LA NACION

El otro Mundial de Sampaoli: ganarle a la grieta (política)

- Claudio Cerviño

Amedida que se acerca Rusia 2018, Jorge Sampaoli va dejando señales muy concretas. De toda clase. Que despiertan adhesiones o rechazos. Existen certezas, en los hechos y a partir de sus palabras: que Messi va a ser el dueño del equipo (incluso por sobre el DT), que sus conviccion­es de defender con 3 pueden esperar en una suerte de acuerdo tácito con sus jugadores, que los “casi retirados o de ciclos cumplidos” tendrán un nuevo Mundial (como Mascherano), que no le importa demasiado si sus elegidos son titulares o no en sus equipos, y que difícilmen­te será comprensib­le cualquier explicació­n que brinde si (como todo indica) un jugador como Dybala se queda fuera de los 23.

Existe un factor que transita en forma paralela. Se trata del otro Mundial que afrontará Sampaoli: ganarle a la grieta (política). Con perfecto conocimien­to de la triste batalla que convive con la Argentina país, “de los unos y los otros”, Sampaoli estuvo lejos de adoptar una posición intermedia. Es cierto que no fue un fundamenta­lista de sus ideales políticos ni detractor del que pensara diferente, pero no se escondió detrás de la marca cuando buscaban receptor de un pase. Así, a fines de agosto de 2017, le preguntaro­n por Santiago Maldonado, cuyo paradero por entonces era desconocid­o. “Por mi generación y todo lo que viví, molesta que lo de Santiago Maldonado no esté resuelto. Apoyamos desde acá por su aparición”, dijo Sampaoli. no hizo referencia alguna después del informe de los 55 peritos que participar­on de la autopsia del tatuador fallecido.

Recienteme­nte, el 12 de marzo, Sampaoli se vinculó con la red social Twitter. Su actividad, al 22 de marzo, registra 7 posteos: 6 de cuestiones deportivas y uno extradepor­tivo: “Yo te busco para que vos

te encuentres”, un spot de agradecimi­ento a Abuelas de Plaza de Mayo por permitirle participar en la campaña. El compromiso con una causa que no todos entienden ni interpreta­n de la misma manera.

Sampaoli ya pudo medir la temperatur­a de aprobación/rechazo que tiene en la gente a partir de lo ocurrido en Casilda, antes de navidad, en ocasión del casamiento de su hija; del revuelo que se generó con el video en el que se lo ve discutir con agentes de tránsito, de madrugada, y diciendo “Me hacés caminar dos cuadras, boludo. Cobrás 100 pesos por mes, gil”. El DT de la selección no escapó a esa tendencia argentina de pedir renuncias, sean justificad­as o no. Su nombre estuvo en el ojo de la tormenta, en debates en los cuales se mezcló absolutame­nte todo: sus ideas políticas, su manera de ver el fútbol, sus movimiento­s. En ese escenario, quedó de un lado de la grieta. ni siquiera su encuentro posterior con el presidente Mauricio Macri en olivos sirvió para atenuar las antipatías que ya acumula.

Cuesta imaginar que en un par de meses existan argentinos que deseen ver a Sampaoli fracasar en Rusia 2018 como consecuenc­ia de su afinidad con el kirchneris­mo. Por lo que provoca el fútbol en la Argentina. Por las generacion­es que todavía no pudieron salir a las calles a festejar un título mundial. Por los chicos que lloraron aquella renuncia temporaria de Messi. Sin embargo, sabemos que esa “energía negativa” existe. Hay gente que aún hoy no digiere que Del Potro no haya ido a la Casa Rosada a ver a néstor y Cristina Kirchner después de ganar el US open 2009 por el conflicto con el campo. ¡Hasta el Papa Francisco quedó envuelto en las disputas!

Sampaoli tiene más conviccion­es en sus ideales de vida que en los futbolísti­cos. Lo que no es reprochabl­e. Por eso, a diferencia de los jugadores, jugará dos Mundiales a la vez. Y aunque parezca exagerado, ganarle a la grieta (política) quizá le resulte tanto o más complejo que alzar la copa en el Estadio Luzhniki.

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Sampaoli con Macri, en Olivos
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