REVERDECER LOS LAURELES
Desde la magnífica Fiesta Nacional del Automovilismo, Balcarce quiere recuperar el protagonismo que la plaza supo tener en el ámbito deportivo, con el estandarte de Juan Manuel Fangio
Balcarce tiene un Museo Fangio, un autódromo Fangio, un concesionario Fangio y un restaurante Fangio. Incluso tiene dos hoteles Fangio: uno en las afueras de la ciudad, en una estancia que perteneció al quíntuple campeón de Fórmula 1, y uno nuevo, más céntrico, actualmente en construcción. No existen muchos ejemplos de ciudades tan apegadas a los legados de sus hijos pródigos pero tampoco existieron muchos hijos tan pródigos como él.
Juan Manuel “El Chueco” Fangio nació en esta localidad en 1911. Su historia ha sido relatada incontables veces: el joven que abandona la escuela para meterse en un taller mecánico y luego se lanza detrás del volante. En 1940, a los 29 años, ganó su primera carrera en Turismo Carretera (TC): el Gran Premio Internacional del Norte, una competencia de 9500 km entre la Argentina, Bolivia y Perú que conquistó sobre un Chevrolet 1940 color verde que había adquirido mediante una rifa.
A los 37 años, ya consagrado en su tierra, llegó a Europa. Allí comienza la parte más gloriosa de su saga: cinco títulos en la máxima categoría del automovilismo con Alfa Romeo (1951), Mercedes-Benz (1954 y 1955), Lancia-Ferrari (1956) y Maserati (1957). A los 47 años se retiró del profesionalismo.
Su éxito también puso los ojos del mundo en su pueblo natal, un municipio de 30.000 personas a 400 km de Buenos Aires, que vivía principalmente de la actividad agrícolaganadera. A medida que la figura de Fangio se expandía a fuerza de victorias y reconocimientos, la ciudad comenzó a abandonar su cascarón de apacible enclave en la llanura pampeana para convertirse en el vibrante centro del automovilismo argentino, uno de los principales destinos del TC. Y luego, casi lo perdió todo.
Pasión y tragedia
“Balcarce es una ciudad que respira automovilismo”, dijo a Esteban Andrés Reino, lanacion intendente del municipio bonaerense. Bajo este principio rector, a fines de noviembre del año pasado la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el proyecto de la legisladora María Paula Lopardo, que la convirtió oficialmente en la Capital Nacional del Turismo Automovilístico. La iniciativa, que busca promover a Balcarce como destino turístico, se apalanca en la rica historia de la disciplina en esta ciudad y la contribución de Fangio al deporte nacional.
Entre los hitos arquitectónicos que justifican este nombramiento, se destaca el Museo Fangio, un monumental y moderno edificio de 6500 m2 en la esquina de las calles 17 y 18, que encierra vehículos de carrera, copas y trofeos pertenecientes no solo al ídolo local sino también a otras figuras destacadas del automovilismo, como Ayrton Senna y Michael Schumacher. Fue inaugurado en 1986 y surgió de un proyecto de la Fundación Fangio, por entonces presidida por el excampeón de TC Juan Manuel Bordeu, amigo y protegido de “El Chueco”.
“Había peleas con gente que quería que se haga en Buenos Aires, otros en Mar del Plata, pero Fangio deseaba hacerlo en Balcarce”, comentó a este diario Fermín Azcárate, secretario de la Fundación. El automovilista donó en vida seis autos (entre ellos, el Mercedes Flecha de Plata
“Tenemos un proyecto muy serio para que la catedral vuelva a tener el ruido de otros tiempos” (Esteban Andrés Reino, intendente de Balcarce)
con el que logró los títulos de F1 en 1954 y 1955), además de 144 copas, colección que la entidad amplió a través de adquisiciones de 140 vehículos y unos 1500 trofeos. “Desde que se inauguró, el museo convoca a unos 60.000 visitantes por año”, agrega Azcárate.
Pero el corazón de la movida fierrera local era el Autódromo Juan Manuel Fangio, una pista de 4592 metros situado a cuatro kilómetros de Balcarce, sobre la sierra La Barrosa. Fundado en 1972, fue durante casi 40 años uno de los circuitos de TC más importantes del país, hasta que la tragedia lo golpeó el 13 de noviembre de 2011. Guido Falaschi, joven piloto de apenas 22 años, perdió la vida en la fecha 15 de la temporada cuando, a dos vueltas del final, su vehículo quedó cruzado en la pista y fue embestido lateralmente. Falleció por el traumatismo de cráneo resultante.
Por ese entonces, se consideró que las medidas de seguridad del autódromo habían sido insuficientes y, como consecuencia, fue eliminado del calendario del TC. Sus pistas no han conocido el ronquido de un vehículo de carreras desde aquella fatídica fecha, más de seis años atrás.
Celebración y esperanza
Jesús María celebra la doma; Corrientes, el Carnaval y Balcarce es sede cada febrero desde 1992 de la Fiesta Nacional del Automovilismo, un festival de tres días organizado por la Municipalidad y la Fundación Fangio en el que se realizan exhibiciones y desfiles de autos de colección, muestras y shows gratuitos de artistas populares. “Cada año tratamos de poner más fichas a esta fiesta para que tenga la posibilidad de lucirse, trascender y competir con eventos de envergadura notable, como Cosquín”, contó Azcárate.
La última edición del evento estuvo marcada por la esperanza del posible regreso del TC a Balcarce. La intendencia trabaja en un proyecto para lograr esta meta, que fue presentado a los secretarios de la Presidencia y de Deportes, Fernando de Andreis y Carlos Mac Allister, respectivamente. “Tenemos un plan muy serio e importante que comprende no solo al automovilismo sino también al turismo y otros deportes. Anticipamos todas las normas de seguridad nuevas que hay que tener y vamos a seguir trabajando para que la catedral del automovilismo vuelva a tener el ruido de otro momento”, señaló Reino.
“Ilusiona esa posibilidad de que el autódromo pueda volver a funcionar”, dijo el actual presidente de la Fundación Fangio, Antonio Mandiola. “Es realmente triste tener una pista tan histórica en esas condiciones. Se están haciendo todos los esfuerzos por cumplir con las reglamentaciones pedidas por la FIA (Federación Internacional del Automóvil); para nosotros, es un tema importantísimo.”
La expectativa era especialmente palpable entre los centenares de personas que llegaron el 9 de febrero pasado hasta la esquina de las calles 17 y 18 para la inauguración de la Fiesta. Allí, el museo dispuso de 12 automóviles de su colección e invitó a una veintena de pilotos en actividad y retirados a llevar a gente de la ciudad de paseo. Juan María “El Flaco” Traverso, Jorge Cupeiro, Cristian Ledesma, Oscar “Cacho” Fangio (hijo de Juan Manuel) y el exfutbolista devenido piloto Vicente Pernía estuvieron entre quienes participaron de la actividad.
Poco después de las 20, se develó en una de las esquinas de la Plaza Libertad una estatua en tamaño natural de Fangio realiza por el escultor Víctor Hugo Coluccio. Cuando se descorrió el velo que la cubría, se encendieron simultáneamente los motores de los vehículos del museo exhibidos en la calle. El Maserati 300 en el que Fangio conquistó los premios de Caracas y Cuba y La Coloradita, el Chevrolet Súper 250 con el que Juan Manuel Bordeu se coronó campeón argentino de TC en 1966 rugieron al unísono con otra decena de vehículos históricos. Parecía una plegaria mecánica, una invocación que le decía al pasado glorioso del automovilismo que pegue la vuelta, que regrese a casa.