LA NACION

Tevez fue una sombra en el primer gran examen tras su vuelta Pérez, dar vuelta la página

Intrascend­ente, no estuvo a la altura del delantero que debe aparecer en citas clave

- LA NACiON Claudio Mauri

Para esto no volvió Carlos Tevez. Nunca pudo imaginar un rendimient­o tan desvaído en una final contra River. Pasó en puntas de pie los 90 minutos. Nada de Carlitos, menos del Apache. Un Tevez inocuo.

El partido profundizó algunos síntomas que había mostrado desde que volvió de China: falta de ritmo, discontinu­idad, sin la agresivida­d necesaria dentro del área. En el final, esa palomita que ensayó sin alcanzar el centro desde la derecho lo expuso en su tibieza.

El moretón que tenía debajo de uno de los ojos por el codazo que recibió el sábado contra Tigre no era nada comparado con la cara de amargura de Tevez tras el final. Se mordía el labio inferior mientras era testigo de la celebració­n de River. Él era el primero en saber que no había cumplido con las expectativ­as, que había estado demasiado estático y con poco contacto con la pelota. No preocupó a Maidana ni a Pinola.

Su planilla de estadístic­as en Opta es por demás elocuente: un solo remate que no llegó al arco, 47 toques de pelota, un total de 40 pases con un pobre 67 por ciento de precisión, dos foules recibidos y uno cometido.

Como en los últimos cotejos, de arranque ocupó el puesto de centrodela­ntero, y en los 20 minutos finales, con el ingreso de Ábila, se retrasó unos metros.

En la Superliga, con tres goles (a San Martín, Banfield y San Lorenzo) maquilló bastante su irregulari­dad futbolísti­ca. Un año en China, tiempo que él mismo catalogó como de vacaciones, le pasa cierta factura a sus 34 años.

No es el Tevez de antes de emigrar a Asia, cuando fue decisivo en el 4-2 sobre River en el Monumental, y también contra Racing y San Lorenzo para que Boca se coronara en el último torneo de 30 equipos. La primera gran cita del año terminó en frustració­n; le queda acompañar en una Superliga que Boca tiene encaminada y, fundamenta­lmente, ser importante y decisivo en la Copa Libertador­es.

En la cancha, Pablo Pérez luchó más de lo que jugó. No desniveló tanto con la pelota en los pies. A la salida del vestuario hizo algo de autocrític­a: “En las finales hay que jugar bien, como lo hacemos en el torneo. Pudimos empatar, pero el arquero sacó dos pelotas importante­s y con el 0-2 caímos en el desorden”. El volante dijó cómo hay que encarar lo que viene: “Debemos dar vuelta rápido la página. Hay que asumir el golpe porque tenemos importante­s objetivos por delante”.

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