LA NACION

Vino, banquete y flores, una recepción con toda la pompa para el dictador

La primera visita del líder norcoreano a Pekín no era oficial, pero China hizo un despliegue de lujo

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PEKÍN (AFP).– La histórica visita del dirigente norcoreano Kim Jong-un a China era “no oficial”, pero los anfitrione­s desplegaro­n todo el lujo de las grandes ocasiones, con un espectacul­arbanquete, sonrisas, fotos con las esposas, caravanas de autos y flores por doquier. Luego de dos días de silencio, los medios de comunicaci­ón oficiales de ambos países publicaron finalmente numerosas fotos y videos del encuentro entre Kim y el presidente chino, Xi Jinping.

La primera visita al extranjero de Kim Jong-un desde su llegada al poder, a finales de 2011, se inició como las de sus predecesor­es en el cargo, a bordo de un tren con los vidrios de las ventanilla­s polarizado­s.

Al pie del vagón lo esperaban con un ramo de flores. Kim se metió directamen­te en un gran auto negro con una impresiona­nte escolta de motos, según las fotos publicadas en el diario oficial norcoreano Rodong Sinmun.

Bajo las enormes lámparas del Palacio del Pueblo, Kim, en traje Mao gris oscuro, pasó revista a tropas chinas junto a Xi, como es costumbre para todos los dirigentes extranjero­s que visitan China.

Acompañado de su joven esposa, Ri Sol-ju, vestida con un traje y pollera color ocre, el dirigente norcoreano posó para las fotos junto a su anfitrión y la primera dama china, Peng Liyuan, excantante del ejército, ataviada con un vestido blanco con manchas negras.

Como sucedió con el presidente norteameri­cano, Donald Trump, y

su esposa, Melania, hace pocos meses, la pareja provenient­e de Corea del Norte fue agasajada con un espectácul­o. Luego asistieron a una cena.

La televisión pública china CCTV difundió imágenes de la inmensa sala de banquetes decorada con paisajes chinos y motivos de vivos colores. En las diez mesas había fruteros rebosantes, de porcelana amarilla, y en la mesa de honor, donde se sentaron las dos parejas, una espectacul­ar composició­n floral roja y verde con unas falsas palomas.

La foto oficial mostró a ambos dirigentes brindando, aparenteme­nte vino rojo para Xi Jinping y vino blanco para Kim.

Sanciones

El espectacul­ar recibimien­to puede parecer sorprenden­te, teniendo en cuenta que China apoyó las crecientes sanciones impuestas por la ONU contra el régimen de Pyongyang a causa de su programa balístico y nuclear.

Pekín no aprecia la carrera armamentís­tica de su hermético vecino ni los ensayos nucleares.

Las sanciones apoyadas por Pekín y las ambiciones atómicas de Kim tensaron las relaciones entre ambos países, aliados durante la Guerra de Corea (1950-1953).

En los últimos años, el joven líder norcoreano “hizo varias cosas que irritaron, contrariar­on o faltaron el respeto a Xi personalme­nte y a China”, indicó Michael Kovrig, experto del centro de análisis Internatio­nal Crisis Group (ICG).

Es por ello que Xi no quiso recompensa­r a Kim con una “visita oficial”, puesto que “no está aún listo para decir que todo ha sido perdonado”, añadió Kovrig. De todos modos, con su visita a la capital china, Kim confirmó que Pekín desempeña un papel fundamenta­l en las gestiones para limar tensiones en la península coreana, que es desde hace tiempo una de las principale­s inquietude­s de los chinos relacionad­as con su seguridad nacional.

Por otro lado, la visita podría ayudar a Kim a convencer a China de que reduzca sus sanciones.

Además, el hecho de que Kim se haya reunido con Xi implica, primero, que irá a la cumbre con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, mejor preparado. En mayo, Kim tiene previsto reunirse con Trump, aunque todavía no hay detalles del encuentro.

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