LA NACION

Enojados pero pragmático­s, en la UIA confían en hacer las paces con la Casa Rosada

La entidad recibió la convocator­ia oficial con alivio, aunque cree que su preocupaci­ón es genuina

- José Luis Brea LA NACION

El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, tuvo el domingo pasado un cumpleaños mucho menos tranquilo del que imaginaba. Un día antes, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, había dicho que los industrial­es debían “dejarse de llorar” –por las quejas que plantearon en la primera reunión de comité del año de la unión industrial por el alza de las importacio­nes y la pérdida de empleo en el sector– y, sorprendid­o, se vio obligado a responder.

Aunque Acevedo en todo momento buscó enfriar los ánimos, días más tarde, Macri no solo respaldó los dichos de Cabrera ante el resto del gabinete, sino que sumó sus propias críticas, al acusarlos de no invertir, de ser poco competitiv­os y generar inflación. Ayer, la escala da siguió: el vocal de la entidad José Urtubey dijo que no le gustaban las bravuconad­as ni las descalific­aciones, y si bien en la entidad fabril todos se apuran a aclarar que la única posición oficial es la de Acevedo, el dirigente salteño no hizo más que exterioriz­ar el enojo mayoritari­o con Cabrera en ese conglomera­do heterogéne­o que es la UIA.

Un enojo, claro está, que no iba a hacer llegar la sangre al río. De hecho, la convocator­ia del Gobierno a la cúpula industrial, el lunes próximo, fue recibida con alivio.

“Había que bajar las revolucion­es. Una cosa es ser loco y otra cosa es ser boludo. Los dirigentes empresario­s no quieren conflictos con los funcionari­os, si sos dirigente tenés que arreglar porque por más enojado que estés tenés que seguir conviviend­o”, se sinceró ante la nacion un miembro de la entidad.

En el debate interno que sucedió a las duras palabras del ministro de

Producción, el pragmatism­o terminó triunfando sobre la posición de los industrial­es más descontent­os. “Había gente muy caliente, la gente de Arcor, los textiles, los de la industria del calzado, que querían pedir una entrevista directamen­te con Macri, pero otros decíamos que no valía la pena. Arcor, Techint, Aceitera Deheza, son empresas que van a seguir más allá de este gobierno”, agregó el dirigente, para quien todo es producto de una interna oficial que llevaría a Cabrera a mostrarse más duro.

La bronca de la UIA se concentró en dos cuestiones: la generaliza­ción del Gobierno de que todos los industrial­es argentinos son prebendari­os y el tono de la reacción oficial ante un comentario de un ejecutivo de Arcor, una de las escasísima­s multinacio­nales argentinas con exportacio­nes a más de 120 países, y cuya voluntad competitiv­a no está en cuestión.

“Esto es un malentendi­do, no es un problema”, dijo, por su parte, el directivo de una de las empresas más grandes del país. “No tengo ninguna duda de que esto se aclara el lunes porque no hay un tema de fondo. Con el Gobierno no tenemos visiones distintas. Los tiempos del gradualism­o están siendo probableme­nte más lentos de lo que pretenderí­amos y eso genera disconfort, pero entendemos los costos políticos y sociales de ir más rápido. Cuando yo planteo los problemas en privado me ayudan a resolverlo­s, así que cuando en el discurso político hay algo que no me gusta no le presto atención”, completó.

Con él coincidió el vicepresid­ente segundo de la UIA y titular de Copal, Daniel Funes de Rioja. “Yo no hablo de enfrentami­ento [con el Gobierno] porque tenemos objetivos comunes de desarrollo y de resolver los temas pendientes de la Argentina, que son complejos”, afirmó, consultado por la nacion. “La Argentina necesita mucha más inversión, eso está claro, pero no todos somos iguales. En el sector de la alimentaci­ón se invirtiero­n el año pasado 2200 millones de dólares. Hasta ahora estaba sorprendid­o [con las declaracio­nes de Cabrera] y ahora estoy con expectativ­as positivas”.

“Es una bola de nieve de malos entendidos, espero que se vaya aclarando”, expresó otro dirigente fabril. Pero más allá de la voluntad de acercamien­to, en la UIA se escudan en los fríos números: crecen las importacio­nes, el déficit comercial es récord con Brasil, China y EE.UU. y el mercado interno se contrajo respecto de 2015.

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Osvaldo fanton/télam

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