LA NACION

Lugares y canciones imperdible­s en nápoles

- LNturismo@lanacion.com.ar

1 Sorrento torna a Surriento

Vide ‘o mare de SurrientoC­he tesoro tene nfunno / Chi ha girato tutto ‘o munno / Nun l’ha visto comm’a ccà. Asomados al balcón donde los turistas se reúnen para ver las espectacul­ares puestas de sol, cuesta desmentir la letra de la canción escrita por Ernesto y Giambattis­ta de Curtis: Mira el mar de Sorrento, qué tesoro tiene en el fondo / quien ha dado la vuelta al mundo / no lo ha visto como aquí. En la punta de la península sorrentina, la ciudad mira hacia el golfo de Nápoles desde sus acantilado­s y es uno de los puntos de partida hacia los pueblitos de la Costa Amalfitana: Amalfi, Ravello, la inefable Positano. Ernesto y Giambattis­ta de Curtis se inspiraron en el canto de un ruiseñor para componer las primeras cuatro notas. Según la leyenda ese vuelve a Sorrento estaba dirigido al jefe de gobierno italiano Giuseppe Zanardelli, que visitó la ciudad en 1902, con la idea de hacerle varios pedidos de mejoras… y que después regresara a ver el resultado. Non è vero ma ben trovato, porque la canción en realidad es de 1894 y solo fue modificada para la visita de Zanardelli.

2 La Bahía o SoLe Mio

El puerto de Nápoles, sobre la parte norte del golfo partenopeo, parece el lugar ideal para dejarse llevar por las notas de esta canción tan popular que algunos han propuesto como himno de Italia a la par del coro de los esclavos del Nabucco ver- diano. Los muelles Beverello y Angioino, en la zona turística, se sitúan frente al centro de la ciudad y permiten acceder a pie hasta el castillo Maschio Angioino, el Palazzo Reale, la Galleria Umberto I o las animadas Via Toledo y Via Chiaia. Y sin embargo, la inspiració­n musical de Eduardo Di Capua, autor de la música, se produjo un amanecer en Odessa, Ucrania, cuando el alba sobre el Mar Negro despertó su nostalgia de Nápoles y lo impulsó a componer las notas para el texto de Giovanni Capurro. Caprichos del destino dejaron segunda a la canción –destinada a convertirs­e en clásico en todo el mundo– tras un concurso convocado en Nápoles. Sus creadores, además, murieron en la pobreza. Pero son inmortales gracias a esta melodía que todos recuerdan sobre la bahía napolitana, desde donde salen también los ferris hacia las islas de Ischia y Capri, niñas mimadas del jet set y el turismo internacio­nal.

3 eL VeSuVio FunicuLì-FunicuLà

Imposible no pensar en esta canción napolitana al subir por las laderas del Vesubio, aunque el funicular que la inspiró –el único que había en el mundo sobre un volcán activo a fines del siglo XIX– ya no existe. El Funicular Vesubiano se inauguró en 1879; la canción es solo un año posterior. Después de peripecias varias, y tras décadas de funcionami­ento, este transporte se abandonó porque el viento solía dejarlo fuera de uso y lo superó la competenci­a de la ruta asfaltada abierta en 1955. Pero los versos de Giuseppe Turco con música de Luigi Denza perduran. Ya sin funicular, el Vesubio sigue siendo una de las visitas más populares en Nápoles: se puede llegar al cráter casi todo el año, aunque se recomienda el período de marzo a octubre. La visita guiada dura 90 minutos y requiere una entrada de diez euros. Incluye el guía obligatori­o para acceder al cráter, pero es gratuito recorrer los senderos del parque nacional.

4 eL Barrio y La FieSta Santa Lucía

Sul mare luccica l’astro d’argento; / placida è l’onda, / prospero il vento, dicen las primeras palabras de Santa Lucia, escrita por Teodoro Cottrau en 1849 (y convertida en la primera canción napolitana traducida al italiano). La melodía alcanzó popularida­des insospecha­das, hasta para la fiesta de Santa Lucía de los países escandinav­os, cuando se la canta con un texto diferente. Pero el nombre está atado para siempre al barrio marinero de Santa Lucía que se asoma al golfo de Nápoles: es allí donde el barquero que entona la canción invita a subir a su embarcació­n para disfrutar de esas olas plácidas y el viento favorable. Aquí se levantaba la fastuosa y extravagan­te villa de Lúculo, el general romano famoso por sus banquetes, en tanto las grutas de las cercanías sirvieron de escenario para algunos pasajes del Satiricón de Petronio. Pasados los siglos, Santa Lucía se convirtió en una de las paradas del Grand Tour, las pioneras giras de los siglos XVII a XIX que constituye­ron los primeros pasos del turismo actual. Hoy se encuentran aquí algunos de los hoteles con mejor vista de Nápoles, rodeados de grandes palazzi de la vida cívica y los principale­s clubes náuticos. Entre otros honores, los hermanos Lumière filmaron sus calles en un corto sobre la Nápoles del ya lejano 1898.

5 eL eStadio o Surdato ‘nnaMMurato

El soldado enamorado es una de las más conocidas y populares canciones napolitana­s. Y no solo por las interpreta­ciones magistrale­s de Massimo Ranieri o Luciano Pavarotti, sino porque su estribillo –Oje vita, oje vita mia...oje cor ‘e chistu core...– es coreado por los hinchas del Napoli, que reeditan como festejo deportivo la historia de un soldado nostálgico por estar lejos de su novia en la Primera Guerra Mundial. El estadio San Paolo, escenario del festejo musical, se puede conocer durante un partido (no hay visitas guiadas, pero los guardias suelen dejar entrar en otros horarios… hay que probar suerte). La pasión de la hinchada y los acordes de O surdato ‘nnammurato permitirán olvidar que el estadio, que no fue remodelado desde el Mundial de Italia 90 (aquí la Argentina eliminó a Italia, frente a un público dividido entre hinchar por su patria o por Maradona), no está en las mejores condicione­s.

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