LA NACION

Un viejo casete que hace volver el tiempo atrás

- Néstor Tirri

★★★ Sario-Ramiro buena. idea Soñez. y dirección: música: Pablo Ramiro Fermani. Landeo. asistentes escenograf­ía: coreográfi­cos: Leonel Agustín Palud. vestuario: Francisco Ayala. iluminació­n: Martín Rebello. compañía nacional de danza contemporá­nea. dirección: Margarita Fernández. sala: Centro Nacional de la Música, México 564. próximas funciones: hoy y mañana, a las 21. gratis.

U

n octeto extraído de la compañía Nacional de danza contemporá­nea interpreta Rebobinar, proyecto coreográfi­co-dramático afrontado por Pablo Fermani, integrante de la troupe, en el marco del espacio interno de creación “carta blanca”: cada bailarín presenta un plan para un espectácul­o y, si es aprobado, se le proporcion­an los medios para que monte su obra, al margen de la programaci­ón oficial. Fermani optó por dotar de figuras humanas en movimiento a los ecos borrosos de un casete de audio que le regaló su tía Bety, en el que han quedado grabadas, rudimentar­iamente, las alternativ­as de una celebració­n familiar, en santa Fe, en 1980.

Por mera coincidenc­ia hay algo en común entre esta propuesta y una de Juan José saer –figura central de la narrativa argentina–, quien transcribe en Glosa el diálogo de dos amigos en torno de una fiesta de cumpleaños, ¡también en santa Fe!, a la que ninguno de los dos asistió. Pablo Fermani tampoco asistió a esa celebració­n hogareña porque entonces no había nacido aún, pero recupera la música que se escuchaba por radio en la época, y la suma, en la edición, a las voces superpuest­as de las tías, los abuelos, los gritos de los chicos y la barahúnda de platos y cubiertos que se mezclan en una celebració­n “en casa”.

la música que bailan los ocho intérprete­s por momentos proviene de los “discos bizarros argentinos” (“doña irene, la cacerola que tiene”, de calabró) con franco espíritu irónico, pero también evoca valses sentimenta­les (como el emblemátic­o “Yo no sé qué me han

hecho tus ojos”, por Gardel), que conducen a los bailarines a componer bloques grupales y otros más íntimos. Todo, en un clima cotidiano de bailongo familiar, patios con resabios de bandoneón y guitarra, salpicados con algún quiquiriqu­í de un gallo, que proviene del patio trasero.

Hay un trío de señoritas con anteojos de sol y pañuelos en la cabeza que cambian de indumentar­ia, ¿como para ir a la playa?; otros, pasan de la algarabía al slowmotion, o un solo a oscuras –el momento de más misterio de la pieza– de ernesto chacón oribe con dos linternas y, especialme­nte, un final de dúos entrelazad­os con la música original de ramiro landeo, donde se luce la pareja de la espigada y expresiva Bettina Quintá con un señor calvo de chaleco a cuadros (diego Franco, un genuino demicaract­ère).

la propuesta de Pablo Fermani (también intérprete) a veces peca de ingenua, al respetar a rajatabla las imperfecci­ones sonoras de una grabación casera, agravadas por la acústica de la sala de la ex-Biblioteca Nacional, nada apta para estos fines. sin embargo, y aun cuando lo coreográfi­co no sea el fuerte de este espectácul­o casi teatral, la danza está tan imbricada en el recuerdo, el tiempo y en los sentidos, que lo emocional inmediato se impone con incontesta­ble seducción. además, la “platea” de este ámbito excepciona­l ahora ofrece mesas como de café-concert, en las que aguarda un botellón facetado y un convite de vino tinto en copas como las que había en casa de los abuelos: un estímulo más para que el espectador se dedique, también, a “rebobinar”.

 ?? Guillermo mata ?? Música popular, historia y duos entrelazad­os
Guillermo mata Música popular, historia y duos entrelazad­os

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