Memoria enlutada
Una vez más la memoria de los mártires de la Shoá se ve enlutada y mancillada. La decisión del gobierno polaco no asombra. Jamás se arrepintieron de la persecución a los judíos, ni antes, ni durante y ni aun después de la Shoá. Fueron colaboracionistas y partícipes necesarios del asesinato masivo y organizado de 6.000.000 de almas, entre ellas 1.500.000 niños, por ser judíos. La nueva ley del Estado polaco, en pocas y simples palabras, se dicta “para defender la reputación de la República de Polonia”. Esa misma república que asesinó sin dudarlo a intelectuales, profesores, escritores, artistas, creadores, en suma, a la mitad de su población; a los judíos, solo por su origen y pertenencia. Sin olvidar a sacerdotes católicos, discapacitados, homosexuales, negros y gitanos, entre otros. Hoy, otra vez , quieren ocultar su complicidad. Los campos de degradación, tortura y exterminio de Auschwitz, Treblinka, Birkenau, Chelmno, Belzec, Sobibor, y Majdanek estaban todos en territorio polaco, y su existencia solo fue posible por la colaboración y actitud cómplice del pueblo y su gobierno. No fue más que la consumación del odio que ya existía. El régimen nazi fue recibido allí con gran beneplácito. Si hubo, y fueron muy pocos, “justos”, también ellos pagaron con sus vidas la protección y la ayuda a los judíos. Esta negación dolorosa y terrible de la Shoá es un crimen de “lesa humanidad”.