LA NACION

Una realidad que se transforma en una pesadilla para Moyano

- Carlos Pagni

El cerco sobre Hugo Moyano se cierra cada día un poco más. La señal más evidente es su conducta política. Atemorizad­o por las investigac­iones judiciales, terminó escondiénd­ose tras las faldas de Cristina Kirchner. Como si ella no tuviera bastante con sus propios infortunio­s.

Podría suponerse que la última novedad que sobresaltó al camionero fue la declaració­n de Pablo “Bebote” Álvarez. El barrabrava de Independie­nte detalló varias maniobras para demostrar que los Moyano utilizaron el club Independie­nte para lavar dinero.

Las imputacion­es del barrabrava, que tiene como patrocinan­te a un exasesor del secretario de Seguridad, Gerardo Milman, son atractivas por su espectacul­aridad. A través de ellas se filtra un menjunje pestilente de gremialism­o, fútbol y política.

Sin embargo, hubo una noticia que, siendo mucho menos electrizan­te, inquieta más a los Moyano. Es la resolución del Ente Nacional de Comunicaci­ones (Enacom) que designa veedores en OCA y emplaza a esa empresa de correos a saldar su deuda con la AFIP en 30 días. Ese ultimátum equivale a la suspensión de la licencia postal de OCA. Sencillo: Patricio Farcuh no alcanzaría a saldar sus compromiso­s impositivo­s en un mes.

La crisis de esta compañía pega en el corazón de los Moyano. El hiperquiné­tico Farcuh es compinche del hiperquiné­tico Pablo Moyano. Y Facundo Moyano es íntimo del hermano de Farcuh, con quien concurrió al cumpleaños de Susana Giménez. Macri no desconoce estas empatías. Su

alter ego, Nicolás Caputo, estuvo ligado a negocios de Farcuh.

Estos pormenores son intrascend­entes frente al verdadero drama de Moyano: la contabilid­ad de OCA es un mapa de irregulari­dades mucho más inconvenie­nte que el relato de Bebote. Allí aparecen cruces injustific­ables de fondos entre el sindicato, la empresa e Independie­nte.

El indicio más temprano del desaguisad­o fueron los fajos de carnets de la obra social de Camioneros que apareciero­n durante un allanamien­to al club de Avellaneda. Es lo que más inquieta a Liliana Zulet, la esposa del sindicalis­ta, que administró esa mutual con sociedades puestas a su nombre. El día de Moyano es endiablado. Pero las noches son insoportab­les.

La complicida­d del líder camionero con Farcuh es inocultabl­e. Basta mirar la resolución de la Enacom, que consigna que OCA tiene 3900 empleados, cuando hasta hace pocos meses el “dueño” hablaba de 7000. La diferencia se debe a que casi 3000 trabajador­es fueron despedidos de OCA y contratado­s por OCA Postal, una firma creada para eludir los embargos de la AFIP.

Moyano, que suele realizar paros incendiari­os para exigir que en transferen­cias similares se pague la indemnizac­ión correspond­iente, esta vez guardó silencio. Y eso que OCA adeuda, sobre todo, aportes patronales.

Es lógico que los Moyano y Farcuh estén inquietos. Se miran en el espejo de Cristóbal López y Fabián de Sousa, que están tras las rejas por maniobras similares con el Grupo Indalo. El conglomera­do construido por López y De Sousa bajo el kirchneris­mo es comandado ahora por Ignacio Rosner, quien siguió endeudándo­se con la AFIP, con el riesgo penal que eso representa. Este financista, que atravesó delicados problemas de salud, no llegó a adquirir las acciones de los dos presidiari­os. Pero un poder general le dio el timón del grupo, desde donde ahora amenaza con provocar una tormenta laboral, sobre todo en Santa Fe, donde Indalo tiene su destilería. En la Casa Rosada buscan evitar la crisis sin quedar contaminad­os por los delitos de López, De Sousa y Rosner. ¿Constituir­án un fideicomis­o? Hay una restricció­n: Macri no quiere aparecer administra­ndo C5N o

Ámbito Financiero. En este contexto, circula un rumor poco saludable: la Justicia podría liberar a López y De Sousa.

Esos antecedent­es son una pesadilla para los Moyano, que, además, vieron cómo varios dirigentes sindicales terminaron tras las rejas. El deterioro se agrava por el distanciam­iento de los últimos aliados. Juan Carlos Schmid, de Dragados, y el bancario Sergio Palazzo, acaban de bajarse del camión.

Atribulado­s, papá Hugo y sus hijos buscaron protección en la señora de Kirchner. La reconcilia­ción tiene algunos meses. La gestionó Walter Correa, diputados nacional por el kirchneris­mo y secretario del sindicato de curtidores. Correa acercó a Moyano con Máximo Kirchner.

Cerca de la expresiden­ta, el camionero consigue un mínimo de cobertura política. Y ella suma un socio para su estrategia principal: oponerse al Gobierno a través del conflicto callejero. Ambos apuestan a un deterioro social cada vez más pronunciad­o.

Con la llegada de Moyano y su acoplado de causas penales, el entorno de Cristina Kirchner tiende a oscurecers­e un poco más. En cualquier momento Unidad Ciudadana se convierte en Pabellón Militante. A la expresiden­ta la tiene sin cuidado. Ella está empecinada en demostrar una persecució­n de la Justicia Federal, a través de dos procedimie­ntos irregulare­s.

El uso indiscrimi­nado de la prisión preventiva y el armado de las denominada­s “precausas”, que permiten intervenir teléfonos con un simulacro de control judicial: el método, ideado para la persecució­n política, consiste en esbozar una hipótesis de investigac­ión y elegir a un juez amigo para que autorice las escuchas por un tiempo.

Este subterfugi­o se puso de moda en la era de Antonio Stiuso, el tenebroso espía que fascinó a Néstor Kirchner. La novedad del último año, inaugurada por el juez Ariel Lijo, es que las grabacione­s se entregan a la prensa.

Cristina Kirchner pretende desmontar este mecanismo responsabi­lizando a cuatro magistrado­s: Lijo, María Servini de Cubría, el camarista Martín Irurzun y el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. Son los encargados de velar por la corrección de la Dirección de Captacione­s Telefónica­s del Poder Judicial, controlada por Juan Tomás Rodríguez Ponte, un aspirante a juez federal que fue secretario de Lijo.

Desde la Cámara de Diputados, el kirchneris­mo se propone investigar cuántas precausas se abrieron desde que las escuchas son monitoread­as por la Corte. Oscar Parrilli reveló que ponen la lupa en Servini y en Lijo. A la primera la identifica­n como empleadora de una hija de Stiuso. A Lijo, como empleador de un hijo de Alberto Mazzino, mano derecha de Stiuso. ¿Hay una forma más confiable de garantizar la lealtad con los papás?

Los legislador­es de Cristina Kirchner pedirán un informe sobre la identidad y la cantidad de personal contratado por la dirección de escuchas en los últimos dos años. Y lo que parece increíble: también analizan sumarse al pedido de juicio político presentado por Elisa Carrió contra Lorenzetti.

La expresiden­ta no cree que el principal impulsor de causas en su contra sea Cambiemos. Sospecha más del exkirchner­ismo del Senado, que supone ligado a Lorenzetti. Comodoro Py sería, para esta tesis, un árbitro en la interna del PJ.

Estos movimiento­s abren una incógnita: ¿qué hará Mauricio? Tal vez deje progresar estas jugadas. En los últimos días aparece un malestar contra Lorenzetti en la Casa Rosada.

Le atribuyen alentar un fallo previsiona­l, que todavía está en gestación, pernicioso para la estabilida­d fiscal. La explicació­n del Gobierno para esa supuesta hostilidad repone una vieja fantasía: Lorenzetti pretenderí­a pasar a la política como candidato a presidente. Si fuera cierto, ya consiguió una legión de rivales. Es lo principal para esa lucha.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina