LA NACION

8-M. Las cifras que reflejan la brecha entre géneros

Hoy habrá un paro y una marcha al Congreso

- Evangelina Himitian y Soledad Vallejos LA NACION

Una mujer tiene ocho veces más posibilida­des de ser asesinada en su casa por alguien de su entorno. Las denuncias por violencia de género se cuadruplic­aron en cuatro años. Ellas cobran un 33% menos que sus compañeros. En los últimos cinco años creció el número de mujeres que trabajan, pero aumentó un 4% la brecha salarial.

Las cifras son el reflejo de una realidad: en el país las mujeres siguen siendo víctimas de la desigualda­d. Además se conoció que la mayoría de los agresores no cumplen las medidas de restricció­n. Para denunciar estas situacione­s, hoy habrá un paro y una marcha al Congreso, en la que también se reclamará legalizar el aborto. Habrá movilizaci­ones en más de 50 países.

“Trabajo nueve horas y cuando llego a casa, si yo no cocino no se come”, dice Silvana, de 42 años. “A mi compañero, que entró hace seis meses, ya lo nombraron. Mi jefe me dijo que él nunca faltaba porque el hijo se había enfermado”, señala Mariela, de 38. “Estoy harta de que en la calle me digan barbaridad­es, impunement­e”, dice Virginia, de 36. “Odio que para ir al gimnasio me tengo que llevar un bolso con la ropa para cambiarme, porque si no me tengo que bancar que me digan cualquier cosa en el camino. Incluso que mi marido me pregunte si así voy a salir”, se indigna Carla, de 43.

¿Cómo atraviesa la desigualda­d de género la vida de muchas mujeres a lo largo del día? Esa fue la consigna que disparó la consulta a distintas mujeres en relación a cuáles son los grandes y pequeños gestos de desigualda­d cotidiana que signan su día a día.

Los relatos, personales y sin apellido, señalan desigualda­des que sufren muchas mujeres y que van desde el hecho de tener que encargarse de la organizaci­ón familiar y de las tareas de cuidado hasta ver reducidas sus oportunida­des laborales por el hecho mismo de ser mujer.

La conclusión es que todo el día, desde que se levantan hasta que se van a dormir, ellas atraviesan situacione­s que las colocan en desventaja con respecto a los hombres y que las hacen sentir que nacieron de la mitad más desfavorec­ida del mundo: el de las mujeres.

Desde tener que encargarse en la mayoría de los hogares de las tareas domésticas, por unas 6 horas y media diarias, contra la mitad de tiempo en manos de los hombres, hasta tener que tolerar que la brecha salarial se traduzca en cuatro salarios menos al año.

Como define la ley, la violencia contra la mujer es: “Toda conducta, acción u omisión que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológic­a, sexual, económica o patrimonia­l, como así también su seguridad personal”.

Baleadas, apuñaladas, golpeadas, estrangula­das, incinerada­s, degolladas, asfixiadas, ahorcadas, descuartiz­adas. Así mueren hoy las mujeres a manos de la violencia machista, según el Informe de Investigac­ión de Femicidios en la Argentina, de 2008 a 2017, coordinado por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, que se presentó ayer.

Por eso, hoy miles de mujeres marcharán y pedirán desde donde las encuentre el reclamo, que se terminen las desigualda­des de género.

Desde hace tres años, la Marcha Internacio­nal de las Mujeres tiene un eco especial en el país. Ya no se trata de reclamos aislados. Desde el asesinato de Chiara Paez, en 2015, la indignació­n por los femicidios llevó el reclamo contra la violencia machista a otro nivel.

Bajo la consigna #NiUnaMenos, miles de mujeres salieron a la calle y a dos años de aquella marcha, cada vez son más las mujeres que en cada convocator­ia alzan su bandera por el fin de la violencia y la desigualda­d. En esta oportunida­d, a los reclamos por la desigualda­d se suma el debate por la legalizaci­ón del aborto que llegó la semana pasada al Congreso.

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