La adolescencia de hoy
La adolescencia es la etapa del desarrollo inserta entre la infancia y la juventud, transición durante la cual cada ser humano logra su mejor nivel de desarrollo y maduración, define sus aptitudes y afirma capacidades cuya evolución positiva o no dependerá de la actividad que realice, de la experiencia que adquiera y de la persistencia de sus intereses en los años de la edad juvenil. Asimismo, la adolescencia es la edad en que la mayoría revela intereses y vocaciones que, a menudo, se insinuaron antes, en el curso de los años de infancia. Hay una realidad evidente que considerar: el sujeto en desarrollo está ubicado en un mundo socializado, en el que puede sentirse promovido o, por el contrario, limitado o restringido en sus decisiones y conductas.
Ese sujeto, todavía en evolución, puede ser analizado de acuerdo con criterios biológicos, psicológicos y sociales. Así, el cuerpo aporta su cuota de determinantes de la conducta que se van revelando en el curso del crecimiento. Otra dimensión es la perspectiva social del sujeto adolescente que le permite adquirir un progresivo conocimiento del mundo que lo rodea, dimensión que ya en la infancia empezó a captar y que ahora va conociendo y comprendiendo de modo gradual. Este personaje, masculino o femenino, vive un tiempo en el cual se perfila el carácter, se afinan rasgos de su comportamiento, va demostrando su particular orientación existencial, todo lo cual contribuye a la afirmación de su personalidad y a la diversa relación con el mundo que lo rodea, ante el cual tendrá que definirse según necesidades y demandas.
Están latentes las respuestas a ciertos interrogantes actuales referidos a las edades de iniciación y término de la etapa adolescente. Así, se suelen plantear preguntas que buscan respuestas muy concretas. Por ejemplo, ¿cuáles son los años en que transcurre esta etapa de la vida y cuáles son los signos que revelan su principio y fin? En verdad, no hay coincidencias suficientes entre los planteos contemporáneos. Lo que fluye de los análisis efectuados por distintos autores, que han priorizado diversas perspectivas del desarrollo y de la maduración de la edad adolescente no es coincidente. Una respuesta acorde con los datos de esa realidad diversa y dinámica es la que enunció Adolfo García, director científico del Laboratorio de Psicología Experimental del Conicet: “Según la perspectiva que se adopte, se podrá fundamentar un punto de corte más o menos extenso”. Sobre todo –agrega– es a partir de los 10 años cuando se advierten cambios de distinta naturaleza, ya sea de carácter genético, hormonal, neurológico, anatómico, psicológico o sociocultural. Dichos cambios, de acuerdo con García, se influyen recíprocamente y originan patrones cognitivos y conductuales que rara vez se manifiestan en etapas previas o posteriores.
En todo lo aludido influyen quienes rodean a los adolescentes. En primer término, padres y hermanos, los grupos sociales con los cuales se vinculan y comparten experiencias y emociones, la experiencia histórica en la cual han ido creciendo y captando fragmentos de una inmensa y compleja realidad. Si consideramos esta variedad de antecedentes que afectan esta etapa de la vida, advertimos por qué no hay una sola forma de ser ni de vivir los años de una adolescencia cada vez más influida por determinantes sociales a medida que ha crecido la población en el mundo, se han multiplicado los medios de comunicación y los recursos para acceder a quienes se encuentran en el trance de encontrar “su puesto en el mundo”.