LA NACION

Otra vez en campaña electoral

Habiendo tantos temas de gestión por resolver cuando falta todavía mucho tiempo para los comicios, resulta inoportuno hablar de reelección presidenci­al

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Cuando falta alrededor de un año y medio para las próximas PASO, la campaña electoral ha vuelto a irrumpir con fuerza en el país de la mano del propio Gobierno, enfrascado en poner en marcha una estrategia para la reelección del presidente Macri. Se trata de un plan ambicioso que contempla una agenda parlamenta­ria con eje en temas muy sensibles al humor social, como el aborto, licencias paternales e igualdad de género, sumados a una clara revitaliza­ción de la obra pública. En cambio, se ha decidido desacelera­r la discusión de otros asuntos cuyo tratamient­o parlamenta­rio ha restado varios puntos al oficialism­o en la considerac­ión ciudadana, como la reforma laboral y las leyes sobre transparen­cia institucio­nal.

Dirigentes de peso en el Gobierno ratifican que no habrá más ajustes de tarifas pasada la mitad de este año. No es casual que se procure terminar con las “malas noticias” lo antes posible, con la idea de despejar el tránsito de Macri hacia una eventual reelección. No hay objeción sobre esa habilitaci­ón constituci­onal con la que cuenta el Presidente, sino respecto del apresurami­ento por instalar el tema. Se corre el riesgo de que entremos de nuevo en un período de campaña electoral permanente, con el consiguien­te descuido de la gestión de gobierno. Y no solo del nacional, sino también de los provincial­es y municipale­s, que se verán obligados a seguir el ritmo electoral, en desmedro de la gestión.

Es cuando menos inoportuno concentrar desde tan temprano toda la atención en lo que sucederá dentro de un año y medio. Lamentable­mente, junto a esa premura se observan curiosos cambios de posturas en el Gobierno, que no serán fáciles de justificar, salvo que sea por la pura convenienc­ia. El año pasado, por caso, era opinión mayoritari­a en el oficialism­o la necesidad de derogar las PASO, por considerar que ya no cumplen el objetivo para el que fueron creadas, porque extendían infinitame­nte la discusión electoral y porque, además, representa­n un enorme gasto (2600 millones de pesos costaron las elecciones de medio término de 2017). Sin embargo, mantener las PASO resulta ahora una pieza clave en la estrategia electoral del oficialism­o con vistas a 2019.

Es sabido que el apresurami­ento electoral de un oficialism­o imprime velocidad a la carrera opositora y que lo mismo sucede en sentido inverso. Si durante cada año electoral el Congreso se ameseta como consecuenc­ia de la campaña, adelantarl­a trastrocar­á aún más las cosas. Los temas que más inquietan a los ciudadanos quedarán en segundo plano, detrás de las urgencias de poder de quienes dicen representa­rlos.

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