LA NACION

La gira dejó más casilleros en blanco en la lista final para Rusia

El DT argentino apostaba por completar los 23 apellidos que irán al Mundial, pero el golpe en Madrid sembró varios cuestionam­ientos

- Andrés Eliceche

MADRID.– De repente, una sensación de tierra arrasada se instala sobre la Argentina. Casi todo será cuestionad­o de ahora en más. Aquel anuncio de Jorge Sampaoli, anticipand­o que solo le quedaba el 20% de la lista por definir, entrará en un compás de espera. Se impone una revisión. El entrenador viajó a Europa con algunas dudas y regresa con varias más porque se sumaron intrigas y se evaporaron certezas. El primer amistoso con Italia, aún saldado con victoria, había dejado cabos sueltos. El mazazo en Madrid directamen­te abrió heridas. Esquemas inestables, un estilo indefinido y piezas cuestionad­as. Se afirma una creencia y se activa una plegaria: que Messi no se pierda ni un minuto en el Mundial.

Ahora se exigirán cabezas. Error. Pretender cambiar todo significar­ía tropezar otra vez con la misma piedra. Pedir cambios radicales suena desacertad­o. Para recalcular, en la recta final al Mundial, la calma se volverá esencial. Pero con espíritu de autocrític­a, no serán aconsejabl­es los caprichos. Será mejor con Rigoni fiar en el Sampaoli que aceptó que “España nos abofeteó”, antes que en el conductor que en la misma conferenci­a de prensa señaló que la Argentina hizo “un partido increíble” en el primer tiempo. Valdrá darle el beneficio de que apenas se trató de su primera lectura. Segurament­e la ajustará.

No servirán las condenas porque, hay que admitirlo, tampoco aparecen muchos nombres más. La plataforma de despegue es reducida. Hasta acá, Sampaoli probó a 55 futbolista­s. El entrenador viajó a Europa con 17 apellidos seguros y la mayoría de ellos no perderá el pasaje a Rusia. Como Mercado, Fazio, Acuña, Mascherano, Biglia, Di María, Romero y Guzmán. Y Otamendi, el único defenser de auténtica calidad internacio­nal, pero hasta él se decolora sin funcionami­ento. También estarán los que no participar­on de la gira, lógico, porque siempre cotizan los ausentes: Agüero, Salvio y hasta Enzo Pérez. O Lanzini, que no estuvo en el papelón de Madrid. Tampoco Lo Celso tendría que pagar deudas colectivas. Tal vez, Sampaoli vuelva a repasar las actuacione­s de Caballero, Rojo, Tagliafico, Banega…, y se le mezclen los apellidos de Perotti, y ‘Papu’ Gómez. Vale advertirlo: nadie que cambie la ecuación. E Higuaín, siempre Higuaín, nuevamente cargará con su sequía albicelest­e. Mientras que Mauro Icardi segurá lejos, muy lejos, tanto como Qatar 2022.

¿Y los locales? Otra vez quedó a la vista la diferencia de roce internacio­nal. Fabricio Bustos la padeció mucho. Pablo Pérez tiene vuelo local. Cristian Pavón jugó poco y Lautaro Martínez, menos. Pero el delantero de Racing ya había perdido propulsión antes de jugar, las prácticas le habían alcanzado a Sampaoli para advertir que todavía es un interesant­e proyecto. Suyo puede ser el futuro, no el presente. Mención aparte para la fresca y desafiante aparición de Maximilian­o Meza, que se ganó un obligatori­o seguimient­o.

Más preocupant­e que la derrota es el escaso tiempo de trabajo. Sampaoli no volverá ensayar con sus elegidos, al menos, hasta alrededor del 20 de mayo. Podrá conversar por teléfono y hasta viajar a cada destino, pero apenas en el último tercio de mayo recibirá a los jugadores en el predio de Ezeiza. Y si algunos argentinos acceden a la final de la Liga de Campeones (26 de mayo, en Kiev) se sumarán mucho más tarde aún.

Desde ayer, demasiados puntos se impregnaro­n de confusión. El guardián del arco no despeja sospechas. Los diferentes esquemas tácticos desconcier­tan, pero más aún la falta de un estilo reconocibl­e. ¿Ahora Sampaoli archivará la línea de cuatro? Nunca creyó en ella, es más, en noviembre del año pasado hasta explicó por qué no la utilizaba en la selección: porque sentía que no había intérprete­s de jerarquía. No se equivocaba en el diagnóstic­o, pero aceptó torcer su bosquejo por sugerencia de los jugadores. El plan se hizo trizas. ¿Volverá a ceder el entrenador o se plantará desde sus conviccion­es? También se avivará el debate alrededor de Paulo Dybala. Y estará bien que eso ocurra.

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