LA NACION

Los chicos, ¿un amuleto contra el amor fugaz?

- Denise Tempone La autora es periodista, artista y diseñadora de contenidos

Dice la socióloga israelí Eva Illouz, que la semilla de una nueva revolución social ya comienza a mostrar su brotes. Y que los innumerabl­es desencuent­ros, juegos histéricos y finales abruptos de relaciones, no hacen más que evidenciar­lo. Algunas tensiones se están volviendo tan imposibles de resolver, que comienzan a desplazar conceptos aparenteme­nte intocables en nuestra cultura. Según Illouz, por ejemplo, en materia de encuentros heterosexu­ales, sutilmente, el proceso nos está llevando a entender que la noción de familia no tiene por qué ir pegada a la noción de pareja.

Que armar deliberada­mente un proyecto de familia con quien no es nuestra pareja, y formar pareja con quien no necesariam­ente será familia son posibilida­des que no solo comienzan a parecer verosímile­s, sino que hasta se vuelven liberadora­s. En otras palabras, si nuestra búsqueda sexual va por carriles diferentes al proyecto familiar, la necesidad de rendir cuentas sobre si tenemos o no hijos (o deseos de ellos) en nuestros encuentro sexuales, se vuelve básicament­e innecesari­a. En ese contexto, las fotos con chicos en los perfiles de Tinder, también.

Sucede que en los países de tradición católica y raíces latinas, especialme­nte en los de sueldos magros y contextos económicos inestables, pensar en este cambio de mentalidad, incluso ya viviéndola, resulta bastante difícil.

Nuestra forma de lidiar con la tensión suele ser más bien, buscar otra madre o padre para nuestros hijos, o al menos, alguien que entienda por qué no vamos a tener todo el tiempo del mundo, ni los recursos económicos, al servicio del romance que proponemos desde una aplicación. Y ahí estamos: encarnando diversos prototipos averiados de familia Ingalls. Es asombrosa la cantidad de personas que se exhiben en Tinder o Happen rodeados de hijos. Esas imágenes parecen decir: “Mirá, soy Laura, me falta Charles”, o “Mirá, soy Charles, me falló Laura”. A veces, las postales son tan pero tan “prime time de canal de aire”, que la voz misma del amante queda silenciada bajo un mensaje grupal: “Mira, somos los Ingalls ¿no querés ser parte de nosotros?”.

Sí. En las diversas redes “de levante”, hay muchas fotos de chicos tapando los cuerpos de sus padres con los suyos. Como si de alguna manera ellos pudieran auspiciar de “paragolpes” contra deseos frívolos y mundanos de revolcones de una noche (o más, porque en el fondo nunca se sabe). Pero en un mundo en el que los revolcones se direcciona­n para un lado, y las familias para el otro, no hay foto, por conmovedor­a que luz ca, que funcione de amuleto contra el amor fugaz. Así que guarden a los chicos.

La noción de familia no tiene por qué ir pegada a la noción de pareja

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