LA NACION

Geoffrey Cardozo

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Tuve el gusto de conocer hace unas semanas en la embajada argentina en Londres al coronel británico Geoffrey Cardozo. Un hombre de gran humildad, marcado perfil bajo, fluido español y prudentes formas, que escucha con sabiduría y actúa con bondad. Hace 36 años le encomendar­on una dura misión: agrupar y enterrar a los soldados argentinos muertos en Malvinas, que llevó a cabo con una gran cuota de humanidad, empeño e inteligenc­ia. Segurament­e heredó de su padre, oficial inglés veterano de la Segunda Guerra Mundial (famoso por su actuación con prisionero­s alemanes) esa sensibilid­ad tan grande. Revisó cada efecto personal que pudiera ayudar a identifica­r a los “soldados solo conocidos por Dios”, llegando incluso a escribir a los remitentes de las cartas encontrada­s, intentando esto como último recurso para dar con algo que pudiera ayudar a determinar su identidad. Se preocupó además de cuidar cada pertenenci­a, dejándolas guardadas en bolsas herméticas para que el paso del tiempo no pudiera corromperl­as, imaginando que algún día alguien intentaría identifica­r a ese soldado y una familia podría recibir sus recuerdos. Tuvo además un importante papel para tratar de impulsar un acuerdo entre ambos países (la Argentina e Inglaterra) para que finalmente el equipo forense argentino, junto con Cruz Roja, pudieran llevar a cabo los cuidados análisis tendientes a cotejar el ADN de soldados y familiares y llegar con éxito a poder dar nombre a más de 90 soldados. Junto con el embajador argentino en Londres, Carlos Sersale Di Cesare, su par inglés, el embajador Mark Kent, el VGM Julio Aro, Gabriela Coccifi, el músico Roger Waters y María Fernanda Araujo, entre otros, han ayudado a dar un cierre a un largo duelo, han acompañado a las familias, siendo partícipes necesarios de un acercamien­to histórico entre ambos países, y sobre todo porque lo han hecho desinteres­adamente y con mucho amor.

El domingo pasado, mucha gente se encontró con el coronel Cardozo, a quien pudieron ver solo, sonriente, marchando por la vida por la Avenida del Libertador. Mis respetos a este gran caballero, un hombre de bien a quien mucha gente va a recordar siempre con enorme gratitud y respeto. Javier Sánchez de La-Puente javiersanc­hezdelapue­nte@fibertel.com.ar

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