristina Kirchner está procesada con prisión preventiva. Este fallo fue dictado por Bonadio y confirmado por la Cámara Federal. Resta que aún se expida la Sala IV de la Cámara de Casación, que tiene este asunto en estudio y se pronunciar­á este jueves. Probableme­nte por confirmar todo y allanar el camino al juicio oral.

La expresiden­ta sigue en libertad solo porque la protegen sus fueros de senadora. El peronismo en el Senado decidió además congelar cualquier debate sobre la posibilida­d de quitarle esos fueros para que vaya presa, como pasó con Julio De Vido en la Cámara de Diputados. El Gobierno tampoco quiere azuzar ese debate. Le conviene más tener a Cristina Kirchner libre, controvers­ial y a tiro de desafuero que presa y victimizad­a.

El caso de encubrimie­nto, donde está acusada de firmar un pacto con Irán para buscar la impunidad de los iraníes acusados de volar la AMIA, recién está en la etapa inicial de que se sortee un tribunal oral y está lejos de que los jueces le pongan fecha a este proceso, que podría tener lugar recién en 2019.

Los jueces del tribunal oral le temen a este caso porque entienden que se tratará, en última instancia, de determinar si la decisión política de acordar con Irán para mejorar el comercio bilateral se convirtió en un delito de encubrimie­nto.

Y los que resulten sorteados terminaría­n por pagar el costo político de una absolución o de un fallo que contraríe el juicio de los medios.

Además, todo se agrava con la palabra AMIA, pues cualquier causa ligada al ataque termina contaminad­a en los tribunales y sus protagonis­tas temen ser alcanzados por una suerte de maldición que los acompañará en su carrera judicial.

El caso del dólar futuro comparte estas caracterís­ticas: fue una decisión política la que determinó que Cristina Kirchner ordenara comprar dólar en el mercado de futuro a sabiendas de que una devaluació­n iba a provocar un resultado ruinoso para el Estado. Si esta decisión de política económica es un delito lo deben determinar los jueces del Tribunal Oral Federal Nº 2, que ya tienen el caso en sus manos y aún no le pusieron fecha.

El tercer juicio que se viene, también en 2019, es una megacausa por corrupción donde la expresiden­ta irá a juicio con sus hijos Máximo y Florencia, los empresario­s Lázaro Báez y Cristóbal López y su exministro Julio De Vido. Se la acusa de direcciona­r la obra pública en beneficio de Báez para convertirl­o en millonario y lavar luego parte de ese dinero que retornó a sus arcas mediante alquileres de habitacion­es hoteleras (que da forma al caso Hotesur, aún no elevado a juicio) y de departamen­tos (investigad­o en el caso Los Sauces, tampoco elevado a juicio todavía).

Esta causa se puede ligar a la ruta del dinero K, donde Báez está preso por lavado de dinero y Cristina Kirchner imputada. Este asunto ya fue elevado a juicio y lo tiene el Tribunal Oral Federal Nº 9, que podría terminar de concentrar a todos estos procesos por corrupción.

El futuro de la expresiden­ta se llama juicio oral, pero no en lo inmediato. Eso sí: según la convenienc­ia política de propios y adversario­s, llegará en libertad.

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