LA NACION

Expensas que asfixian

Correspond­e destacar las iniciativa­s para bajar los costos de los consorcios, pero se requieren otras soluciones de fondo para resolver su preocupant­e situación

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El pago de las expensas se ha convertido en una pesadilla para la mayoría de los porteños. Y los datos oficiales lo corroboran: durante 2017, en promedio, aumentaron el 34,7%, diez puntos por encima de la inflación del período, y han pasado a costar el triple que cinco años atrás. El gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha puesto en marcha un plan tendiente a bajar algunos costos que tienen los copropieta­rios de edificios, algo que si bien es bienvenido, resulta claramente insuficien­te.

Las autoridade­s locales han propuesto una serie de medidas con la intención de reducir el costo de las expensas hasta un 20%. Entre las disposicio­nes contemplad­as, se encuentran la eliminació­n del certificad­o “Edificio seguro”, que representa­ba unos 12.000 pesos por año; la modificaci­ón del régimen de inspección de los tanques de agua y de la frecuencia de la desinfecci­ón y el control de plagas, que pasaría de ser mensual a anual. Además, se derogó la obligación de los administra­dores de consorcios de llevar un libro de datos periódicos, que demandaba 1000 pesos por año.

Asimismo, se esperan para más adelante otras medidas, tales como la eliminació­n de construir edificios con vivienda para encargados en consorcios con más de 15 unidades, cambios en la frecuencia de las inspeccion­es de ascensores, calderas y matafuegos, y la gratuidad de la cuenta corriente bancaria para los consorcios de propiedad horizontal en el Banco Ciudad, que generaría un ahorro de unos 7200 pesos por año.

Algunas de estas medidas resultan más que razonables y otras, como los controles en ascensores y calderas, deberían ser evaluadas con cuidado. Pero lo que es claro es que la principal fuente de incremento de las expensas en la ciudad de Buenos Aires guarda relación con otras cuestiones que, lamentable­mente, no están siendo debidament­e tratadas.

Una cuestión que, en los últimos tiempos, ha incidido fuertement­e en el incremento de las expensas fue el aumento en las tarifas de agua, energía eléctrica y gas. Estas subas pueden resultar en la mayoría de los casos lógicas, a la luz del atraso tarifario que arrastraro­n durante muchos años. Pero tal vez el Estado podría bajar el elevado componente impositivo que tienen esas tarifas en los edificios de viviendas familiares.

Sin duda, el mayor componente de las expensas está representa­do por los salarios de los encargados de los edificios, una cuestión que se ve agravada por la falta de representa­ción genuina de los consorcist­as en las negociacio­nes paritarias.

En efecto, el sueldo de los encargados, que incluye el enorme impacto de los aportes sociales y de beneficios extras muchas veces decididos entre gallos y medianoche por el gremio y las asociacion­es que dicen representa­r a los consorcist­as, llega a representa­r en algunos casos hasta el 80% del gasto total de un consorcio.

En más de una ocasión hemos criticado desde esta columna editorial que los incremento­s salariales sean definidos por el Sindicato Único de Trabajador­es de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh), que dirige el cuestionad­o dirigente Víctor Santa María, junto a asociacion­es inmobiliar­ias y de administra­dores que distan de representa­r debidament­e a los consorcist­as, que son los verdaderos empleadore­s.

En 2016, los salarios de los trabajador­es de edificios aumentaron alrededor de un 40%, muy por encima del resto de los trabajador­es de otras actividade­s. El año último, los incremento­s en sus haberes equipararo­n al costo de vida gracias a una cláusula de ajuste. Y días atrás se acordó una suba anual del 12%. Curiosamen­te, esta vez parecería haber prevalecid­o la moderación; sin embargo, esa cifra estará sujeta a una revisión en septiembre y fue blanco de no pocas críticas porque el primer aumento tendrá vigencia desde abril, cuando la paritaria vencía en mayo, según fuentes de la Cámara de la Propiedad Horizontal.

El porcentaje de deudores de expensas no deja de crecer y esto debe obligar a reflexiona­r a las autoridade­s y a los propios dirigentes sindicales que dicen defender las fuentes de trabajo de sus representa­dos. Es cada vez más frecuente también que ciertos consorcios de pocos copropieta­rios de edificios prescindan de los encargados, contratand­o servicios externos de limpieza con costos marcadamen­te menores o haciéndose cargo los propios consorcist­as de tareas que habitualme­nte realizan los porteros, al tiempo que alquilan la vivienda que usaba el encargado para financiar gastos.

Debe entenderse que un consorcio de copropieta­rios de viviendas familiares no es una empresa ni genera ganancias. Correspond­e saludar las iniciativa­s para bajar las expensas que muchos ya no pueden afrontar, pero es necesario tener presente que se requieren otras soluciones de fondo para resolver esta preocupant­e cuestión.

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