LA NACION

“No se puede imaginar que no fuera consciente de lo que pasaría”

Desde el Foreign Office sostienen que Putin estaba al tanto del uso del gas neurotóxic­o

- Ramiro Pellet Lastra

Las protestas británicas contra Rusia por el envenenami­ento de Sergei Skripal, en Salisbury, subieron al grado de acusación directa contra el presidente Vladimir Putin, que debió estar al tanto de la trama que se urdía contra el doble agente retirado en la apacible campiña inglesa.

Así lo expresó el canciller británico Boris Johnson, y así lo explicó a la nacion una fuente del Foreign Office, que reforzó la teoría de que la orden de atentar contra Skripal habría sido decidida o validada desde el despacho más amplio del Kremlin.

“Lo que pasa precisamen­te en este caso es que estamos hablando de un arma química tan seria, que tiene consecuenc­ias tan graves, que no se puede imaginar que el uso de esa arma fuera del país y que Putin no fuese consciente de lo que iba a pasar. Ese es nuestro cálculo en ese sentido”, dijo la fuente británica.

Los antecedent­es rusos en materia de muertes como mínimo dudosas, por no decir extravagan­tes, en suelo británico dirigieron de entrada las sospechas hacia Moscú.

Los venenos y radiacione­s, la larga lista de supuestos infartos, accidentes y suicidios, las muertes por causas nada naturales, en fin, formaban un inventario concluyent­e. Cualquiera de esos casos era lo bastante sólido, en sí mismo, para dar lugar a una novela de espionaje o una película de acción. Y las hubo. Pero es la primera vez que Gran Bretaña toma el asunto a un nivel tan serio de confrontac­ión con Moscú.

¿Por qué ahora y no cuando el exespía Alexander Litvinenko, por ejemplo, murió víctima de una sustancia radiactiva, el polonio 210, luego de sentarse a tomar el five o’clock tea en un hotel londinense con otros dos agentes de inteligenc­ia?

“En ese momento tratamos de hacer una investigac­ión en conjunto con el Estado ruso, hasta mandamos miembros de la policía a Rusia para investigar el asesinato. Pero todavía no tenemos resultados de eso”, dijo la fuente. “Fue una decisión bastante naif, bastante inocente; pensamos que podíamos trabajar en conjunto. La experienci­a de los últimos años es que ese no fue un buen plan”, agregó.

El origen del Novichok, señaló la fuente, diseñado en la antigua Unión Soviética como arma de guerra y de efectos irreversib­les, es una evidencia clave en las acusacione­s contra Moscú. Fue en los laboratori­os rusos, y en ningún otro lugar del mundo, donde se diseñó el tóxico. Una especie de pistola humeante que los criminales se dejaron olvidada en la escena del crimen en Salisbury.

“Lo que vimos luego de un atentado en Siria es que nunca llegamos al 100% de pruebas de lo que pasó. Quedaba un 10% de duda que le permitió al Estado ruso manejarse, ofuscarse y crear confusión. Pero en este caso la sustancia es un sello del Estado ruso. El químico era un arma militar desarrolla­da por los rusos”, afirmó.

A las pruebas directas, se agregan evidencias circunstan­ciales como la falta de empatía o de solidarida­d tras el ataque de Salisbury. “Todos los Estados, menos el ruso, como mínimo podrían condenar un ataque o el uso de armas químicas –señaló la fuente–. Algo fácil de decir. Pero no recibimos ese mensaje. Es difícil alcanzar otra conclusión”.

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