LA NACION

La deficiente situación sanitaria de Venezuela provocó una alarma continenta­l

El año pasado, fueron detectados más de 700 casos de sarampión, y ya afecta a Colombia

- Daniel Lozano

CARACAS.– El cuarto caso de sarampión importado en Arjona, municipio colombiano del departamen­to de Bolívar, cercano a Cartagena de Indias, confirmó que la alarma sanitaria lanzada hace cuatro semanas por las autoridade­s de Colombia no era exagerada. El paciente, de un año, procede de la venezolana Maracaibo, igual que los tres casos anteriores diagnostic­ados en el país cafetero y que tanto inquietaro­n a su población.

El primer diagnóstic­o se hizo en Medellín a principios de marzo, y el tercero, en la misma frontera, en Cúcuta, donde desde hace semanas el ministerio de salud colombiano y organizaci­ones internacio­nales emprendier­on campañas intermiten­tes de vacunación entre los emigrantes venezolano­s que ingresan en su país. Según cálculos oficiales, ya son 650.000 los venezolano­s que viven en Colombia, aunque organizaci­ones de emigrantes acercan esta cifra hasta el millón.

El gobierno colombiano ha previsto 350.000 vacunas triple viral que llegarán hasta un millón en abril. El continente fue declarado libre de sarampión por la Organizaci­ón Mundial de la Salud, pero la situación de Venezuela y los casos en otros países provocaron la alarma continenta­l.

“La diseminaci­ón del virus hacia otras áreas geográfica­s se explica, entre otros factores, por el elevado movimiento migratorio de la población, generado por la actividad económica formal e informal en torno a la actividad minera y comercial”, especialme­nte en el estado de Bolívar, fronterizo con Brasil, según la alerta epidemioló­gica emitida por las autoridade­s sanitarias.

Tres epidemias avanzan en Venezuela apoyadas en la deficiente gestión sanitaria de la revolución. Más de 700 casos de sarampión, según la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud, fueron detectados el año pasado, una enfermedad que regresó tres años después de su erradicaci­ón. La difteria ya lo estaba desde hace décadas y la malaria, que no tiene vacuna pese a las declaracio­nes oficiales en sentido contrario, sumó el año pasado en varias zonas del país medio millón de casos diagnostic­ados.

A estas tres se sumó en los últimos meses la tuberculos­is, que repunta en el país asociada a la pobreza y a la debilidad del sistema inmunológi­co. La ocultación de datos oficiales impide saber cuál es la incidencia real, aunque las estimacion­es apuntan a un incremento de entre 30% y 50%.

Julio Castro, reconocido epidemiólo­go venezolano, ya advirtió el año pasado que los planes inconsiste­ntes de vacunación y una gestión sanitaria “en terapia intensiva” amenazaba la salud de la población. Los hechos le dieron la razón.

“No hay medicament­os para la malaria, pero tampoco para la quimiotera­pia, ni siquiera antibiótic­os. Y otros muchos. Los hospitales están críticos, la mortalidad materna ha aumentado un 65% en un año y la mortalidad infantil, un 25%. En salud somos un estado fallido y el deterioro es masivo. Por eso, reclamamos un canal humanitari­o”, sentencia Castro.

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