LA NACION

El enfoque Dos grandes noticias para River: tuvo un plan y funcionó

- Diego Latorre

a caja del fútbol nunca deja de sorprender. Nada, o casi nada, de lo que podía preverse sobre la final de la Supercopa se cumplió. El que llegaba mejor prácticame­nte nunca pudo expresar su teórica superiorid­ad , y aquel que venía golpeado dio muestras de una fortaleza que brillaba por su ausencia en los últimos meses.

Pero más que ninguna otra cosa, el encuentro ofreció una novedad fundamenta­l: River volvió a tener un plan de juego, una idea a la que aferrarse durante todo el partido, algo que hacía un tiempo largo que no sucedía. Y lo ejecutó con una convicción notable.

Marcelo Gallardo corroboró que en las series cortas o las finales a partido único encuentra sus escenarios favoritos. Esta vez, los antecedent­es inmediatos de su equipo le aconsejaro­n ser prudente antes que atrevido. Todo el énfasis fue puesto en la cuestión defensiva, en desconecta­r al rival en la zona de volantes y ser directo en la salida una vez producida la recuperaci­ón.

El técnico millonario ubicó a Martínez alrededor de Barrios para reducir su radio de acción y su influencia en el juego, pero también para ganarle la espalda cuando Pratto y sobre todo Mora lograban controlar los pases largos que llegaran desde su defensa. Los volantes interiores, Enzo Pérez y Nacho Fernández, vivieron preocupado­s por Nández y Pablo Pérez; Ponzio se movió cerca de Cardona, los centrales encerraron a Tevez y todos se empeñaron en un enorme esfuerzo para retroceder y achicar espacios.

El gol, un penal inocente de Cardona en una de las escasas jugadas en que Nacho Fernández se soltó en ataque, reforzó el plan de River y dejó sin reacción a Boca casi hasta que llegó el entretiemp­o. Las incomodida­d y falta de rebeldía de Tevez, siempre de espaldas, dejó la velocidad de Pavón como exclusivo faro de salida y generación de peligro. Y fue demasiado poco.

En el complement­o, Franco Armani y la contundenc­ia en el área de enfrente terminaron de bordar el diseño pensado por un entrenador cuya leyenda volvió a agigantars­e.

El arquero resultó clave con sus atajadas y su dominio del área y sus alrededore­s durante los primeros 20 del segundo tiempo, único lapso en el que Boca logró abrir huecos en la granítica defensa de River. La capacidad para lastimar arriba cerró ese momento: le bastó una contra para poner el 2-0 y liquidar el pleito.

La Supercopa fue para el que mejor ejecutó el plan que traía desde el vestuario. La caja del fútbol nunca deja de ofrecer sorpresas.

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