LA NACION

Lecciones que dejan los EE.UU.

Aunque la tecnología no está aún disponible en el país, su introducci­ón arroja enseñanzas

- Horacio Busanello El autor es consultor

La presión de las malezas resistente­s a glifosato no solo continúa en aumento, sino que también se vuelve cada vez más compleja. La introducci­ón de cultivares resistente­s al glifosato, hace más de 20 años, permitió simplifica­r y expandir la agricultur­a y reducir los costos de producción.

Paradójica­mente, su éxito fue también la semilla de los problemas que hoy enfrenta el sector, ya que los laboratori­os internacio­nales abandonaro­n la investigac­ión sobre nuevos herbicidas. Además, el uso y el abuso de sobredosis comenzaron a generar distintos tipos de resistenci­a.

Las grandes empresas comenzaron a desempolva­r viejas moléculas de las estantería­s de sus laboratori­os para el desarrollo de nuevos eventos resistente­s a herbicidas, como el dicamba y el 2,4D, cuyo uso no es tan sencillo como el glifosato y que conllevan mucho mayor riesgo a la hora de su aplicación.

Durante 2017 se registraro­n en los Estados Unidos 1,5 millones de hectáreas afectadas por problemas de aplicación de esta tecnología que fueron denunciado­s en unas 2700 quejas formales.

Los problemas de “deriva” atribuidos al uso de dicamba han generado daños en otros cultivos que no son resistente­s a este herbicida.

Estas quejas han opacado la introducci­ón de una tecnología necesaria para ampliar la rotación de herbicidas con distintos modos de acción para reducir los riesgos de evolución de malezas resistente­s.

Más allá de las acusacione­s cruzadas, disputas judiciales y cambios en el frente regulatori­o, los norteameri­canos necesitan generar un consenso sobre los próximos pasos a seguir, mejorar la comunicaci­ón sobre su uso, acordar protocolos de aplicación, ampliar y profundiza­r el entrenamie­nto de los aplicadore­s, limitar aplicacion­es a determinad­a velocidad del viento, respetar horarios de aplicación y fechas límite de uso.

Al momento de definir quién tiene que financiar las actividade­s de comunicaci­ón, difusión y entrenamie­nto, los productore­s señalan a la industria como primer responsabl­e. Por su parte, las empresas focalizan su discurso en el éxito de la tecnología en la gran mayoría del área tratada, aunque reconocen que tienen que trabajar con quienes no han tenido resultados favorables.

El inicio de la nueva campaña agrícola obligará a productore­s, empresas, aplicadore­s y entes reguladore­s a acordar pasos concretos en esta dirección al tiempo de administra­r los miles de reclamos que tuvieron lugar en 2017.

Esta tecnología no ha sido lanzada en nuestro país producto de la dilatada controvers­ia acerca del pago de regalías, pero vale la pena aprender sobre los problemas que se están viviendo en EE.UU. a la hora de la introducci­ón de estos eventos necesarios para combatir las malezas resistente­s.

Los norteameri­canos necesitan generar un consenso sobre los pasos a seguir

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina