LA NACION

El sueño de una mujer

El musical Sunset Boulevard llega a la medida de Valeria Lynch

- Federico Irazábal

Avanzaba la década del 90 y sobre un escenario de broadway, la gran betty buckley componía uno de los papeles consagrato­rios de su carrera: la increíble Norma desmond, ese ser descomunal que inmortaliz­ó en 1950 Gloria swanzon en la película Sunset Boulevard (conocida en español como

El ocaso de los dioses o El ocaso de una vida, con dirección de billy Wilder). es el mismo personaje que, luego, en escena degustaron Glenn Glose, patti Lupone, elaine paige y betty buckley. Y cierta noche, en la platea, una gran artista argentina la miraba con una dosis de asombro y de deseo. comenzaba allí una historia que empieza a concluir casi veinte años después cuando Valeria Lynch –la artista en cuestión– se ponga en la piel de esa vieja diva del cine mudo, corrida por la llegada del cine sonoro, pero que vive una realidad paralela gracias a la ayuda de su fiel asistente, max von mayerling. “cuando regresé a la argentina empecé a buscar productore­s –cuenta Valeria Lynch–. Los visité a todos y cada uno de los más importante­s, incluido Lino patalano. Y con todos encontré la misma respuesta: ‘es muy caro’. pero el año pasado me encontré con Lino y él mismo me habló de hacer Sunset Boulevard, pero yo no le creí. Lo tomé con pinzas porque ya me había ilusionado una vez y no quería volver a desilusion­arme. pero a las pocas semanas me llamó, me convocó a una reunión en su oficina y me hizo el ofrecimien­to formal, contándome que Gustavo Yankelevic­h se había sumado a la producción y que le parecía que el director debía ser claudio Tolcachir. Yo sentí que me moría de la emoción. por primera vez estaba cerca de concretar ese sueño que tanto se postergó, pero que finalmente llega”.

Y es totalmente comprensib­le que una actriz y cantante como Lynch abrazara durante tantos años ese proyecto. el personaje de Norma desmond es de una complejida­d superlativ­a en lo interpreta­tivo, pero también en lo musical y en lo vocal. “Norma es un ser complejo –aclara Lynch desentraña­ndo a su criatura–. pero no es tan ajena a cualquiera de nosotros. para mí ella busca lo que buscamos todos los seres humanos: ser querida, ser reconocida. pero se encuentra con que en determinad­o momento de su carrera y de su vida el medio al que pertenece la olvida, la arroja a su vieja mansión en donde solo puede soñar con volver”.

Viene de tapa Y es que Norma Desmond vive, y sufre, lo que tal vez toda persona vive al llegar a la vejez: la modernidad se le impone cruelmente e, inflexible ella, queda excluida por su propia terquedad. Nuevas figuras, nuevas técnicas actorales, nuevos estilos de películas hacen que ella sobre en una industria que recibía otro dinamismo y otros ímpetus. La Desmond queda desplazada pese a tener una gran fortuna con la que puede mantenerse y seguir soñando: “Yo me pregunto todo el tiempo qué haría si no pudiera seguir cantando o si el público me olvidara. Y cada vez que lo pienso entro en pánico porque realmente no sé qué haría. Y creo que eso que vive Norma es algo que nos pasa a las personas, es un fantasma que nos persigue y acosa”.

A diferencia de la protagonis­ta que tiene en su haber una enorme cantidad de musicales (Hair, Rocky Horror Show, Víctor Victoria, El beso de la mujer araña, Evita), el director, claudio Tolcachir, llega al género con una de las obras más complejas de Andrew Lloyd Weber y se siente más que entusiasma­do por el desafío que le significa a su carrera. “Hay algo que a los artistas nos atormenta y es que pasen los años y siempre te llamen para dirigir la misma obra, cuenta eufórico el creador de La omisión de familia Coleman, que ya lleva doce años en cartel. Dirigís una vez una comedia romántica, es un éxito y te llaman para dirigir otra; dirigís una obra sobre una familia disfuncion­al e inmediatam­ente te llaman para hacer otra. cambian los personajes, cambian las estéticas, cambian los circuitos de producción, pero no nacen nuevos desafíos. cuando Lino me llamó para dirigir Sunset Boulevard sentí que no sabía cómo hacerlo y eso me encantó. Yo no conocía la obra ni había visto la película. El me contó una de las escenas más locas, la del entierro del mono, y me alucinó. Dije: es la obra para mí, para este momento”.

A lo largo de toda la conversaci­ón con la nacion en el Maipo, con una escenograf­ía ya terminada y una puesta de luces en proceso de armado, se percibe entre el director y su actriz protagónic­a un amor que no se circunscri­be únicamente a ellos. “No es simplement­e amor. Es también respeto, valoración, admiración. para mí este personaje es muy difícil y en la mirada de claudio siento el apoyo y la ayuda que, como artista y persona, necesito para construirl­o. No es una obra que yo pueda hacer, como se dice, de taquito. Es muy normal que los artistas nos apoyemos en los registros que más cómodos nos quedan. pero yo no quiero hacer eso –describe Valeria–. Y así como claudio aceptó ese desafío como director, yo como artista lo estoy arriesgand­o todo, porque la partitura es tan compleja que exige un nivel de atención y de precisión vocal increíble, al tiempo que el personaje exige mucho emocionalm­ente. Y hay que lograr que ambas cosas vayan de la mano”.

por su parte, claudio Tolcachir cuenta que cuando se reunió por primera vez con esta figura de la canción popular comenzaron a hablar sobre el proyecto y a preguntars­e qué querían contar. “Esta obra permite contar la historia de una vieja diva del cine mudo o la historia de una mujer. Nos miramos y nos respondimo­s al unísono: es la historia de una mujer. Eso es lo que le da universali­dad. porque todos nos preguntamo­s qué nos sucedería si alguna vez se nos olvida. Y Valeria está haciendo un trabajo muy honesto, que la pone verdaderam­ente al límite y que hace que como director tenga que estar muy atento para acompañarl­a en todo el proceso”, agrega Tolcachir.

cuando ambos supieron que querían centrarse en la historia de locura de esta mujer, entendiero­n que “la verdad” debía ser lo que vehiculiza­ra la escena. “Eso nos iba a ubicar lejos de la pantomima, del gesto grandilocu­ente, de la escena distanciad­a –explica la actriz–. Este musical, a diferencia de muchos otros, carece de cuadros. No es que se actúa y de pronto cambia todo para que irrumpa la música. Más bien, todo lo contrario. Nos pasa a veces que cuando hablamos sobre la obra no especifica­mos si una escena está cantada o dicha, y eso obedece a que es tan orgánico el momento musical, que nos corre a todos del cuadro.

La dirección musical de la propuesta es de Gerardo Gardelín, mientras que la coreografí­a le pertenece a Elizabeth de chapeaurou­ge, el vestuario a renata Schussheim, la escenograf­ía a Jorge Ferrari y las luces a Mariano Demaría. “Era importante rodear a todo el proyecto de artistas de primer nivel que entendiera­n ese nivel de verdad con el que queríamos trabajar sin que esto nos hiciera perder espectacul­aridad. Todo apunta a un espectácul­o de altísima factura pero no en el sentido de la producción por la producción en sí sino por el nivel de teatralida­d con el que cuenta. Es una obra que permite desplegar a todos los lenguajes teatrales a su máxima potencia y hacer un trabajo profundame­nte honesto que va a conmover y divertir, y mucho, a la platea”, concluye Tolcachir, como anticipo de uno de los grandes estrenos de la temporada.

Sunset Boulevard

De Don Black, Christophe­r Hampton y A. Lloyd Webber. Maipo, Esmeralda 443. Desde el 6 de abril, de miércoles a domingos.

 ?? gabriel machado cicala ?? Valeria Lynch cumple el anhelado deseo de encarnar a Norma Desmond
gabriel machado cicala Valeria Lynch cumple el anhelado deseo de encarnar a Norma Desmond
 ?? Gabriel machado cicala ?? Valeria Lynch, con el espectacul­ar vestuario diseñado por Renata Schussheim, con Claudio Tolcachir
Gabriel machado cicala Valeria Lynch, con el espectacul­ar vestuario diseñado por Renata Schussheim, con Claudio Tolcachir

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina