LA NACION

May golpea a Putin en la peor crisis desde la Guerra Fría

Por el caso del exespía envenenado, echó a 23 diplomátic­os.

- Luisa Corradini

PARÍS.– En una de las peores crisis bilaterale­s desde el fin de la Guerra Fría entre Gran Bretaña y Rusia, el gobierno de Theresa May expulsó ayer a 23 diplomátic­os rusos en represalia por el ataque contra el exespía Sergei Skripal y su hija Yulia, pidió una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y decidió que ningún miembro de la familia real asistirá al Mundial de fútbol que se disputará en Rusia.

“Es trágico que el presidente Vladimir Putin haya decidido actuar de esta manera”, sentenció la primera ministra británica ante el Parlamento al explicar las represalia­s. “El mensaje es este: quienes vengan a hacernos daño no serán bienvenido­s”, agregó al solicitar “más poderes legislativ­os” para poder defender el país “de la actividad de un Estado hostil”.

La intervenci­ón de la primera ministra se produjo después de que el Kremlin ignorara el plazo que Londres le impuso para que explicara su papel en el ataque, y que iba hasta anteanoche.

Tras el anuncio de esa expulsión, May anunció también ante el Parlamento una serie de medidas económicas y diplomátic­as, como la cancelació­n de todos los contactos bilaterale­s de alto nivel, por ejemplo la anulación de la visita que debía realizar a Londres el canciller ruso, Sergei Lavrov.

Consciente de que el mundo sigue con atención su determinac­ión frente al desdén manifestad­o por el régimen ruso, May también proyecta terminar con el llamado “paraíso de Londongrad­o”: pretende retirarle las visas a los numerosos millonario­s rusos que residen en su país. Otra medida en estudio podría ser la congelació­n de los activos depositado­s en bancos británicos por oligarcas rusos que están sospechado­s de corrupción. El gobierno impartió instruccio­nes para que se aumenten las verificaci­ones de los vuelos privados, los controles de aduana y de la carga que transporta­n. Entre el consistent­e paquete de medidas de castigo contra el Kremlin, el gobierno británico planea igualmente retirar a la cadena RT la licencia que tiene para emitir en Gran Bretaña. La emisora está considerad­a como un activo instrument­o de propaganda del régimen ruso.

Según la primera ministra, el Kremlin “desdeñó” el plazo acordado por Londres hasta anteayer a la medianoche para explicar su responsabi­lidad en el envenenami­ento de Skripal y su hija el 4 de marzo en la ciudad de Salisbury (sur de Inglaterra). Con esa acción, que “representa un empleo ilegal de la fuerza”, el Estado ruso es culpable de la figura jurídica de “intento de homicidio”, dijo.

Skripal y su hija, que se debaten entre la vida y la muerte en un hospital de Salisbury, fueron agredidos con Navichok, un agente neurotóxic­o considerad­o como el gas letal más poderoso del arsenal químico ruso (ver aparte). También resultó gravemente contaminad­o un agente de policía británico, cuando intentó socorrerlo­s.

El Kremlin negó toda responsabi­lidad en el caso y lo calificó de “cuento de hadas”, entre otras cosas. Lavrov advirtió anteayer que su gobierno solo responderá a la acusación cuando Londres le entregue una muestra de la sustancia que supuestame­nte se empleó para el envenenami­ento.

Los 23 diplomátic­os expulsados, sobre un total de 58 acreditado­s, están considerad­os por el servicio de contraespi­onaje británico (MI5) como “agentes de inteligenc­ia no declarados”. El grupo tiene “una semana para abandonar el país”, indicó May en el Parlamento, donde se comprometi­ó a desmantela­r la red de espionaje ruso.

Esos expulsados forman parte de la numerosa representa­ción rusa

en Londres, integrada, en gran parte, por agentes del servicio secreto FSB (ex-KGB) que operan bajo cobertura diplomátic­a. Gran Bretaña es el país europeo que tiene en su territorio la mayor cantidad de espías rusos. Esa red, según los expertos, es incluso mayor que la que existía durante la época soviética.

La escalada de acusacione­s y réplicas entre Londres y Moscú, iniciadas el lunes cuando May denunció la responsabi­lidad “altamente probable” de Moscú detrás del envenenami­ento de Skripal, se convirtió en la mayor crisis en las relaciones entre ambos países desde el final de la Guerra Fría.

Desde el lunes, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos se alinearon en forma incondicio­nal detrás de la posición británica. La OTAN, por su parte, denunció “una violación flagrante de las normas y los acuerdos internacio­nales” sobre armas químicas.

Con el envenenami­ento de Skripal, el Kremlin al parecer colmó la paciencia de los servicios de inteligenc­ia y del gobierno británicos que, desde hace años, asisten con impotencia a la actividad de los agentes rusos.

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Fotos REUtERs May, con gesto adusto antes de ir a hablar en el Parlamento

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