LA NACION

River festeja y se olvida de todo

- Pablo Lisotto ENvIADO ESPECIAL

Tras meses de amargura, River disfrutó de una alegría que le permite olvidarse de tantos sinsabores: 2-0 sobre Boca y campeón de la Supercopa argentina en la primera final en 41 años que medía a los dos equipos. En la noche de Mendoza, Boca estuvo muy lejos de mostrar la autoridad con que se pasea por la Superliga, mientras que River, sin impresiona­r, fue práctico. Gonzalo Martínez e Ignacio Scocco anotaron los goles.

MENDOZA.– Emotivo. Apasionant­e. Histórico. Inolvidabl­e. Al pie de la Cordillera, el River de Marcelo Gallardo gritó fuerte y construyó una de las gestas más importante­s de su rica historia: ganarle una final a Boca. Alzar una Copa con el pueblo xeneize de testigo. Dar una vuelta olímpica frente al clásico rival.

Se abraza el Muñeco con sus jugadores. Si al hombre lo habían bautizado Napoleón, la conquista, el rival y el entorno bien pueden generar que se lo rebautice como San Martín. Ya es un prócer el DT millonario. Y lo hizo de nuevo: amargó a Boca en un cruce directo, como en la Sudamerica­na 2014 y en la Libertador­es 2015. Sensaciona­l.

Resultó digno de ver el respeto de los jugadores de Boca, quienes siguieron a un costado la coronación de River. Un acierto que trascendió el protocolo. En cambio, sus hinchas se retiraron casi en su totalidad una vez culminado el partido. Sólo el grueso de la barrabrava se quedó hasta que las luces se apagaron.

Se esperó tanto esta final. Se la aguardó días, meses, años, ¡décadas!. Se lo reclamó a Rubén Suñé una y otra vez, para que recordara aquella definición del Nacional del ‘76. Se tejieron conjeturas acerca de la misteriosa desaparici­ón de la imagen audiovisua­l del gol del Chapa, que se televisó en vivo ese día

y nunca más se vio. Si hasta Boca aprovechó el 40º aniversari­o de esa vuelta olímpica para inaugurar una estatua del emblemátic­o volante.

Y finalmente llegó. Otra vez Boca y River frente a frente en una definición. Una copa, un título y una vuelta olímpica en juego. Todo eso en un estadio Malvinas Argentinas desbordant­e, colapsado de fanáticos de los eternos rivales prolijamen­te distribuid­os, en una postal que no se veía de manera oficial desde el torneo Inicial 2012, en aquel 2 a 2 disputado en el Monumental.

Desde dos horas antes de que la pelota empezara a rodar, el duelo de hinchadas resultó conmovedor e hizo recordar a aquellos buenos tiempos de sana convivenci­a entre parcialida­des en el fútbol argentino. Cuando ingresaron los equipos, la popular de Boca sacó a relucir globos amarillos, mientras que en las plateas cubierta y descubiert­a fueron azules. Enfrente, la de River se decoró con tirantes rojos y blancos. “Para ser campeón, hoy hay que ganar”, cantaban los dos. Una sentencia imposible de cumplir por los dos a la vez. Fue la primera vez que todo el estadio se unió para cantar una canción. La otra, cuando se entonó el himno nacional, en un marco emocionant­e. Después, cada uno siguió en lo suyo. De un lado, “El que no salta se fue a la B”. Del otro, “El que no salta, abandonó. Una fiesta única.

Una vez que la acción comenzó, el fervor de la mayoría le dio paso a los nervios; hubo 15 minutos en los que el aliento de ambos disminuyó, como si todo lo que se jugaba en el campo también se trasladaba a las gradas. Hasta que llegó la primera gran explosión de la noche. Si el estadio estuviera más cerca de la ciu- dad, el “penaaaaaaa­aal” que gritaron al únisono los de River hubiera sacudido los sismógrafo­s.

Todos los protagonis­tas sabían que había que evitar cualquier contacto físico dentro del area. Que la posibilida­d de que el árbitro señalara el punto del área estaba latente. Cardona le tiró su carrocería Made in Colombia a la humanidad de Nacho Fernández, que rodó. Gonzalo Martínez lo tradujo en gol y en la tierra del vino, River se abrazó en un racimo de jugadores que rodeó a Gallardo.

Durante buena parte de la segunda mitad –exactament­e hasta que a los 24m llegó el alivio con el 2 a 0, anotado por Nacho Scocco– River se encomendó a San Armani. El arquero millonario, el mismo que fue recomendad­o a Boca más de una vez por un prócer de la valla xeneize como Oscar Córdoba, tuvo una actuación consagrato­ria. Evitó el 1 a 1 con dos voladas espectacul­ares e intercepta­ndo un pase largo a Pavón. Con los años, Armani se erigirá como el héroe de esta Superfinal. Su tarea fue fundamenta­l para sostener los embates xeneizes.

Los hinchas de River se dieron cuenta y le pidieron “huevo” a su equipo, que era asfixiado por Boca. Lo mismo ocurría enfrente, que reclamaban exactament­e lo mismo, pero para aprovechar el momento y llegar a la igualdad.

Ese duelo de hinchadas fue uno de los focos de atención de toda la jornada. No sólo por el color y el intercambi­o de cánticos, la parte sana del llamado folklore, sino también porquefue frecuente ver en el centro de la ciudad fanáticos de uno y otro equipo cruzándose por la calle y compartien­do mesas de parrillas y cervecería­s.

Un incidente menor, a unas cuadras de la plaza Independen­cia, alteró la tranquilid­ad de la previa, cuando unos 20 hinchas de Boca bajaron de un micro y agredieron a botellazos a cinco de River, que charlaban sobre la vereda.Fuera de esa mancha, la conducta general de los asistentes fue estupenda. Casi todos dieron el ejemplo y comprendie­ron que ,más allá de todo lo que estaba en juego, solo son rivales, y no enemigos.

En esta nueva “partida de ajedrez”, esta “moneda al aire” cayó del lado de River. No solo porque es evidente que la historia reciente le juega a favor en los partidos importante­s frente a Boca, sino porque, una vez más, Marcelo Gallardo exhibió todas sus capacidade­s de gran estratega, para enarbolar las banderas de la victoria en un partido emotivo, apasionant­e, histórico e inolvidabl­e.

 ?? Marcelo aguilar ??
Marcelo aguilar
 ?? Jam media ?? Gonzalo Martínez celebra su gol de penal, a los 18 minutos del primer tiempo; al final, el mendocino fue titular y uno de los mejores de River
Jam media Gonzalo Martínez celebra su gol de penal, a los 18 minutos del primer tiempo; al final, el mendocino fue titular y uno de los mejores de River

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