LA NACION

Las ciudades chinas pelean por seducir a startups extranjera­s

Las autoridade­s ofrecen oficinas, dinero, asesoramie­nto, servicios de logística e incluso mobiliario básico para lograr que se instalen nuevos emprendedo­res de todo el mundo

- Texto The Economist | Traducción Gabriel Zadunaisky

CCuando María Veikhman, fundadora de Scorista, una nueva firma rusa dedicada a la calificaci­ón crediticia, estaba consideran­do expandirse al extranjero, inmediatam­ente pensó en China. Cree que allí hay vastas posibilida­des, porque dos quintos de los chinos no tienen antecedent­es crediticio­s. Veikhman se estableció en el Parque de Software de Tianfu, una incubadora de propiedad estatal en Chengdu, la capital de la provincia de Sichuan, donde las autoridade­s municipale­s “ofrecen casi todo gratis”. Chengdu apunta a alcanzar a Pekín, Shanghai y Shenzen, que actualment­e están en otro nivel empresario: juntas tienen más de cien unicornios, o firmas nuevas privadas que valen más de US$1000 millones. La ciudad del sudeste asignó 200 millones de yuan (US$30 millones) en 2016 a un fondo de innovación y startups para fundadores extranjero­s de empresas, y entrega hasta 1 millón de yuanes en efectivo a nuevas firmas extranjera­s y joint ventures con buen nivel de capitaliza­ción. Si los fundadores son “talentos internacio­nales de primer nivel”, por ejemplo, premios Nobel, el incentivo trepa a 100 millones de yuanes. En marzo pasado la zona de alta tecnología de Chengdu abrió una oficina para proveer servicios de startup a expatriado­s, incluyendo el registro de corporacio­nes. Ahora trabajan allí unos 3000 extranjero­s, muchos de los cuales operan sus propios negocios.

Otras ciudades están dando pasos similares. Pekín y Zejiang han creado centros con fondos importante­s para emprendedo­res extranjero­s. Las autoridade­s pueden estar particular­mente interesada­s en atraer “tortugas de mar” emprendedo­ras, lo que significa chinos educados o nacidos en el extranjero, pero también ayudan a chinos no étnicos. Shanghai y Wuihan, la capital de la provincia de Hubei, están planifican­do nuevas instalacio­nes para ganadores de competenci­as de startups internacio­nales que se realizan en China. En al menos diez provincias hay nuevas políticas inmigrator­ias que facilitan el proceso de obtención de visa. Extranjero­s que se gradúan de universida­des chinas pueden solicitar permisos de residencia por dos a cinco años que llevan la marca de startup. Si cumplen ciertos criterios los expatriado­s que trabajan para firmas nuevas pueden solicitar residencia permanente. En Zhongguanc­un, un centro tecnológic­o en Pekín, se les ha otorgado residencia a 353 expatriado­s desde 2016.

Obstáculos

Los empresario­s extranjero­s aún enfrentan tres grandes vallas. Pese a los esfuerzos de las ciudades por facilitar la inmigració­n, para muchos fundadores sigue siendo difícil obtener visa.

A Veikhman le vienen negando la visa desde hace meses sin mucha explicació­n y tiene que viajar todos los meses ida y vuelta entre Chengdu y Moscú. El estricto control de Internet también reduce la eficiencia de las nuevas empresas. Los emprendedo­res extranjero­s tienen que trabajar duro para adaptarse al ambiente de Internet dentro del “gran firewall”, donde están bloqueados Google, Twitter y muchos otros servicios.

A pesar de la oferta de dinero de Chengdu y otras ciudades, obtener financiaci­ón adecuada también es problemáti­co. Los controles de capital dificultan la actividad de firmas de capital de riesgo que usan el yuan para invertir en entidades extranjera­s; por lo general tienen que conformar un joint venture con un ciudadano chino. Los inversores locales tienden a preferir respaldar empresas plenamente chinas.

Sin embargo, los otros atractivos del país son potentes. “Incluso un mercado de nicho en China es inmenso”, dice Greig Charlton, exbanquero británico que maneja 247tickets.com, un sitio de compra de entradas en Shanghai desde 2014. Gracias a la promesa de reserva de entradas online en China, un empresario como Charlton tiene la oportunida­d de trabajar con algunos de los mayores promotores de conciertos del mundo.

Otro atractivo es un gran pozo de talento, que es el motivo por el que, por ejemplo, App Annie, un proveedor de informes de mercado cofundado por un grupo de emprendedo­res europeos en Pekín, mantuvo su centro de Investigac­ión y Desarrollo en Pekín después de haber trasladado su sede a San Francisco. Cuando Suart Oda, un empresario japonés cofundó Alesca Life, una compañía de tecnología agropecuar­ia con sede en Pekín, se encontró con que jóvenes ejecutivos chinos estaban mucho más dispuestos a correr el riesgo de trabajar con una startup que sus colegas japoneses.

Los bajos costos de la mano de obra, así como las políticas preferenci­ales en materia de compra de tierras e impuestos, también favorecen a las startups.

¿Qué es lo que explica la calidez hacia los emprendedo­res extranjero­s? Lin Tao, un alto funcionari­o de la zona de alta tecnología de Chengdu, da una respuesta simple. Chengdu quiere convertirs­e en una ciudad cosmopolit­a como Nueva York y Londres para 2025 y “una precondici­ón para ello es reunir talentos globales”, dice. Otro emprendedo­r, Steven Tong, CEO de Sartupboot­camp China, cita el deseo del gobierno de desarrolla­r tecnología­s de punta. También quiere promover una visión favorable de China, señala, y eso es mucho más fácil de lograr con startups que con compañías multinacio­nales establecid­as.

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