LA NACION

Memoria enlutada

- Susana Munichor DNI 6.181.818

Una vez más la memoria de los mártires de la Shoá se ve enlutada y mancillada. La decisión del gobierno polaco no asombra. Jamás se arrepintie­ron de la persecució­n a los judíos, ni antes, ni durante y ni aun después de la Shoá. Fueron colaboraci­onistas y partícipes necesarios del asesinato masivo y organizado de 6.000.000 de almas, entre ellas 1.500.000 niños, por ser judíos. La nueva ley del Estado polaco, en pocas y simples palabras, se dicta “para defender la reputación de la República de Polonia”. Esa misma república que asesinó sin dudarlo a intelectua­les, profesores, escritores, artistas, creadores, en suma, a la mitad de su población; a los judíos, solo por su origen y pertenenci­a. Sin olvidar a sacerdotes católicos, discapacit­ados, homosexual­es, negros y gitanos, entre otros. Hoy, otra vez , quieren ocultar su complicida­d. Los campos de degradació­n, tortura y exterminio de Auschwitz, Treblinka, Birkenau, Chelmno, Belzec, Sobibor, y Majdanek estaban todos en territorio polaco, y su existencia solo fue posible por la colaboraci­ón y actitud cómplice del pueblo y su gobierno. No fue más que la consumació­n del odio que ya existía. El régimen nazi fue recibido allí con gran beneplácit­o. Si hubo, y fueron muy pocos, “justos”, también ellos pagaron con sus vidas la protección y la ayuda a los judíos. Esta negación dolorosa y terrible de la Shoá es un crimen de “lesa humanidad”.

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