Nuevos modelos de vínculos
Las redes sociales son una respuesta al anhelo humano de generar vínculos, establecer relaciones e incrementar la comunicación con los otros. Si pensamos en las precarias posibilidades que se ofrecían hace 150 años, cuando conocer otras personas implicaba trasladarse a otro pueblo, vemos el enorme enriquecimiento que han significado las nuevas posibilidades de comunicación y las múltiples formas de diálogo humano actuales.
Se ha reducido el aislamiento, la distancia con los otros y la distancia con el conocimiento y el saber contemporáneo, y ello ha reducido o limitado la soledad y la espera. A partir de las redes sociales hoy es posible reencontrar vínculos (en otras épocas perdidos definitivamente), recuperar nuestra historia generacional buscando amigos de la infancia o familiares de otras generaciones, pero también hallar nuevos vínculos y nuevas propuestas de encuentros placenteros, amistosos o amorosos. Ello se ha facilitado a tal extremo que algunos señalan que nos deslizamos hacia una “sociedad líquida”.
Una sociedad de relaciones líquidas, de vínculos transitorios y donde lo único constante es el cambio y la multiplicidad de relaciones ligeras, inconstantes y descomprometidas. Otra perspectiva nos indica que los nuevos vínculos imponen un cambio social que multiplica el saber sobre los otros y posibilita una riqueza cultural transformadora e inédita. La comunicación, el otro, nos interroga; el nuevo diálogo nos implica y surge para ambos el inevitable interrogante sobre la mutua identidad: “Y vos, ¿quién sos?, ¿qué haces?”
El diálogo puede deslizarse a encuentros que evitan un mayor compromiso personal y afectivo, siendo una comunicación huidiza o atemorizada. Puede también padecer una lógica excesiva y formal que neutraliza el componente afectivo. Pero el diálogo siempre interroga la continuidad del vínculo, amplía la comunicación con el otro.
Al mismo tiempo, la multiplicación de la posibilidad de encuentros que los nuevos medios posibilitan puede también sortear la angustia que generan los interrogantes de una relación. Para muchos, cada diálogo o encuentro tiene un tope, que debe ser exclusivamente alegre y placentero, y más allá de lo divertido, la relación se clausura. Se reinicia otro vínculo que es tan transitorio como el anterior. Pero más allá de la propuesta inicial o en mutuo acuerdo, hay una intención de pasarla bien, divertirse, no exigir a otro o a uno mismo lo que espontáneamente no ocurre. Enamoramientos transitorios, amores de estudiantes, flores de un día..., también son válidos.
El modelo de pareja y de familia tradicional, la relación única y de por vida, se ha limitado a una parte de la población de Occidente, mientras nuevas modalidades son más frecuentes. En ese contexto, “otra oportunidad” es el clamor de muchos. Y los nuevos medios permiten expandir las posibilidades.