Del Potro busca la final de Indian Wells y ser el 6 del mundo
Se impuso a sus vaivenes y a Kohlschreiber; si hoy le gana a Raonic será Nº 6; espía a Federer y apunta a lograr su primer Masters 1000
Acaba de terminar una faena de tenis del bueno. Drama, suspenso, tensión y por momentos, golpes de colección. Pasan 2 horas y 6 minutos, y Juan Martín Del Potro –el crack–, le gana a su sombra, el que cada tanto lo apremia. Lo fastidia, lo molesta, no lo deja volar. Furioso, gana el partido, grita como un león enjaulado que se abre al mundo, agradece al cielo, mueve el puño derecho –el de los martillos, el que suele ser una solución en tiempos difíciles–, una inequívoca señal de euforia, acompañada por un nuevo grito de gol. Liberado, dibuja una cara feliz sobre la pantalla de transmisión. Ahora sí:
Delpo va por todo. Le gana a sus demonios internos y al alemán Philipp Kohlschreiber –una clase de revés a una mano paralelo y algunas delicias más– por 3-6, 6-3 y 6-4, avanza a las semifinales de Indian Wells, en donde hoy se citará con Milos Raonic –cerca de las 17–, detrás del sueño de su primer título de Masters 1000. Pero no es lo único: si gana –si gana ahora mismo–, será número 6 mundial, mientras espía a Roger Federer, en la final que sueñan todos.
Antes de todo eso, antes de que los más valientes lo señalen como próximo integrante del pedestal del tenis, juega entre lo que es y lo que puede ser. Tiros de drive de un número 1 y respuestas volcánicas de un entusiasta terrenal. Tira la raqueta, desperdicia un cóctel de quiebres y se derrumba, de vez en cuando. Al reincorporarse –el servicio suele ser un aliado indispensable–, es una fiera: potencia, actitud y guapeza.
El partido fue electrizante: el alemán exhibió un estilo atrapante, con sutilezas y amor propio. El tercer set fue el mejor: Delpo pudo quebrar en el quinto juego; en el siguiente, levantó un 0-40, que le dio la confianza decisiva para afrontar la recta final. Lo mismo sucedió en el encuentro: empezó abajo, terminó arriba. Otra señal: el poder combativo –tantas veces, una deuda pendiente– lo tiene incorporado a la caza de un 2018 que promete ser inolvidable.
Su rival, Raonic, se impuso sobre Sam Querrey por 7-5, 2-6 y 6-3. Ex número 3 del mundo, el canadiense vuelve a la escena grande luego de lesiones en la muñeca izquierda y en los muslos, en un fin de temporada 2017 que se mantiene en la misma tónica, con los mejores fuera de las canchas. Rafael Nadal, Novak Djokovic, Stan Wawrinka, Andy Murray y Kei Nishikori –unos intentan volver, otros deben esperar– permanecen, dolidos, en las sombras.
Juega, se fastidia, se levanta, se hunde y vuelve a ser. Delpo domina sus desbarajustes internos, apoyado en un físico que lo mantiene vivaz, más allá de algún bajón temporario. Luego de conseguir el título de Acapulco hace unos pocos días, el tandilense tuvo muy pocas horas libres, de relajación. Está enfocado, aunque entiende las señales del cuerpo. “Estoy un poco cansado, con un poco de molestia en la espalda, se me hace más difícil jugar por la seguidilla de partidos que vengo teniendo, pero eso es una buena noticia”, contó, precavido, días atrás. Anoche, luego del frenético partido, siguió con los conceptos del mismo lenguaje corporal. “Todo mi cuerpo se siente tieso. Este es el último esfuerzo del fin de semana”, señaló.
El ranking, la final, el título: todo eso anda dando vueltas en su cabeza. También, lógicamente, Roger Federer. El ídolo, el número 1, el favorito de todos y el mejor de todos los tiempos. A todos ellos: Del Potro los espía de frente.
Tiempo al tiempo: el tandilense debe ganarle, primero, a Raonic, que lleva ventaja 2-1. Y el suizo jugará antes las semifinales contra el croata Borna Coric, de 21 años, que dio la sorpresa al vencer al séptimo cabeza de serie, el sudafricano Kevin Anderson, por 2-6, 6-4, 7-6 (7-3). Hasta hoy, Roger brilla en cuotas. “Esta semana ha tenido de todo: frío, calor, viento... Estoy listo para todo”, bromeó, luego de superar a al surcoreano Hyeon Chung, otro crédito, en una fresca noche, con las montañas como escenografía turística perfecta.
Del Potro también le gana al tiempo.