El uso del VAR en Rusia: no son los árbitros, son los datos
Los analistas de datos del Abierto de Australia, que reinventaron la utilidad de las estadísticas en el tenis, procesaron más de 37 mil puntos captados por el Ojo de Halcón en los últimos tres años para hacer análisis predictivos del juego. El Ojo de Halcón, como herramienta adoptada en 2005, estaba siendo subejecutada: servía solo para el objetivo de su creación (determinar si una pelota había sido buena o mala), cuando en realidad estaba capturando buena parte de la historia moderna del juego y con posibilidades casi infinitas. El VAR tendrá gusto a poco si solamente se usa como VAR desde Rusia 2018. Es obvio que las denominaciones dicen mucho de los inventos. Hablar de Ojo de Halcón remite a un ave con una capacidad cuatro veces superior al alcance del ojo humano. Simboliza en el tenis una mirada que está por encima de ese instante de apreciación que no es suficiente para un juez en lo alto de la silla y para los que custodian las líneas. El Video Assistance Referee (VAR), de traducción muy poco sexy al español, tiene limitada su misión desde el nombre: está como apoyatura exclusiva del árbitro del partido. No es una herramienta disponible para entrenadores y jugadores que puedan sentirse “víctimas” de algún error. El fútbol es un deporte de bajo goleo y justamente es por eso que no puede permitirse fallar en las grandes ocasiones: lo poco define mucho. Intervenir con el VAR sobre cuatro hechos puntuales de un partido (un gol, un penal, una infracción no vista por el árbitro y una confusión de identidad de jugadores) implica según la FIFA cubrir esas situaciones que puedan modificar el curso de un partido y la suerte de un seleccionado en el campeonato. Marcado ese pecado original, que probablemente salven en el futuro otras nuevas reglas del fútbol, el VAR también podría quedarse en un recurso acotado cuando su potencial podría destinarlo a ser el mayor recolector de datos de la historia del fútbol. Por reglamento de la International Board, el VAR se desplegará sobre el mismo tendido de cámaras que se usarán para la transmisión de los partidos. También admite el agregado de cámaras que no sean de los “broadcasters”, pero a la que puedan tener acceso los mismos canales. El control de la sala de video es la clave del asunto. Los asistentes de los árbitros pueden avanzar y retroceder en vivo, ampliar las imágenes y aplicar la pausa hasta encontrar lo que buscan. Así descubrirán si el árbitro se equivocó o no. Pero toda esa plataforma de video, además, podría cruzarse con herramientas analíticas, de aprendizaje automático (machine learning) e inteligencia cognitiva para darle profundidad al juego con la captura de los datos del partido. Un “mapeo” total de toda la cancha, cuando el ojo de la transmisión televisiva se encarga solo de seguir a la pelota, permite recopilar información de todas las dimensiones de los partidos del Mundial. Eso fue lo que descubrieron los australianos con el Ojo de Halcón: no se trataba solamente del pique de la pelota, sino de cómo corren los jugadores, cómo impactan, qué dirección le daban al tiro, qué velocidad llevaba la pelota y qué ángulo si se trataba de un servicio. La arquitectura de ese Big Data y la velocidad de poder interpretarlo es lo que deriva en las métricas que luego son útiles para conocer sistemas de juego, rendimientos individuales y entender cómo sucede lo que no llegamos a captar con nuestros ojos. El aprendizaje automático incluso hasta podría reemplazar a los árbitros que observan en la sala de situación, como ya sucede con las cámaras que procesan las foto-multas de los automovilistas que cometen infracciones. Los árbitros serían otro gremio con razones fundadas para pedirle al futuro que todavía no venga. La experimentación con casi mil partidos en más de 20 ligas y federaciones le permitió a quienes regulan el fútbol sacar las conclusiones finales para habilitar el sistema para Rusia. Algunos datos interesantes de la muestra: el 57, 4 por ciento de las revisiones fueron por goles o penales, Cada detención en promedio consumió 20 segundos, el VAR tuvo un 98,8 por ciento de aciertos e influyó en la definición del 9 por ciento de los partidos. La FIFA con el VAR no solamente tendría un ladero confiable para el árbitro. Tiene la posibilidad llevar el estudio y el análisis del fútbol a un nivel superior.