Las ciudades chinas pelean por seducir a startups extranjeras
Las autoridades ofrecen oficinas, dinero, asesoramiento, servicios de logística e incluso mobiliario básico para lograr que se instalen nuevos emprendedores de todo el mundo
CCuando María Veikhman, fundadora de Scorista, una nueva firma rusa dedicada a la calificación crediticia, estaba considerando expandirse al extranjero, inmediatamente pensó en China. Cree que allí hay vastas posibilidades, porque dos quintos de los chinos no tienen antecedentes crediticios. Veikhman se estableció en el Parque de Software de Tianfu, una incubadora de propiedad estatal en Chengdu, la capital de la provincia de Sichuan, donde las autoridades municipales “ofrecen casi todo gratis”. Chengdu apunta a alcanzar a Pekín, Shanghai y Shenzen, que actualmente están en otro nivel empresario: juntas tienen más de cien unicornios, o firmas nuevas privadas que valen más de US$1000 millones. La ciudad del sudeste asignó 200 millones de yuan (US$30 millones) en 2016 a un fondo de innovación y startups para fundadores extranjeros de empresas, y entrega hasta 1 millón de yuanes en efectivo a nuevas firmas extranjeras y joint ventures con buen nivel de capitalización. Si los fundadores son “talentos internacionales de primer nivel”, por ejemplo, premios Nobel, el incentivo trepa a 100 millones de yuanes. En marzo pasado la zona de alta tecnología de Chengdu abrió una oficina para proveer servicios de startup a expatriados, incluyendo el registro de corporaciones. Ahora trabajan allí unos 3000 extranjeros, muchos de los cuales operan sus propios negocios.
Otras ciudades están dando pasos similares. Pekín y Zejiang han creado centros con fondos importantes para emprendedores extranjeros. Las autoridades pueden estar particularmente interesadas en atraer “tortugas de mar” emprendedoras, lo que significa chinos educados o nacidos en el extranjero, pero también ayudan a chinos no étnicos. Shanghai y Wuihan, la capital de la provincia de Hubei, están planificando nuevas instalaciones para ganadores de competencias de startups internacionales que se realizan en China. En al menos diez provincias hay nuevas políticas inmigratorias que facilitan el proceso de obtención de visa. Extranjeros que se gradúan de universidades chinas pueden solicitar permisos de residencia por dos a cinco años que llevan la marca de startup. Si cumplen ciertos criterios los expatriados que trabajan para firmas nuevas pueden solicitar residencia permanente. En Zhongguancun, un centro tecnológico en Pekín, se les ha otorgado residencia a 353 expatriados desde 2016.
Obstáculos
Los empresarios extranjeros aún enfrentan tres grandes vallas. Pese a los esfuerzos de las ciudades por facilitar la inmigración, para muchos fundadores sigue siendo difícil obtener visa.
A Veikhman le vienen negando la visa desde hace meses sin mucha explicación y tiene que viajar todos los meses ida y vuelta entre Chengdu y Moscú. El estricto control de Internet también reduce la eficiencia de las nuevas empresas. Los emprendedores extranjeros tienen que trabajar duro para adaptarse al ambiente de Internet dentro del “gran firewall”, donde están bloqueados Google, Twitter y muchos otros servicios.
A pesar de la oferta de dinero de Chengdu y otras ciudades, obtener financiación adecuada también es problemático. Los controles de capital dificultan la actividad de firmas de capital de riesgo que usan el yuan para invertir en entidades extranjeras; por lo general tienen que conformar un joint venture con un ciudadano chino. Los inversores locales tienden a preferir respaldar empresas plenamente chinas.
Sin embargo, los otros atractivos del país son potentes. “Incluso un mercado de nicho en China es inmenso”, dice Greig Charlton, exbanquero británico que maneja 247tickets.com, un sitio de compra de entradas en Shanghai desde 2014. Gracias a la promesa de reserva de entradas online en China, un empresario como Charlton tiene la oportunidad de trabajar con algunos de los mayores promotores de conciertos del mundo.
Otro atractivo es un gran pozo de talento, que es el motivo por el que, por ejemplo, App Annie, un proveedor de informes de mercado cofundado por un grupo de emprendedores europeos en Pekín, mantuvo su centro de Investigación y Desarrollo en Pekín después de haber trasladado su sede a San Francisco. Cuando Suart Oda, un empresario japonés cofundó Alesca Life, una compañía de tecnología agropecuaria con sede en Pekín, se encontró con que jóvenes ejecutivos chinos estaban mucho más dispuestos a correr el riesgo de trabajar con una startup que sus colegas japoneses.
Los bajos costos de la mano de obra, así como las políticas preferenciales en materia de compra de tierras e impuestos, también favorecen a las startups.
¿Qué es lo que explica la calidez hacia los emprendedores extranjeros? Lin Tao, un alto funcionario de la zona de alta tecnología de Chengdu, da una respuesta simple. Chengdu quiere convertirse en una ciudad cosmopolita como Nueva York y Londres para 2025 y “una precondición para ello es reunir talentos globales”, dice. Otro emprendedor, Steven Tong, CEO de Sartupbootcamp China, cita el deseo del gobierno de desarrollar tecnologías de punta. También quiere promover una visión favorable de China, señala, y eso es mucho más fácil de lograr con startups que con compañías multinacionales establecidas.