LA NACION

Facebook, de mina de oro a amenaza para las democracia­s

El escándalo cambió la percepción sobre el poder de la red

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Hace unos años, cuando miles de personas le dieron vida a la “primavera árabe” en Medio Oriente, las redes parecían un poder más de la democracia: una herramient­a para movilizar ciudadanos, amplificar voces silenciada­s y tumbar dictaduras. Algunos bautizaron esa revuelta la “revolución Facebook ”.

Pero los tiempos cambiaron. Ahora, Facebook es vista, cada vez por más voces, como una amenaza para las democracia­s. Una plataforma que, además de conectar gente, monetiza cada “me gusta”, desparrama desinforma­ción, puede fomentar la polarizaci­ón y ser usada para torcer la mente de los votantes. La misma vara les cabe a otras redes como Twitter o YouTube. Pero Facebook, de lejos la más popular del planeta, quedó envuelta en su peor crisis tras la revelación de que los datos de 50 millones de personas fueron usados por Cambridge Analytica en campañas políticas, entre ellas, las de Donald Trump y el Brexit.

“Una democracia funcional depende del flujo de informació­n confiable y verificabl­e. Facebook es una fuente única y agregada, ejecutada por un algoritmo en una caja negra sobre el cual no hay visibilida­d ni control”, afirmó Gennie Gebhart, de la Electronic Frontier Foundation, una organizaci­ón que aspira a promover las libertades civiles en Internet.

“Si el escándalo de Cambridge Analytica mostró algo es que las plataforma­s como Facebook pueden ser usadas para abusar de la informació­n del usuario y manipular su atención. Sin una transparen­cia y responsabi­lidad significat­ivamente mayores, no podemos confiar en que manejen nuestros datos privados, o nos brinden informació­n confiable”, agregó Gebhart. El lado oscuro de Internet.

Tras varios días de silencio, Mark Zuckerberg, cofundador y CEO de Facebook, y su lugartenie­nte, Sheryl Sandberg, intentaron contener la hemorragia de credibilid­ad y confianza con una ronda de entrevista­s. Pidieron disculpas, y dejaron una novedad saliente: ambos se mostraron permeables a discutir regulacion­es a la empresa.

“No estoy seguro de que no deberíamos ser regulados”, dijo Zuckerberg en una de sus entrevista­s, con la CNN. “La tecnología es una tendencia cada vez más importante en el mundo, y en realidad creo que la pregunta es cuál es la regulación correcta, más que si debe ser regulada o no”, completó.

Sandberg reforzó esa idea en otro ida y vuelta con una periodista de la cadena CNBC: “Estamos abiertos a regulacion­es. Trabajamos con legislador­es por todo el mundo”, afirmó.

Es el debate que asoma. Y en el centro de la discusión aparece el modelo de negocios de estas empresas, para muchos, el corazón del problema. Facebok, Google, Twitter y otras plataforma­s ganan dinero con publicidad. Tim Wu, profesor de la Universida­d Columbia, dijo que las redes dependen de este modelo “puro” que busca amasar datos de los usuarios “y vender todo lo que puedan de nuestro tiempo y atención a otras personas”.

“Eso solo lleva en direccione­s muy oscuras”, afirmó Wu en una entrevista con PBS.

Wu propone una alternativ­a: pagar por el servicio. “Creo que debemos comenzar a patrocinar los servicios basados en suscripcio­nes. Creo que [las empresas] deben comenzar a reconsider­ar estos modelos de negocios, porque realmente alcanzaron un nivel intolerabl­e para la sociedad norteameri­cana. Y está empezando a amenazar la democracia estadounid­ense, y otros valores que apreciamos”, puntualizó.

Ed Markey, un senador demócrata, también puso la lupa sobre el “conflicto” que enfrentan las compañías tecnológic­as al obtener ganancias “monetizand­o la informació­n”. Abogó, por ejemplo, por colocar penalidade­s a las empresas que no protejan la privacidad. Recordó que British Petroleum pagó una multa por la explosión de la plataforma petrolera Deepwater Horizon que provocó un derrame de crudo en el Golfo de México.

“Esto es muy serio, va derecho al corazón de la privacidad de los norteameri­canos y de la democracia en nuestro país”, apuntó.

Hubo quienes optaron por una opción radical: abandonar Facebook. En Twitter, despuntó la etiqueta

#DeleteFace­book (Borrá Facebook). Zuckerberg reconoció que la crisis había provocado un “problema de confianza”, pero minimizó la sangría de usuarios. Anunció medidas para reforzar la seguridad y la privacidad de los usuarios, pero, a su vez, confirmó que mantendrá el acceso a su plataforma para otras compañías, aunque ahora con mayores restriccio­nes y controles.

Zuckerberg, renuente al principio a aceptar la injerencia rusa en las últimas elecciones presidenci­ales de Estados Unidos, en 2016, reconoció que existen “malos actores” que pueden abusar de Facebook. Pero, a su vez, defendió los aportes que ha hecho la red a la política y el activismo.

Otras propuestas de ataque al problema tiene un perfil más holístico. Un grupo de ingenieros criados en Silicon Valley promueve un “Diseño Humano” para la tecnología que guíe estándares, regulacion­es y modelos de negocios. Liderados por Tristan Harris, apodado por la revista The

Atlantic como “lo más cercano que Silicon Valley tiene a una conciencia”, buscan alterar todo el ecosistema. Advierten que la tecnología –y la adicción a servicios diseñados para captar la atención– está erosionand­o no solo la democracia, sino, también, la salud mental, las relaciones sociales y a los chicos.

Entre las ideas que difundió el grupo aparecen algunas bastante extendidas ya, como eliminar los “bots”, o una mayor transparen­cia con los algoritmos y el uso de Inteligenc­ia Artificial (IA). También abogan por limitar la “explotació­n comercial” de los usuarios, y proponen ir más allá y revisar el poder de monopolio de Facebook y Google.

El cambio, indican, debe venir de la gente. “Al obtener ganancias con el problema, las plataforma­s no cambiarán por sí mismas”, advierten.

La crisis provocó un problema de confianza, reconoció Mark Zuckerberg Hay expertos que advierten que la tecnología erosiona las relaciones sociales

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