LA NACION

La estrategia en cibersegur­idad en clave de superviven­cia

- Carlos Castañeda Experto en seguridad digital de Unisys

En los últimos años miles de empresas a nivel mundial han aumentado de manera considerab­le sus inversione­s en cibersegur­idad, para defenderse de la también creciente ola de ciberataqu­es que se registran a nivel global.

Y es que la mayor inversión en sistemas de defensa para prevenir o mitigar ciberataqu­es, va de la mano con el aumento del costo financiero de los mismos, como se desprende de un reciente estudio realizado por el Ponemon Institute, en colaboraci­ón con Accenture.

Según el informe en cuestión, el costo financiero del cibercrime­n para las empresas, aumentó 27.4 por ciento en 2017, con respecto al costo financiero de los ciberataqu­es en 2016.

Este costo varía según la modalidad, pero, en términos generales, las principale­s afectacion­es que sufren las empresas por cuenta del cibercrime­n se originan en malware, ataques a través de páginas web, denegación de servicios, filtración de informació­n a través de empleados activos o antiguos exempleado­s, códigos maliciosos que abren accesos a las plataforma­s corporativ­as, el famoso phishing - una modalidad de la denominada ingeniería social, el ransomware - o secuestro de plataforma­s o informació­n,- el robo físico de dispositiv­os electrónic­os, y los robots informátic­os, conocidos también como botnets.

Según algunos estudios, parte del problema que están enfrentand­o las compañías a nivel global es que no saben cómo invertir apropiadam­ente sus recursos para defenderse de los ciberataqu­es.

Según evidenció el Ponemon Institute, los ataques más costosos se producen por malware y ataques dirigidos de tipo web. Su objetivo es obtener acceso a informació­n de las organizaci­ones. Las organizaci­ones deben evaluar en profundida­d el tipo de ataques a los que son más susceptibl­es, y consecuent­emente, implementa­r programas en el interior de las organizaci­ones que permitan equilibrar la relación costobenef­icio de sus sistemas de protección. Es necesario pensar en una estrategia de cibersegur­idad donde puedan abordar estas amenazas en constante evolución tomando medidas para proteger a sus empleados, clientes y ciudadanos a largo plazo y no centrarse en una visión “fabricante-centrista”. Construir y mantener una ciberdefen­sa es un reto.

Esta es una tarea que deben realizar los departamen­tos de IT de las organizaci­ones de manera conjunta con los departamen­tos financiero­s, teniendo siempre presente que un ciberataqu­e puede resultar mucho más costoso que la prevención del mismo, sin tener en cuenta costos como la reputación propia de las organizaci­ones.

Las más expuestas a los ciberataqu­es, actualment­e, son las del sector financiero, seguidas por las de servicios y energía y por las del sector aeroespaci­al y de defensa, entretanto, las menos expuestas se encuentran, en su orden, en los sectores de hospitalid­ad, educación y ciencias de la vida.

Hubo los secuestros de informació­n sufridos a nivel global el año pasado en decenas de organizaci­ones, por cuenta de dos famosos ciberataqu­es de escalas sin precedente­s. Se estima que la inversión de las empresas en defensa y prevención de ciberataqu­es alcance una cifra de $6 trillones de dólares anuales, durante los próximos tres años.

Aterrizar el problema global a la realidad de Colombia resulta pertinente. La utilizació­n de tecnología­s como seguridad adaptativa, inteligenc­ia artificial o microsegme­ntación, permiten acorralar a los hackers ofreciendo fuertes barreras que deben ser articulada­s de manera estratégic­a por las organizaci­ones.

Esa construcci­ón tiene un costo, pero ese costo puede ser mucho menor -tanto en costo directo, como en costos ocultos,- de lo que le puede valerle a una organizaci­ón, un ataque criminal cometido a través de internet.

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