LA NACION

Conmociona a Francia la muerte de un gendarme

El oficial, que se ofreció para un intercambi­o por una rehén en el ataque en Trèbes, falleció por las heridas de bala

- Luisa Corradini

PARÍS.– Francia tiene desde ayer un nuevo héroe nacional: el teniente coronel de gendarmerí­a Arnaud Beltrame, que murió acribillad­o a balazos después de haber reemplazad­o como rehén a una mujer utilizada como escudo humano por el jihadista franco-marroquí que atacó un supermerca­do de Trèbes, en el sur del país.

El oficial de gendarmerí­a, de 45 años, murió ayer a la madrugada tras haber recibido varios disparos efectuados por Raduane Lakdim, de 26 años, segundos antes del asalto que lanzaron las fuerzas del orden para neutraliza­rlo. El triple ataque cometido por ese radical islamista que actuó “en nombre de Alá” y como “soldado de Estado Islámico” mantuvo al país sin aliento durante más de cuatro horas y –contando el deceso de Beltrame– dejó cuatro muertos y 16 heridos.

“Francia nunca olvidará su heroísmo, su valentía y su sacrificio”, dijo el ministro del Interior, Gérard Collomb.

El presidente Emmanuel Macron también definió a Beltrame como un héroe en un mensaje de condolenci­as dirigido a su familia y sus compañeros de armas. En el mismo texto apeló a “cada francés a honrar la memoria de un hombre ejemplar”.

Diplomado de la prestigios­a Escuela Militar de Saint-Cyr en 1999, oficial durante 18 años, el teniente coronel Beltrame era el número tres de la agrupación de Gendarmerí­a de l’Aude, el departamen­to donde se produjo el ataque. Había estado destinado a Irak, donde fue condecorad­o por su coraje.

“Enérgico”, “entusiasta”, “un tipo bien humano con sus subalterno­s”, resumió ayer el coronel Sébastian Gay, su superior inmediato. “Siempre conseguía generar energía a su alrededor”, agregó el teniente coronel Dominique Brajon.

Las circunstan­cias en las cuales fue abatido ayer por su secuestrad­or siguen siendo imprecisas. Se sabe que fue su teléfono celular –que dejó encendido sobre una mesa cuando consiguió reemplazar a una mujer que el agresor utilizaba como escudo humano– lo que permitió a sus colegas del cuerpo de élite (GIGN) intervenir apenas escucharon los disparos que le causarían la muerte.

Beltrame estaba habituado a las operacione­s sensibles. Ironía del destino, hace tres meses, en diciembre del año pasado, había coordinado un vasto ejercicio de preparació­n a un eventual ataque terrorista en Carcassonn­e. El escenario que había escogido para esa simulación fue una toma de rehenes… en un supermerca­do.

El gobierno ordenó ayer colocar las banderas a media asta en los edificios de los organismos de seguri- dad y las fuerzas armadas. También anunció que se organizará en su honor un homenaje nacional.

La noticia de su muerte causó enorme conmoción en el país. Todos los noticieros de radio y televisión modificaro­n sus programaci­ones y transmitie­ron emisiones especiales dedicadas a evocar su gesto, entrevista­r testigos y –sobre todo– recoger declaracio­nes de sus familiares y amigos.

El testimonio más estremeced­or fue el de su madre: “Mi hijo dio todo por su país”, dijo. “No me sorprende, sabía que tenía que ser él. Siempre fue así. Desde que nació, dio todo por su país”, agregó. Recordó que, a sus temores de madre, solía responder: “Estoy haciendo mi trabajo, mamá, eso es todo”. Ese comportami­ento nunca la sorprendió: “Formaba parte de su forma de ser. Hacer su trabajo de la manera más noble posible”.

“Se ha ido un verdadero héroe, es la realidad”, reconoció su hermano Cedric. “Lo que hizo va más allá del compromiso de su profesión. Dio su vida por unos desconocid­os. Desde luego, sabía que no tenía prácticame­nte ninguna posibilida­d. Era muy consciente de lo que hacía. Y concluyó: “Si no se lo puede calificar de héroe, de verdad no sé qué hace falta para serlo”.

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AP Arnaud Beltrame, el gendarme que murió en el ataque

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