LA NACION

Italia ensaya una reconstruc­ción que, por ahora, se demora

Luigi Di Biagio, el entrenador interino, suele sufrir fuertes críticas; más allá de Buffon, dirige un equipo de jóvenes promesas de calidad recortada; la melancolía de un gigante con el orgullo herido

- Ariel Ruya

Había casi 80.000 espectador­es en el Giuseppe Meazza, el coliseo de Milán, el 13 de noviembre de 2017. Los que no lloraban, se tapaban los ojos: lo que acababa de ocurrir era una trampa de la historia. Italia, un rey del fútbol, empataba sin goles contra Suecia y se quedaba sin Mundial. Multicampe­ón (Italia 1934, Francia 1938, España 1982 y Alemania 2006) y creador de una táctica que revolucion­ó la estructura del romanticis­mo del balón, una cita mundialist­a sin la azzurra es una emboscada a la tradición. Lagrimearo­n todos. Los de adentro, como Buffon, Chiellini, Immobile. Los de afuera, mucho más.

Giampiero Ventura, de amplia trayectori­a en entidades sin prepotenci­a, resultó el último rostro de la derrota, a los 70 años. En estado de shock, por algunas semanas, Italia no salió de su asombro. El 5 de febrero pasado, las autoridade­s sacaron la cabeza del barro y encontraro­n una solución al paso: Luigi Di Biagio, el entrenador del selecciona­do Sub 21, iba a ser el conductor, al menos, en esta fecha FIFA. Un DT provission­al es un técnico con el liderazgo desabrido. Primero, contra la Argentina, en Manchester. Más tarde, frente a Inglaterra, en Londres. Dos choques de planetas para una selección deprimida, sin metas. Desnutrida en su amor propio.

Un nombre con quilates: eso es lo que se busca hoy, aunque las urgencias son para los mundialist­as. Italia tiene tiempo de sobra, si se espía que la Eurocopa será en 2020 y que el siguiente Mundial, parece de otro siglo: Qatar 2022. El problema es que los candidatos están en plena faena: Roberto Mancini está en Zenit, Claudio Ranieri dirige Nantes y Vincenzo Montella creó una pequeña gesta en Sevilla en la Champions League. “Entrenar a la selección de tu país es un sueño que uno tiene desde niño. Cuando me llegue esta posibilida­d, si es que me llega... no sé, ahora no la hay, quién sabe, un día a lo mejor me llegará y me gustaría, sin duda. Ahora mismo creo que está muy lejana, objetivame­nte”, contó, días atrás, Montella.

De 46 años, Di Biagio sabe que es un ave de paso. Fuerte, aguerrido, disciplina­do como un clásico número 5 de quite y recuperaci­ón sin excesos liberales, jugó en Roma e Inter y, además, integró el selecciona­do en Francia ’98 y Corea-Japón 2002. Nada mal: 31 partidos y dos goles. Solía pisar el área adversaria, con el optimismo del laboratori­o preparado en la semana. Le agradaba la otra frontera: hoy pretende hacer lo mismo, con un renovado 4-3-3, con una nutrida cantera de jóvenes promesas y algunos caciques. “Buffon es un monumento. Está aquí, también, para unir. Está aquí para jugar, dar algo más al equipo. Es un valor añadido dentro y fuera del campo. Jugará uno o dos partidos”, propuso. Buffon tiene 40 años, Chiellini, 33. El resto representa

el futuro. Sin embargo, el problema es otro: Di Biagio tiene enemigos internos.

Claudio Gentile, campeón mundial en España 82, cuestionó la designació­n interina. “No me parece que haya pareceres positivos. Fracasó con la Sub 21, en la que tuvo a seis jugadores que ahora están en la selección mayor tras haber dicho que era la más fuerte de los últimos 20 años”, argumentó Gentile, que consideró que el cargo pudo haber sido ofrecido a cualquiera de los campeones del mundo, en un momento “en el que se precisa reiniciar”. Y fue más allá: “Está claro que no somos considerad­os. Hace falta gente que sepa lo que es obtener resultados. Tal vez haya jugadores que no merezcan lucir esta camiseta... si vemos que hay que volver a confiar en los que no pudieron lograr la clasificac­ión al Mundial”, aseguró.

Hasta los representa­ntes lo señalan, como Mino Raiola, agente de Mario Balotelli. “Si Di Biagio dice que los números para un atacante no importan y que su conducta no tiene nada que ver, entonces la selección está cerrada para Mario. Solo cambiamos al DT. Vamos por el camino equivocado”, analizó.

El conductor elige blindarse. Se siente a gusto con la juventud –sin la clase de glorias de otros tiempos– y, de paso, piensa lo mismo que piensan todos los técnicos del mundo: cómo frenar a Leo Messi.

Charlas, pizarrones, videos y algunos trabajos de campo. Por la tarde, dirigió a los 26 convocados al campo de juego de Coverciano, la concentrac­ión de la azzura, situada en Florencia. Dedicó los primeros 15 minutos a trabajos tácticos y a ejercicios técnicos en los que dividió a los jugadores en grupos, siempre con un balón.

¿Algunos nombres? Lorenzo Insigne (26 años, Napoli), Jorginho (26, Napoli, nacido en Brasil), Marco Verratti (25, PSG), Angelo Ogbonna (29, West Ham, de origen nigeriano) y Ciro Immobile (28, Lazio). El resto, pibes dispuestos a escribir el futuro. Como Patrick Cutrone (20, Milan). “Para mí, Messi es un personaje de la Play Station, siempre lo vi por televisión y nunca tuve la suerte de verlo en directo”, dijo. Italia vuelve a nacer.

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M. degl’innocenti/AnSA Luigi Di Biagio es el dueño de la pelota... apenas por un puñado de días; a su lado, Florenzi, defensor de Roma

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