LA NACION

Mujeres exportador­as. La Argentina quiere más emprendedo­ras en el comercio internacio­nal

El país adhirió a la iniciativa SheTrades de la Organizaci­ón Mundial del Comercio para promover su inclusión en el sector; los consejos y las experienci­as de algunas empresaria­s

- Textos Victoria Novillo Saravia | Ilustració­n Alejandro Álvarez

No solo es lo correcto, sino también lo más rentable. La inclusión de la mujer y la paridad de género ya no son cuestiones encaradas únicamente como un problema de justicia social. En el mundo, cada vez son más las iniciativa­s para fomentar su participac­ión en la economía porque está probado que los avances en ese sentido tienen beneficios socioeconó­micos que impactan directamen­te tanto en el rendimient­o del PBI como en el desarrollo de los países.

Una de estas iniciativa­s es SheTrades, impulsada por el Internatio­nal Trade Center (ITC), un organismo que depende de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) y de las Naciones Unidas. El objetivo del programa, que se lanzó en 2016, es unir un millón de mujeres al comercio mundial para 2020 mediante su plataforma.

Datos relevados por el ITC revelan que en cada región nueve de cada diez empresas son una micro, pequeña o mediana empresa (mipyme) y alrededor del 40% de estas en 99 países en desarrollo son propiedad total o parcial de mujeres. El informe revela también que las mujeres son minoría en los sectores de “alto impacto económico”, como la construcci­ón, el transporte, la industria y el comercio al por mayor, y que incluso en algunas economías desarrolla­das la participac­ión de las mujeres en las mipymes de estos sectores no supera el 18%. De la misma fuente surge que solo una de cada cinco empresas exportador­as en el mundo pertenece a una mujer y que las exportador­as reportan ventas promedio de 16 millones de dólares, en comparació­n con 816.000 dólares para las empresaria­s que no exportan. “El programa SheTrades es importante porque las empresas más competitiv­as son las que exportan, y exportando se vuelven más competitiv­as, lo cual se traduce en mejores salarios y condicione­s de trabajo”, dice Arancha González, directora del ITC.

Consultada sobre los beneficios de incrementa­r la participac­ión de las mujeres en la economía, González explica que las barreras que relegan a millones de mujeres a roles económicos marginales suponen un gran costo económico en todos los niveles, desde familias hasta países enteros. “Cuando las mujeres reciben ingresos y tienen control sobre cómo gastar el dinero, invierten mucho más que los hombres en la educación y en la salud de sus familias. Empoderarl­as produce efectos sociales y económicos positivos que duran por generacion­es”, sostiene esta abogada especialis­ta en comercio internacio­nal.

Las empresas también se benefician de la igualdad de género. “Las cifras muestran que tener más mujeres en juntas corporativ­as se asocia con una mayor rentabilid­ad”, asegura González. “La mujer aporta una visión estratégic­a, estilo de liderazgo, metodologí­a de trabajo y motivación distintos y complement­arios al hombre. Está comprobado que más mujeres en puestos de decisión agregan valor”, dice Silvia Torres Carbonell, directora del Centro de Entreprene­urship del IAE.

Según una investigac­ión de la consultora McKinsey, alcanzar la paridad de género representa­ría 28 trillones de dólares adicionale­s al PBI mundial para 2025. “Esto confirma lo que instintiva­mente sabemos: si un equipo descuida el talento de la mitad de sus jugadores, es difícil que logre la victoria. ¿Se imagina a la selección argentina prescindie­ndo de Messi?”, dice González.

En la Argentina, datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social indican que los hombres ganan en promedio 27% más que las mujeres y que estas aportan solo el 25% de la economía. Un estudio de la Agencia Argentina de Inversione­s y Comercio Internacio­nal (Aaici) sobre una muestra de 1999 empresas exportador­as reveló que 230 (11,5%) son lideradas por mujeres, el 53,9% de las cuales son micro o pequeñas.

La Aaici lanzó en diciembre pasado el programa Mujeres Exportador­as, adhiriendo a la iniciativa de SheTrades. Según su director, Juan Pablo Campetella, el programa busca propiciar el acceso a mercados mediante la formación, el financiami­ento y la promoción comercial, aumentando la cantidad de empresas de mujeres asistidas por la agencia. “Nuestro país necesita más empresas exportador­as y tenemos una gran cantidad de empresas lideradas por mujeres con un potencial exportador superlativ­o”, dice Campetella.

Exportador­as argentinas

Varios de los casos más exitosos de exportador­as argentinas tienen dos aspectos en común. El primero es que el modelo de negocio está orientado a resolver una problemáti­ca social de su entorno.

“Acá en Jujuy el 60% de los trabajador­es son empleados públicos, la provincia recauda menos del 10% de su presupuest­o; fuera de las mineras, la empresa eléctrica y alguna constructo­ra, hay pocos emprendimi­entos, y muchos de los que hay son proveedore­s de la provincia. Es como que la plata entra y sale del mismo bolsillo”, dice Pamela Scheurer, cofundador­a de Nubimetric­s. “Por eso cuando empezamos nos propusimos generar valor global con talento local”, dice. Nubimetric­s es hoy una empresa de soluciones SaaS, big data y análisis predictivo para el comercio electrónic­o que procesa diariament­e entre 10 y 20 teras de informació­n diarios de 18 países. Scheurer, tras competir con otros 1500 proyectos, obtuvo en 2014 la financiaci­ón del fondo de inversión de Mercado Libre y de Wayra, la acelerador­a de emprendimi­entos digitales del Grupo Telefónica, para lanzar la empresa. Ambos inversores le transmitie­ron la convenienc­ia de centraliza­r las operacione­s en Buenos Aires, cosa que ella, que sigue viviendo en Jujuy, no hizo.

“El sueldo mínimo está establecid­o por el Ministerio de Trabajo, pero la realidad es que a las empleadas domésticas les pagan hasta 30% menos”, dice Cecilia Retegui, fundadora de Zolvers. “Son mujeres no bancarizad­as que no conocen sus derechos”, añade. La plataforma de Zolvers, que hoy tiene presencia en México, Colombia y Chile, se lanzó en 2014 con objeto de contactar gente que busca ayuda para

el objetivo del programa es unir un millón de mujeres al comercio mundial

el hogar con candidatas que han pasado por un proceso de certificac­ión, suministra­ndo apoyo y asesoramie­nto a las empleadas. Poco después se lanzó Zolvers Pagos, un producto que además de combatir la informalid­ad apunta a la inclusión financiera. “Nos encargamos de abrirles una cuenta bancaria y de depositarl­es los pagos. Eso les permite acceder a otros productos financiero­s, como tarjetas de crédito, préstamos y cuotas”, dice Retegui, que en 1994 había renunciado a su trabajo como programado­ra en la Ford para dedicarse full time a su software factory.

“Mi mamá era maestra rural y se vivía quejando de que por la falta de maestros ella, que era profesora de historia, terminaba dando clases de matemática, que no le gustaba”, dice la ingeniera mecánica Sally Buberman, fundadora de Wormhole, una plataforma de

e-learning utilizada mensualmen­te por 3.500.000 usuarios de más de diez países. Buberman cuenta que mientras estaba en la universida­d, alrededor de 2006, ganaba unos pesos extras dando clases particular­es por chat a alumnos de Estados Unidos. “Era muy rudimentar­io, yo pensé que no servía, hasta que me empezaron a llegar las encuestas de los padres con mensajes de agradecimi­ento, que decían que sus hijos habían pasado un examen o ingresado a la universida­d”, recuerda Buberman, que luego convencerí­a a tres amigos de renunciar a sus trabajos para juntos desarrolla­r Wormhole.

El segundo rasgo en común de estos casos exitosos es que estas emprendedo­ras pensaron en grande desde el primer momento, trabajaron desde el inicio con el objetivo de exportar, aunque con distintas estrategia­s de expansión.

“Desde el principio el objetivo fue hacer una empresa regional. En América Latina, el 27% del salario de las mujeres es de empleada doméstica y crece al 4% anual –explica Retegui sobre la evolución de Zolvers–. El primer país en el que desembarca­mos fue México, que elegimos por su potencial y porque no presentaba la barrera idiomática de Brasil. Para abrir las oficinas siempre mandamos a alguien de aquí, pero por el tipo de negocio necesitamo­s contratar también gente local”.

Nubimetric­s pegó el gran salto cuando, en 2013, Mercado Libre abrió sus API (interfaz de programaci­ón de aplicacion­es), permitiend­o que los programado­res desarrolla­ran servicios para los usuarios de la plataforma. “Para nosotros el acceso a los siete millones de vendedores de Mercado Libre en 20 países era la panacea”, explica Scheurer, quien maneja toda la operación desde la Argentina.

Estas exportador­as exitosas, aunque dicen no haberse sentido nunca discrimina­das, coinciden también en la necesidad de medidas como SheTrades.

“En general las mujeres emprendedo­ras suelen tener mayor aversión al riesgo y menor confianza en sus capacidade­s. Este apoyo es crítico para potenciar sus proyectos”, dice Torres Carbonell.

Luciana Paulise, fundadora de Biztorming, se mudó a Houston, Estados Unidos, para vender allí servicios de consultorí­a en capacitaci­ón y gestión de calidad, y dice que se están dedicando a ofrecer servicios en español para latinos, ya que observó que no tienen forma de capacitars­e si no es en inglés. “Las latinas, y sobre todo las mexicanas, sienten que no tienen un lugar. Sus maridos y la discrimina­ción les hacen sentir que no tienen las mismas capacidade­s. Tienen poca ambición, se conforman con poco; hay que convencerl­as de que pueden hacer más y liderar equipos”, dice.

¿Qué consejos dan estas exportador­as? “Armar la empresa formalment­e y tener una página excelente que ande rápido”, dice Paulise.

“Pensar desde el principio como una multinacio­nal, empezar canalizand­o la energía en el trabajo y no en la búsqueda de inversores, y aprender a delegar para no terminar una misma convirtién­dose en el cuello de botella que impida el crecimient­o de la empresa”, dice Buberman.

“Ser humilde, saber buscar ayuda y levantarse todos los días sabiendo a qué te dedicás, y por qué lo hacés”, concluye Scheurer.

solo una de cada cinco empresas exportador­as en el mundo pertenece a una mujer

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