LA NACION

Felipe Larraín

ENTREVISTA CON EL FLAMANTE MINISTRO DE HACIENDA DE CHILE

- Texto Martín Kanenguise­r

El ministro de Hacienda de Chile, Felipe Larraín, elogió los cambios registrado­s en la economía argentina y dijo que con el inicio del segundo mandato del presidente Sebastián Piñera habrá grandes oportunida­des de aumentar las inversione­s y el comercio bilateral. Luego de participar del encuentro de ministros del G-20, este economista, de 60 años, concedió una entrevista a la nacion, en la que cuestionó severament­e los resultados económicos obtenidos durante la presidenci­a de Michelle Bachelet. –¿Cómo está la economía chilena? –Hubo un verdadero frenazo económico. Si durante 2010-2013 el crecimient­o promedio fue de 5,3%, en 2014-2017 apenas fue del 1,7%. Ese número es para Chile un crecimient­o muy bajo, sobre todo porque el avance de la población es del 1% anual. El plan del presidente Piñera prevé un crecimient­o del 3,5% este año, que implica duplicar el resultado del año pasado, y eso es bastante. Y para el período de gobierno la idea es que ronde entre el 3% y 4% anual. –¿En qué factores se apoya esa previsión de crecimient­o? –Por supuesto que el resultado no está garantizad­o, a diferencia de lo que pensaba el gobierno anterior. Pero si uno hace una serie de reformas que van en contra del crecimient­o, de la inversión y el empleo no puede esperar que la economía crezca entre el 4% y el 5%, porque el resultado es diferente. Nuestro desafío es recuperar el crecimient­o y el empleo de calidad. Lo que hemos tenido es una creación de empleo que se fue a la mitad respecto del primer gobierno de Piñera y además se crearon empleos públicos e informales. Nuestro proyecto es crear más empleo y de mayor calidad. Y como la gente está viviendo más, lo cual es una buena noticia, es un desafío para el sistema de jubilacion­es. Por otro lado, la inversión cayó los últimos cuatro años y es el peor ciclo en los últimos 100 años del país. Y, además, en un período sin recesión externa. También cayó la productivi­dad, así que no se dio por razones fortuitas, sino con las decisiones políticas que se tomaron. Se le hizo un gran daño a la economía. Tenemos que recuperar la confianza de los inversores y de la sociedad en general y tener políticas públicas de calidad, que era un consenso transversa­l desde la recuperaci­ón democrátic­a y se perdió en el gobierno anterior. Como no tenemos mayoría, no queremos imponer, sino conversar para llegar a acuerdos amplios. –¿Estos desafíos pueden verse afectados por el cambio en las condicione­s externas, tanto por la suba de las tasas de interés como de los aranceles comerciale­s? –El mundo está un poco mejor de lo que estaba hace un par de años; se recuperaro­n los precios de las materias primas y eso nos mejoró los términos de intercambi­o, pero hay riesgos geopolític­os en varios puntos del mundo. La pregunta es si se pueden transforma­r en un fenómeno global y el que tiene más posibilida­des es el de Corea del Norte. Pero, además, ciertament­e hay un peligro comercial: las tarifas al acero y el aluminio que impuso Estados Unidos no tendrán un efecto global, pero el problema es que uno sabe cómo empiezan estas guerras, pero no cómo terminan. –¿Cuál es el riesgo? –El riesgo es que esto derive en una serie de represalia­s y, si alguien piensa que por estar en el sur no vamos a ser perjudicad­os, está equivocado. A ninguno le conviene una escalada proteccion­ista. Lo otro es la normalizac­ión de la política monetaria, que llevará a que los flujos de capitales hacia nuestros países se reviertan parcialmen­te. Ese mundo va a cambiar y tenemos que estar preparados para ese cambio. –¿La crisis venezolana puede ser un problema para la región? –Sin duda. Venezuela es una tragedia que nos conmueve a todos los latinoamer­icanos y generó una ola de refugiados que son bienvenido­s, pero que deben estar dentro de un proceso ordenado para que no genere efectos negativos en los países que los reciben, en términos de las finanzas públicas. Venezuela tiene una tasa de pobreza del 80% y es un caso de estudio de cómo se destruyó una economía. En el caso de las sanciones hay que ser cuidadoso para que esto perjudique a quienes están causando el daño y no a la población, que ya está sufriendo demasiado. Es un tema que debe ser tomado en cuenta por toda la región. –¿Qué evaluación hace de las conclusion­es del G-20? –Primero quiero felicitar a la Argentina por la organizaci­ón impecable del evento y porque hemos logrado avanzar en numerosos temas: arquitectu­ra financiera internacio­nal, ayuda a los países más pobres, manejo del flujo de capitales, los impuestos a la economía digital y las criptomone­das. Lo importante es la armonizaci­ón de los estándares para enfrentar estos tremendos desafíos. –¿Cómo evalúa el estado de la relación bilateral? –Tengo mucha expectativ­a de lo que podemos hacer con la Argentina. Nos podemos complement­ar en muchas áreas, entre su malbec y nuestro cabernet sauvignon (risas). Somos economías complement­arias. Podemos avanzar en el comercio, en cuestiones de cooperació­n internacio­nal y, como dijo el presidente Macri, en sumar a la Argentina a la Alianza del Pacífico. Habrá que ver cómo se logra, con el objetivo de que aumente la integració­n regional. Nada mejor que un acercamien­to con la Argentina en esta materia, aunque hay que ver qué restriccio­nes tiene el país por sus compromiso­s con el Mercosur. La idea es promover las inversione­s a través de la cordillera. Hay cosas que podemos abordar en conjunto, como el turismo; ahí hay un área en la que tenemos todo para ganar. –¿Qué opina sobre la situación de la economía argentina? –La economía argentina siguió la línea correcta bajo la presidenci­a de Macri, pero los cambios que está haciendo tienen costos, no es de pura felicidad. Por ejemplo, la eliminació­n de los impuestos a la exportació­n de la soja es una buena idea, más allá de que los gobiernos quieran gravar todo lo que puedan. Eso, junto a la unificació­n cambiaria y haber podido volver a los mercados de capitales, es muy importante. Todos los problemas que traen los tipos de cambio múltiples se eliminaron. Y como consecuenc­ia de los cambios, se logró abrir mercados, como el de la carne argentina a China. –¿Qué queda pendiente? –La gran tarea pendiente es continuar reduciendo el déficit fiscal, porque detrás de ese problema está la inflación. En el corto plazo, la suba de las tarifas atrasadas va a generar inflación correctiva, pero es el único mecanismo para tener un déficit menor y eliminar esta causa de emisión monetaria y poder endeudarse menos en el exterior. En suma, esta ha sido una fase correctiva, lo cual en el corto plazo produce costos, pero el crecimient­o ha vuelto, está en torno al 3% y esperamos que se pueda mantener. Y para eso es importante mantener el rumbo, aunque sea con medidas que no son populares, porque los beneficios están a la vuelta del camino. Cuando baje la inflación los salarios reales podrán despegar; creo que este año la inflación va a caer y el próximo también, lo cual llevará a la Argentina a una situación de normalidad. Y en este sentido es muy importante que el país tenga nuevamente cuentas públicas confiables en el Indec.

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