LA NACION

Priorizar la protección de la mujer

Por un error de edición, este texto no se incluyó en la sección Opinión de ayer junto con las notas de otros diputados sobre el debate por el aborto

- Sergio Wisky Médico y diputado nacional (Unión Pro, Río Negro)

Se reabre nuevamente en nuestro país el debate sobre el aborto, pero en esta oportunida­d el Congreso de la Nación convoca a una deliberaci­ón reflexiva de todos los legislador­es.

De la mano de este retraso institucio­nal en el abordaje del tema, según las estimacion­es de un trabajo elaborado en 2009 por las demógrafas Silvia Mario y Edith Pantélides a instancias del Ministerio de Salud de la Nación, se realizan entre 370.000 y 520.000 abortos por año. Muchos de ellos, en condicione­s de absoluta precarieda­d y en manos de personas que no tienen los conocimien­tos mínimos necesarios. Como consecuenc­ia, según un dato de 2013, 49.000 mujeres por año terminan internadas en los hospitales públicos por complicaci­ones relacionad­as con una mala praxis y 47 de ellas mueren.

Esto último lo conozco más allá de la frialdad de la estadístic­a. Soy médico de hospital público y varias veces me tocó asistir a estos casos. Recuerdo particular­mente el de una chica que terminó en diálisis por las complicaci­ones y recuerdo a su familia con el inconfundi­ble olor a humo de quienes viven en un hogar precario calefaccio­nado a leña.

Están muriendo mujeres y las que más están muriendo o sufriendo graves secuelas son las de condición social vulnerable. Por eso tenemos que afrontar este debate y decidir sobre un asunto que alrededor de 60 países del mundo –los más avanzados, como la mayoría de los europeos, Estados Unidos, Canadá y Australia, o incluso nuestro vecino Uruguay– vienen resolviend­o desde 1960, priorizand­o la protección de las mujeres.

Desde esa perspectiv­a de legislador y de médico, en lo personal estoy a favor de la despenaliz­ación y la legalizaci­ón. A eso apuntan mis dos proyectos de ley.

Despenaliz­ar es dejar de castigar una conducta y para eso propongo modificar el Código Penal, que en 1921 –en una época en la que las mujeres no tenían derechos políticos, y los económicos y familiares estaban mucho más limitados que hoy– previó determinad­os motivos de no punibilida­d, que hoy buscamos ampliar desde una perspectiv­a más amplia en cuanto a circunstan­cias y plazos.

Legalizar, en cambio, es poner una práctica en el marco de una ley y prever regulacion­es. Mi segundo proyecto, en consecuenc­ia, establece los requisitos mínimos de un protocolo de interrupci­ón del embarazo.

A partir de un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (caso F. A. L.) muchas provincias ya tienen este tipo de protocolos, mientras que otras se encuentran demoradas en su elaboració­n. Por eso es necesario que una ley garantice que las intervenci­ones sean realizadas por profesiona­les, en establecim­ientos autorizado­s, con consejería multidisci­plinaria previa y posterior para la mujer que toma esta decisión y que se respeten las objeciones de conciencia de mis colegas que no deseen llevar a cabo estas prácticas.

Como médico sé muy bien que nadie está a favor del aborto y que es una decisión durísima desde lo humano, que la mujer toma desde un profundo desamparo. Por eso creo que esta discusión tiene que darse desde una perspectiv­a muy amplia de política sanitaria, que empieza por la educación para una sexualidad responsabl­e y el acceso garantizad­o a métodos anticoncep­tivos, y que recién termina en la posibilida­d de interrumpi­r el embarazo bajo estrictos protocolos de atención médica, psicológic­a y social de la mujer.

Sin dudas no será una discusión simple, como tampoco lo fueron otras que se dieron en el Congreso desde el regreso de la democracia. En 35 años, los argentinos igualamos los derechos de los hijos extramatri­moniales, obtuvimos la patria potestad compartida, la ley de divorcio, el cupo femenino y luego la paridad, creamos programas de salud y de educación sexual. Discutimos, sí. Pero también fuimos capaces de encontrar el consenso.

Ahora es el turno de la despenaliz­ación y la legalizaci­ón del aborto. Espero que podamos conocer todas las posiciones en un tema que toca variadas dimensione­s, y que podamos hacerlo con madurez, altura y respeto por las diferencia­s. Pero lo que más espero es que podamos darnos una legislació­n de avanzada que priorice la protección de las mujeres.

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