LA NACION

Gastón Pauls: “Caminé la oscuridad y no la quiero más”

El actor habla de su viaje espiritual y de la etapa más sombría de su vida; con muchos proyectos, interpreta­rá en cine a Luis Palau

- Texto Pablo Mascareño

“C uando perdés el control de tu vida, y no hablo solo de un accidente, siempre pedís ayuda a algo que está más allá. Cuando vivís una depresión decís: ‘dios, sacame de acá’. Cuando movés el volante a la derecha y no te responde; lo doblas a la izquierda y tampoco, pensás: ‘estoy en manos de algo que no soy yo’. algunos lo llaman dios, otros le dicen destino, algunos suerte”.

dada la cercanía temporal y la gravedad del suceso, la charla con Gastón Pauls comienza, indudablem­ente, con algunas reflexione­s en torno del accidente que le tocó protagoniz­ar cuando conducía su automóvil por la autopista Panamerica­na acompañado por sus hijos muna y Nilo, su gran tesoro fruto de su matrimonio con agustina Cherri, de quien está separado desde hace seis años y con quien mantiene una relación fluida.

aquella mañana del lunes 22 de enero, se dirigía hasta olivos para realizar la entrevista con la nacion que, obviamente, no se concretó. Pocos días después, el encuentro se produce en un bar del barrio de Núñez en medio de un paréntesis en la intensa agenda que ocupa al actor. el pasado lunes estrenó la serie mendocina Personajes peculiares, con Paul Palomino en el canal acequia; el jueves pasado fue la premier de la película El sereno, de la que es protagonis­ta, y como si fuera poco, acaba de finalizar el rodaje de

Palau, film en el que interpreta al famoso predicador espiritual Luis Palau y que tiene fecha de estreno en octubre. “si vas a las nueve y media de la mañana, en plena Panamerica­na repleta de vehículos, tu auto pasa del carril rápido al más lento cruzando toda la autopista, se da vuelta, y ningún otro coche ni siquiera te roza, entonces te decís: ‘alguien lo hizo. No yo, esta vez’. No queda otra que pensar que hay algo más”, explica aún sorprendid­o mientras aclara que sus hijos salieron del vehículo ilesos y asombrados, y él con algunos golpes de los que aún se recupera, pero nada de magnitud a pesar del impacto. Gastón Pauls sabe certeramen­te qué son los golpes. en el cuerpo. Y, sobre todo, en el alma. Conoce de cerca los dolores. aprendió a valerse de ellos. se los aprehendió para reconstrui­rse. Hoy transita un presente en el que la riqueza espiritual es uno de sus motores y no solo por interpreta­r al famoso orador cristiano. esa es una interesant­e causalidad de su destino. un destino, el suyo, marcado por singulares epifanías.

Llega a la charla puntualmen­te, a pesar de su residencia en Pilar. a los 46 años conserva intacto cierto aire adolescent­e. salvo por las canas en su barba, poco dista su imagen actual de la de aquel galancito recién arribado a la televisión que hacía suspirar a las adolescent­es gracias a alejandro, su personaje en la serie juvenil Montaña rusa (que por estos días volvió a emitir el canal volver). Pasaron más de 23 años. a pesar de su apariencia millennial, Gastón es un hombre maduro al que la vida le jugó buenas y malas pasadas como a todos. Hoy, reconstrui­do de adversidad­es difíciles, disfruta de su buen momento laboral y de la crianza de sus hijos. “son mi prioridad”, dirá una y otra vez. se lo percibe reflexivo. equilibrad­o. Profundo en lo que dice porque dice lo que siente y siente mucho. se lo nota en carne viva. varias veces, a lo largo de la charla de más de una hora, no tendrá pudores en parar, secarse las lágrimas, hacer silencio y continuar contando. o, quizá, contándose. Gastón llegó con ganas de no guardarse nada a pesar de su bajo perfil. No sermonea, expresa. No baja línea, se confiesa.

“al estar en una sociedad tan exitista, el éxito parece ser el único maestro de todo. Pero si lo miramos desde los niños, el chico aprende a caminar cayéndose una y otra vez. Por eso el gran maestro es la dificultad, ahí uno asimila qué sí y qué no”, afirma Pauls.

–Hace un momento hablabas, a partir del accidente que protagoniz­aste, de la presencia de Dios, ¿siempre fuiste un hombre de fe?

–No. de chico o más joven no estaba tan seguro ni vinculado a dios. Pero de mayor, cuando la estaba pasando realmente mal, hará unos diez años atrás, conecté. Fue cuando comencé mi recuperaci­ón y mi camino limpio por la vida.

Gastón no elude hablar de esa etapa sombría de su vida en la que su cotidianid­ad estaba signada y regida por las adicciones. Casi podría decirse que necesita exorcizar esos fantasmas al exponerlos. Locuaz y reflexivo a la vez. el tema le duele. recordar con sinceridad no es tarea fácil para nadie. Por primera vez, sus ojos se humedecen. se lleva las manos a la cara. se tapa pudorosame­nte. Y habla de transmitir experienci­a. “Te pueden pasar la enfermedad física, un papel, una sustancia, iniciarte en una adicción de cualquier tipo, sobre todo en una sociedad adicta a todo como está. Pero también te pueden iniciar en la recuperaci­ón. Como a mí me lo mostraron, lo muestro. Por eso hago hincapié en el ego. es para la gloria de dios y no lo digo desde lo religioso. Hablo de esa gloria que comienza construyen­do acá, en la Tierra, algo más lindo, más práctico, más funcional y hermoso para todos. dios no me dice que para que pueda tener un yate debo pisar cinco cabecitas y esto no es religioso, sino una mirada espiritual e ideológica”.

–¿A qué te referís cuando decís que es una sociedad adicta?

–esta sociedad es adicta a las drogas, a los productos de moda, al sexo, a las operacione­s, a los fármacos, al consumo. Hoy trato no solo de no ser adicto a una sustancia, sino de no ser adicto a nada. el otro día un periodista se mofó de una actriz y de mí, y dio a entender que seguíamos siendo adictos. ¡Pobre! Ya no lo soy.

–¿Qué elegís hoy?

–Hoy elijo otro tipo de vida. Caminé la oscuridad, la conozco, no la quiero más. sé que está ahí, pero prefiero otro lado. Hoy nadie está libre de la exposición pública. Creo que estamos en el peor momento social de la humanidad y eso sucede, en parte, por determinad­as herramient­as.

–La falta de intimidad es una suerte de enemigo que no excluye a nadie...

–a esta altura, lo aprendí con golpes y dolores, uno va eligiendo el grado de exposición que quiere tener. me pasó de contar algo sobre una pareja y luego me enojaba porque opinaban sobre eso. Yo mismo había abierto la puerta y me fastidiaba. Ya entendí que, si abrís la puerta, el viento que entra es tan fuerte que arrasa con todo. Por eso, a esta altura, hay cosas que ya no hago. Por ejemplo, no expongo a mis hijos. Jamás los mostré.

Tan solo nueve programas en la pantalla chica y más de cincuenta títulos en cine. Indudablem­ente, hace años que el actor eligió un camino colector. No va por la ruta principal. Casi se maneja a contramano de las leyes que impone la industria. “es una elección. No sé si tengo ganas de determinad­as cosas. soy consciente de que, si hago televisión, tendría miles de seguidores en Instagram y que eso significar­ía más dinero, canjes, un mejor pasar. -Al prescindir de los salarios que se ganan en la pantalla chica y abocarte al cine que, en nuestro país, no tiene una producción que lo posicione como una industria poderosa, ¿cómo te mantenés? –di clases en los últimos cinco años de mi vida, tuve un programa de radio que me redituaba unos mangos. vivo con lo justo, no necesito mucho más. aunque sé que diez meses de Tv te relajan las cuentas dos años. –¿Tu documental Miedos de

comunicaci­ón apunta a esa exposición exacerbada y, a veces, mentirosa de parte de algunos medios? -en esta charla, cualquier cosa que vos cambies de lugar, le cambia el sentido a mi idea. es una responsabi­lidad lo que yo digo y lo que vos escribís. Yo no sé qué vas a poner. esta hermosa relación es en este instante, pero luego estoy en tus manos. en los últimos tres años no di notas porque en las últimas cinco notas que hice me cambiaron el sentido de lo que yo decía. Hay programas a los que no voy y me pasa, muy seguido, que los productore­s que me invitan me dicen: “Hacés bien, yo haría lo mismo”. además, en sintonía con su preocupaci­ón por la (mala) utilizació­n de los medios, el actor dirigió el seriado

Otra verdad, un ciclo de falsas entrevista­s con Florencia raggi, agustina Cherri y mirta Busnelli. Las actrices elegían un tema de interés que desarrolla­ban, desde la ficción, en medio de una entrevista real que les hacía Pauls. Florencia raggi se refirió a una supuesta adicción al alcohol. en el final de cada episodio se aclaraba en una placa que se trataba de una improvisac­ión de ficción basada en una problemáti­ca social. el ciclo, bien interesant­e en su propuesta, fue producido por la universida­d de Tres de Febrero. “el programa salió al aire y, algunos medios, levantaron mal. Hablaron del alcoholism­o de Florencia raggi”. así son los tiempos de la posverdad. También planea dirigir Este soy yo, una ficción sobre la desnudez, la exposición sexual y las redes sociales. “Quiero hablar sobre el negocio y la demonizaci­ón del sexo, del uso que se le hace en las plataforma­s sociales y cómo se aleja de algo más puro como el amor”. otra vez la denuncia sobre una sociedad en la que parece no encajar. Pauls reniega, y mucho, de determinad­as dinámicas naturaliza­das. a contrapelo, como un personaje de roberto arlt.

“Creo que estamos en el peor momento social de la humanidad”

“Entendí que, si abrís la puerta, el viento que entra es tan fuerte que arrasa con todo”

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