Nicolás del Boca
Pionero de la TV y “constructor” de la carrera de su hija Andrea.
Ninguna historia de la televisión argentina estaría en condiciones de reflejar de manera cabal su evolución conceptual y técnica sin una mención destacada, casi de privilegio, a la figura de Nicolás del Boca, que acaba de fallecer a los 90 años. Tres días después del comienzo oficial de las transmisiones de TV en nuestro país, ya ocupaba un lugar estratégico en la ardua organización de la puesta en el aire que se hacían en el viejo Canal 7, y desde allí fue sumando tareas, desafíos y destrezas hasta convertirse en uno de los más importantes directores integrales que recuerda el medio.
Su apellido también fue una suerte de marca identificatoria que con el tiempo se hizo muy popular gracias a la llegada inmediata al público de los programas protagonizados por su hija Andrea desde sus precoces inicios en la década del 60. Detrás de las cámaras de los títulos más exitosos de Andrea del Boca (Andrea Celeste, Estrellita, Antonella, Perla Negra y algunos más), siempre estuvo la muy competente y profesional mano de su padre. Esta dimensión familiar quedó una vez más a la vista en las últimas horas: el anuncio del fallecimiento de Nicolás del Boca la hizo su yerno, Enrique Torres, autor de algunas de las novelas de mayor repercusión protagonizadas por Andrea y esposo de Anabela, destacada vestuarista. Nicolás del Boca tuvo tres hijos como fruto de su matrimonio, en 1957, con la actriz y bailarina Ana María Castro, que a partir de entonces dejó la actuación y más tarde se dedicó a tiempo completo a coordinar y supervisar cada una de las producciones protagonizadas por Andrea y dirigidas por Nicolás. El “clan Del Boca” entraba en su apogeo.
Nació el 23 de enero de 1928 y creció en el barrio porteño de Villa del Parque. Antes de llegar a la te- le había sido obrero metalúrgico, tornero mecánico y fotógrafo de casamientos y encuentros sociales. En la búsqueda de materiales fotográficos conoció a Pepe Guerrico, uno de los grandes pioneros de la televisión argentina, por entonces propietario de laboratorios de cine, que lo invitó a sumarse a Canal 7.
Empezó como tira cables y manejando el “dolly”, ese carrito por entonces bastante pesado sobre el cual estaban montadas las cámaras. También participó de la primera transmisión en directo de un partido de fútbol: San lorenzo vs. River en el viejo Gasómetro. También logró, entre muchos otros méritos, que se bautizara con su apellido una toma dificilísima para la época, en la que todo un elenco aparecía en un decorado con la cámara enfocándolo desde alguna puerta o ventana.
Como director de cámaras brilló al frente de adaptaciones de obras teatrales clásicas y conocidos títulos de ficción (Cuatro hombres para Eva, Alta comedia). Fue uno de los artífices de la llegada a la televisión de Alberto Migré y llevó a esa pantalla algunas de las predicciones astrológicas de Horangel y las comedias de Darío Vittori.
Hasta que decidió concentrarse casi con exclusividad a desarrollar las ficciones protagonizadas por su hija desde un múltiple compromiso: mentor, productor, director integral y hasta responsable del manejo de los derechos de la venta internacional. El “clan Del Boca” había llegado a su máxima expresión y hasta tuvo en 2010 un curioso episodio cinematográfico con Un buen día, que dirigió en California a partir de un guion de Torres y la presencia protagónica de lucila Polak (la actual pareja de Al Pacino, que aparece en los créditos como lucila Solá) y Aníbal Silveyra. Andrea del Boca hace allí una brevísima aparición. Estrenado en la Argentina con unánimes críticas negativas, funciona hasta hoy como festejado título de culto en algunos círculos.
Padre e hija trabajaron juntos hasta el final, inclusive en Esa mujer y el cuestionado e inconcluso proyecto de Mamá corazón, cuyas derivaciones se encuentran hoy en pleno tratamiento judicial. Nicolás del Boca no volvió a involucrarse en compromisos televisivos ajenos a su familia, a la que dedicó en plenitud sus esfuerzos después de brillar en un medio al que acompañó desde su nacimiento.