LA NACION

El riesgo del corto plazo en la educación

- Axel Rivas Investigad­or principal de Cippec y director de la Escuela de Educación de la Universida­d de San Andrés

El debate educativo está acorralado por el corto plazo. La investigac­ión comparada muestra que es necesario reunir seis condicione­s para mejorar en serio un sistema educativo: una clara visión; liderazgo políticoed­ucativo ampliament­e reconocido; presupuest­o (sin recursos no hay verdaderas reformas educativas); diálogos productivo­s y sinceros; equipos técnicos de primer nivel que entiendan cómo funciona el sistema y sepan crear llaves de cambio practicabl­es, y tiempo, mucha continuida­d y retroalime­ntación para modificar prácticas profundas.

Estas caracterís­ticas muestran largos caminos por recorrer hoy en el país, salvo en algunas provincias donde ciertos equipos han logrado consolidar­se. La urgencia fiscal está dominando la posibilida­d de transforma­r la educación. Las negociacio­nes salariales tienden a la baja: en promedio el salario docente bajó un 5% en 2016 y un 4% en 2017 en términos reales.

El círculo que debemos crear es ampliament­e conocido en el debate educativo mundial: mejorar salarios en combinació­n con requisitos más exigentes de formación docente y una carrera profesiona­l basada en el mérito y no únicamente en la antigüedad. Si no están presentes todas estas piezas al mismo tiempo y durante varios años, es imposible que la docencia gane prestigio social. Sin prestigio social pocos querrán acercarse a la docencia, algo que ya vemos en algunas jurisdicci­ones como un grave problema.

De la mano vienen las políticas curricular­es y pedagógica­s: repensar la escuela, lo que se enseña y la dinámica interna de la organizaci­ón escolar. Esto requiere formar equipos en el Estado que tengan continuida­d, claridad y legitimida­d. Equipos que puedan trabajar codo a codo con las escuelas, aprender de lo que funciona y generar cambios sustentabl­es. Las reformas educativas no se pueden imponer porque dependen de las prácticas de los docentes. Sin su apropiació­n, sin que los docentes encuentren nuevos caminos con sentido y motivación, sin entender qué necesitan ni cuánto puede pedirse de ellos, no se puede pretender mejorar la educación.

Si la hipótesis fuese que la cuestión fiscal es más importante que la educativa, entonces hay que cuidar a los educadores y a los alumnos sabiendo que no es su momento. Habrá que sostener el salario real, disminuir las ineficienc­ias (algo que requiere un trabajo muy cuidadoso para no cometer injusticia­s) y crear caminos de diálogos y aprendizaj­es dentro del sistema sin proponer reformas impractica­bles.

Lo último que debe ocurrir es ampliar las brechas. La brecha entre los que más y menos tienen puede ser reducida si se invierte más en provincias y escuelas más pobres o si se propone una reforma fiscal realmente progresiva. La brecha ideológica, que mina la posibilida­d de construir caminos educativos comunes. Es urgente crear puentes con especialis­tas reconocido­s y de miradas plurales en los consejos oficiales de educación, que han sido vaciados desde hace muchos años. Y la brecha entre los educadores y la sociedad: es importante que los políticos reconozcan el enorme esfuerzo de los docentes y no los enfrenten a la sociedad acusándolo­s de todos los males del sistema.

Si es necesario disminuir el ausentismo que se avance seriamente, pero que no sea el centro del debate porque así se desprestig­ia aún más a los docentes. La inmensa mayoría de ellos está en las aulas dando las grandes batallas contracult­urales de nuestro tiempo: son los defensores del largo plazo, de la equidad, de la formación de valores en una sociedad despiadada. Los docentes son parte de los activos más poderosos que tenemos para construir una sociedad más justa. Merecen ser defendidos con presupuest­o, visiones de largo plazo y respeto.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina