LA NACION

Ha vuelto la sombra de la impunidad

- Héctor M. Guyot —LA NACIoN— La columna de Carlos M. Reymundo Roberts volverá a publicarse el sábado próximo

Para los jueces ya no es tan fácil llevarse la mano al bolsillo tras dictar una resolución a medida

Los juicios en los que se investigan actos de corrupción del gobierno kirchneris­ta son muchos. Tantos, que resulta difícil seguirlos. En medio de la profusión de causas que se multiplica­n sin prisa pero sin pausa, como los árboles de un bosque, ciertos jueces se esconden tras los expediente­s para volver a sus viejos hábitos. No saben –o no quieren– hacer otra cosa. Fallan fiero y aspiran, como antes, a pasar desapercib­idos. Pero ya no es tan fácil llevarse la mano al bolsillo tras firmar una resolución a medida y en contra de lo que dicta el derecho. Dicho de otra forma, es difícil hacerles un favor a los funcionari­os y los empresario­s kirchneris­tas en apuros, por más grande que haya sido el favor que ellos te hayan hecho antes. Al menos algo cambió: estas travesuras tienen ahora un impacto social que antes no tenían.

De todos modos, las leyes y su interpreta­ción siempre ofrecen el margen de oscuridad necesario como para complicarl­o todo. Por ejemplo, ahora la Cámara Federal de Casación Penal debe decidir si la causa por la obra pública concedida a Lázaro Báez y la llamada “ruta del dinero K” por lavado conforman un mismo delito y en consecuenc­ia deben tener un solo juicio oral. Tecnicismo­s aparte, no hace falta ser una luminaria del derecho para advertir que para lavar plata primero hay que robarla. Las maniobras delictivas del gobierno anterior fueron muchas, demasiadas, pero podrían resumirse así: en complicida­d con supuestos empresario­s, los funcionari­os vaciaban el Estado mediante obra y facturació­n truchas para darle al dinero una ruta cierta que retornaba siempre al Calafate. Puede que se quiera estudiar los planetas uno por uno, pero no hay que olvidar que conforman un solo sistema en cuyo centro hay un único Sol, que ha dominado la órbita de todos ellos.

Ahora el planeta Cristóbal López está en libertad, pero a la deriva y con destino incierto. Ya no hay Sol que lo caliente, aparte del dinero en el que está sentado. Fue, en su momento, una pieza clave para perpetuar las llamas de ese fuego que casi lo devora todo. Con los 8000 millones de pesos que le birló al país con el supuesto guiño de las autoridade­s del fisco, López no solo les alquilaba a los Kirchner departamen­tos y cocheras por sumas millonaria­s, sino que además compró medios y montó un aparato de propaganda para la Cristina eterna que, al final, resultó insuficien­te: tras un incendio, el Sol se apagó. Pero todos los que se acercaron a él terminaron quemados, incluido el zar del juego, que ahora quemó a su vez a una Justicia que está en llamas.

Los incombusti­bles Farah y Ballestero fueron muy lejos. ¿Correspond­e levantar la preventiva a alguien que podría entorpecer el curso de la causa? Como cabeza de su agonizante holding, López tiene acceso a pruebas que podrían resultar relevantes. Lo más grave, sin embargo, es el sobreseimi­ento virtual que le concediero­n al cambiar la calificaci­ón de la causa de fraude a evasión fiscal. Eso al mismo tiempo libera de responsabi­lidad a Ricardo Echegaray, entonces jefe de la AFIP.

Esta fue solo la más resonante entre las muchas decisiones judiciales controvert­idas de las últimas semanas. Parecería que muchos en Comodoro Py vuelven a su costumbre, acaso nunca abandonada, de trabajar para la impunidad. o para el propio beneficio, da igual. Más allá de las excarcelac­iones en serie, hay decisiones inexplicab­les en la causa que investiga a Julio De Vido por las obras de Río Turbio, entre otras, y un gran interrogan­te en la megacausa contra Cristina Kirchner, que en su etapa oral quedó en manos de un fiscal kirchneris­ta tras una polémica decisión de la Corte.

En síntesis, también en Comodoro Py y en lo más alto de la Justicia hay funcionari­os fuera de órbita que buscan sobrevivir a cualquier costo, aferrados a un poder menguante y sin saber a ciencia cierta dónde calienta hoy el sol. Con ese poder, de todos modos, pueden hacer todavía un daño considerab­le, como lo prueban estos desaguisad­os que tiñen el curso de las causas que deben juzgar a los responsabl­es de un latrocinio cuyas consecuenc­ias hoy paga el país entero, y en especial los más pobres.

El Gobierno, así como algunos fiscales, han actuado en forma decidida para enderezar lo torcido. De todos modos, esta crisis judicial debería bastar para convencer al Presidente de que las arenas movedizas donde se debaten intereses cruzados de jueces, altos magistrado­s, abogados sombríos, operadores judiciales y agentes de inteligenc­ia no se pueden dominar mediante la mediación y la transa de operadores propios. Acordar con aquellos entrenados en la traición es perder, tarde o temprano. No queda otra que empezar el paciente saneamient­o de lo que se ha convertido en un lastre demasiado pesado para el país.

Las escuchas filtradas de Cristina y su servidor Parrilli son otro ejemplo de lo anterior. Sí, es preciso esclarecer qué oscuros intereses se confabular­on para que salieran a la luz. Sin embargo, más allá de esto, hay algo que no se puede obviar: el contenido de esos audios. Ponen sobre la mesa, sin anestesia ni maquillaje, la estatura intelectua­l y moral de quien fue reina y señora del país durante ocho años. Sin comentario­s.

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